sospechas electorales
La democracia colombiana, con sus imperfecciones, no vivía una situación como esta desde hace más de 50 años. Foto: Referencial

Un problema que no tenía Colombia le apareció con las legislativas del 13 de marzo: dudas sobre la transparencia de su sistema electoral luego del fiasco en que se convirtió el conteo de los votos de Senado y Cámara, a tan solo 70 días de unas cruciales elecciones presidenciales.

La primera protesta vino de la coalición de izquierdas Pacto Histórico al denunciar como «fraude» que en unas 29 mil mesas no le aparecía ni un solo voto, una situación a todas luces imposible no solo porque equivalen al 25 % del total sino porque esa fuerza fue la más votada el domingo pasado.

Esa denuncia, y las similares de otros partidos, ponen en tela de juicio la imparcialidad de la Registraduría Nacional, entidad que organiza las elecciones, que una semana después sigue sin aclarar lo sucedido y lo atribuye a «errores» de diverso tipo mientras los analistas políticos coinciden en señalar que no se puede hablar de «fraude».

Hasta ahora el registrador nacional, Alexander Vega, no ha dado respuestas convincentes sobre lo sucedido, lo que aumenta la preocupación sobre la rectitud de la organización electoral justo cuando el país está ad portas de unas elecciones presidenciales que pueden cambiar su rumbo político.

El 29 de mayo los colombianos volverán a las urnas para elegir presidente y lo harán de nuevo el 19 de junio en caso de que sea necesaria la segunda vuelta, comicios para los que las encuestas de intención de voto dan como favorito al exguerrillero, exalcalde de Bogotá y senador Gustavo Petro, líder del Pacto Histórico.

La izquierda recupera votos

El escrutinio que se hace después de las elecciones le sumó al Pacto Histórico en el Senado cerca de 400 mil votos, que le dan tres escaños más, para un total de 19, pero abrió la puerta a reclamos de los partidos que vieron reducida su votación, como el uribista Centro Democrático, que ayer pidió el recuento de los votos y dejó caer la sospecha de que puede haber papeletas alteradas por los jurados de las mesas.

En estas condiciones no se debería declarar la elección de candidato alguno hasta hacer un reconteo total, público, voto a voto, con la revisión sobre tachones o alteraciones en los tarjetones y en los formulario de consolidación, pidió el Centro Democrático en un comunicado en el que enumeró siete fallas en los comicios.

La democracia colombiana, con sus imperfecciones, no vivía una situación como esta desde hace más de 50 años, cuando una maniobra del Gobierno en las elecciones presidenciales de 1970 le dio el triunfo al conservador Misael Pastrana por delante del general retirado Gustavo Rojas Pinilla, que había liderado el conteo de votos.

El alegado fraude en esas elecciones dio origen años después a la guerrilla Movimiento 19 de Abril (M-19), que tomó su nombre de la fecha en que se celebraron dichos comicios y en la cual militó Petro.

El fantasma del fraude

Coincidencia o no, el manto de sospecha sobre estas elecciones lo agitó por primera vez el pasado 3 de febrero el expresidente Andrés Pastrana, hijo de Misael Pastrana, a propósito de una visita de Petro a Madrid donde conversó, entre otros, con miembros de la multinacional española Indra, que suministra la plataforma para el escrutinio.

Los motivos de la sospechosa reunión de Petro hoy en Madrid con el presidente de Indra, contratista y proveedor de software de la Registraduría y el Consejo Nacional Electoral, deben aclararse al país de cara a las elecciones, escribió entonces Pastrana.

Indra ha garantizado en repetidas ocasiones «la seguridad del proceso electoral», pero Pastrana insiste en que es «algo absolutamente anormal» que Petro y el registrador «salgan de un día para otro con un guardado de medio millón de votos».

Más sorprendente aún es que la denuncia inicial de Pastrana haya sido recogida por la vicepresidenta y canciller, Marta Lucía Ramírez, quien en una carta a Vega expresó su preocupación por la supuesta falta de garantías en las votaciones en el exterior, proceso que depende de dos instituciones oficiales: la Registraduría y el Ministerio de Relaciones Exteriores que ella dirige.

Ante la incertidumbre que rodea el proceso, el presidente Iván Duque convocó para el próximo martes una reunión de la Mesa de Garantías Electorales, de la cual forman parte la Registraduría y el Consejo Nacional Electoral, así como el Gobierno, los partidos y movimientos políticos participantes, organismos de control y observadores electorales.

Sea cual sea el resultado de ese encuentro, será muy difícil que, después de todo lo que ha ocurrido, el resultado de las elecciones presidenciales no sea contestado por los perdedores con alegatos de fraude, con todo lo que eso implica en un país de política volátil como Colombia.




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