Un total de 46 mil 462 registros antropométricos fueron analizados entre 2017 y 2019, relacionados con niños menores de 5 años en las parroquias más pobres del país. En comparación con los estándares de crecimiento infantil de 2006 de la OMS, identificaron 31,7% y 11,5% de los registros de 2019 como retraso en el crecimiento y emaciación, respectivamente».
La investigadora Susana Raffalli detalló que aunque el estudio abarcó hasta niños de 5 años, fue más fácil identificar la desnutrición aguda, que alcanzó 12% en 2020, en los primeros dos años de vida. «El 41% de los casos estudiados arrojó que el pico de prevalencia ocurre específicamente entre los 20 y 22 meses de vida».
Desde 2016 se acumula el retraso en el desarrollo de los pequeños, cuyo sexo está directamente vinculado con la probabilidad de retraso del crecimiento y emaciación, un signo de malnutrición potencialmente mortal, que se traduce en un adelgazamiento y debilidad extremos. Las probabilidades sufrir estos padecimientos entre los niños son 1,19 y 1,084 veces mayores que entre las niñas, explicó Rafalli.
Desnutrición aguda y crónica
Con respeto a la desnutrición aguda y crónica en Venezuela destacó los siguientes aspectos:
- Solo 4% de los niños evaluados padecen de desnutrición aguda y retraso del aumento de tamaño simultáneamente.
- La desnutrición aguda fue identificada en 13% de los niños con retraso del crecimiento.
- El retraso del crecimiento lo detectaron en 33% de los niños con desnutrición aguda.
- Los niños con desnutrición aguda tienen 1,09 veces más probabilidades de sufrir retraso en su crecimiento con respecto a los niños que tienen su peso y estatura adecuada.
- Los niños con retraso del crecimiento tienen 1,085 veces más posibilidades de caer en desnutrición aguda que sus pares con buen desarrollo.
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