(Foto AFP)

Agentes antimotines impidieron este miércoles con bombas lacrimógenas el avance de una gigantesca marcha contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en Caracas, en los primeros brotes de violencia que dejan varios heridos, uno de ellos grave de bala.

Los enfrentamientos entre la policía y manifestantes que les tiraban piedras estallaron en una estratégica autopista y en varios sectores del oeste de Caracas, así como en ciudades de los estados de Zulia, Carabobo, Táchira, Mérida y Anzoátegui.

Cuando se acercaba, con las manos en alto, a la barrera con que militares bloqueaban el paso en la avenida Francisco Fajardo, el líder opositor Henrique Capriles recibió una lluvia de gases lacrimógenos. Varios manifestantes huyeron lanzándose al río Guaire (con aguas negras).

En San Bernardino, noroeste de Caracas, un manifestante de 17 años resultó herido de bala en la cabeza, alcanzado por disparos de hombres en moto que también lanzaron bombas lacrimógenas contra una concentración opositora, relataron testigos a la AFP. Otros lesionados se reportan en otros puntos del país.

En lo que la oposición prometió como «la madre de todas las marchas», la sexta en abril, miles de manifestantes exigen en Caracas y otras ciudades del país elecciones generales y respeto al Parlamento, único de los poderes públicos que no controla el chavismo.

«Hay que salir de esta dictadura. Estamos cansados, queremos elecciones para que salga Maduro del gobierno porque tiene al país destruido. ¡No tengo miedo!», dijo a AFP Ingrid Chacón, de 54 años, quien asistió a la marcha ondeando una gran bandera venezolana.

Los opositores salieron de una veintena de puntos de concentración y pretendían confluir en el centro histórico de Caracas, bastión chavista, donde ya miles de seguidores de Maduro vestidos de rojos se manifiestan.

Pero contingentes militares y policías bloquearon el paso en puntos estratégicos de Caracas como en las cinco protestas anteriores, que derivaron en choques con saldo de cinco muertos, decenas de heridos y más de 200 detenidos.

«Estamos resteados (firmes) con Maduro por lealtad a nuestro comandante eterno», dijo a la AFP desde la manifestación oficialista Nancy Guzmán, docente de 50 años, al referirse al expresidente Hugo Chávez, fallecido en 2013.

(Foto AFP)

En lo que la oposición calificó como un plan para «intimidar» a la gente, Maduro activó un operativo militar y policial para «derrotar el golpe de Estado», del que acusa a la «derecha apátrida venezolana» y a Estados Unidos.

Inquietud internacional 

Once países latinoamericanos pidieron a Maduro garantizar el derecho a protestar pacíficamente, lo que fue secundado este miércoles por la fiscal venezolana Luisa Ortega.

Estados Unidos, por su parte, lanzó una dura advertencia a los funcionarios públicos venezolanos de desistir de la represión.

«Estamos enfrentando una arremetida internacional (…) Estados Unidos ha dado la luz verde para un proceso golpista de escalada para la intervención de Venezuela», reaccionó Maduro.

Cientos de personas se han manifestado contra el gobierno chavista en los últimos días en varios países -como este miércoles en Madrid-.

Pero en una demostración de fuerza, el gobernante encabezó el lunes un acto militar en el que recibió de la Fuerza Armada, su aliado con enorme poder político y económico, la promesa de «lealtad», al tiempo que anunció la ampliación de las milicias a 500.000 civiles, cada uno con un fusil.

El jefe legislativo Julio Borges pidió entonces a los militares ser «leales» sólo a la Constitución, tras lo que Maduro lo acusó de liderar el «llamado golpista» y lo amenazó con procesarlo judicialmente.

«Estamos convencidos de que el país sabe quiénes son los golpistas», respondió la oposición.

El jefe de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, aseguró que el gobierno prepara una «acción represiva homicida» al armar a civiles; en tanto que Colombia pidió a la ONU atender «la preocupante militarización» de Venezuela.

«Venezuela dará la batalla frente a este grupo minoritario de gobiernos que pretenden promover una vergonzosa intervención, con la OEA», dijo la canciller Delcy Rodríguez.

La fuerza de la calle 

Los opositores volvieron a la calle el 1 de abril luego de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) asumiera las competencias del Parlamento, desatando una protesta diplomática internacional que dos días después lo hizo dar marcha atrás.

La propia fiscal Ortega, cercana al chavismo, lo consideró una «ruptura del hilo constitucional».

La oposición denunció esos fallos como un «golpe de Estado», pero ese episodio la reanimó, recobrando cohesión y apoyo popular que perdió tras fracasar su plan de revocar a Maduro en un referendo.

«Esta marcha pondrá de relieve la fuerza que la oposición es capaz de convocar y los costos que potencialmente le puede generar al gobierno si persiste en evitar elecciones en el corto plazo», afirmó a AFP el politólogo John Magdaleno.

Analistas estiman que Maduro, cuyo mandato concluye en enero de 2019, evita a toda costa unas elecciones. Siete de cada diez venezolanos reprueban su gobierno, cansados de la escasez y una brutal inflación que el FMI estima en 720,5% este año.




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