Entregada su vida y su fortuna por entero, con desprendimiento y
nobleza, tras combatir por largos años al imperio español anclado en
tierras americanas por más de trescientos años, Bolívar, quien liberó
casi cinco millones de kilómetros cuadrados convertidos en un manojo
de seis naciones libres; repudiado por muchos de sus compañeros de
lucha, maltrecho física y moralmente, gracias a las diligencias del
Gral. Mariano Montilla, comandante militar del Magdalena, debió ser
trasladado en el navío Manuel, desde el puerto de Sabanilla, cerca de
Barranquilla hasta Santa Marta, a la hacienda de San Pedro
Alejandrino, ubicada a cinco kilómetros de la ciudad, propiedad de Don
Joaquín de Mier y Benítez, a culminar su terrenal existencia.

Don Joaquín de Mier nacido en Cádiz el 15 de abril de 1787, llegó a
Cartagena en 1791 y a Santa Marta en 1802. La hacienda-ingenio de San
Pedro Alejandrino fue establecida en 1608, día de San Pedro de
Alejandría por Francisco de Godoy y Cortesía, canónigo de la catedral
de Sta. Marta, bajo el nombre de “La Florida de San Pedro
Alejandrino”, en memoria al fraile español Pedro Godoy.

El sitio histórico conocido actualmente como “El Santuario de la
Patria”, con una extensión de veintidós hectáreas, fue adquirido el 9
de enero de 1808 por Don Faustino de Mier, padre de Joaquín, son
fértiles tierras utilizadas en la siembra de la caña de azúcar con su
trapiche y destilería para producir panela y ron, añejado en las
bodegas ubicadas en el sótano. Don Joaquín había sido designado
capitán de milicias en 1817, casado con la neogranadina Isabel Rovira
en 1819. Se adhiere a la causa emancipadora en 1820, sus barcos se
utilizaban para transportar armas y pertrechos desde las Antillas.

El Gral. Montilla en reconocimiento a los servicios prestados, lo
asciende a teniente coronel en 1822 y a coronel en 1830, era
propietario del buque “Manuel” que trasladó al ilustre enfermo, de la
Casa de la Aduana en Santa Marta y de otros inmuebles en la región.
Nuestro Libertador había salido de Bogotá el 8 de mayo de 1830 con
destino a Cartagena con la idea de embarcarse hacia Curazao, Jamaica y
Londres para atender la maltrecha salud, pero no disponía ni dinero
para sufragar los gastos, ni aguante físico para soportar la fatiga de
la travesía.

El Libertador le escribe a Don Joaquín el 17 de octubre
agradeciendo la gentileza del hospedaje; Don Joaquín se movilizó en la
nave “Manuel”, alojándolo inicialmente en la Casa de la Aduana,
edificación residencial desde el 1ro de diciembre; considerada la
primera en mampostería en América, decretada en 1975 “Casa de
Bolívar”. Llega el 6 a la hacienda-ingenio San Pedro Alejandrino,
donde recibirá los cuidados y atención permanente hasta sus últimos
respiros por parte del farmaceuta francés con conocimientos de
medicina Alejandro Próspero Reverend.

Al siguiente día en un breve recorrido por la hospitalaria residencia, al llegar a la biblioteca,Bolívar Exclama: ¡Como¡ “Aquí está la historia de la humanidad”; al
observar el libro Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes y
Saavedra, expresó su conocida frase: “Jesucristo, Don Quijote y yo,
hemos sido los grandes majaderos del mundo”.

Don Joaquín estará presente en noviembre de 1842, cuando fueron exhumados los restos del Padre de la Patrias por parte del Dr. José María Vargas y Reverend
para ser trasladados a Venezuela en el navío “Constitución”. Don
Joaquín continuaría sus labores mercantiles, así como algunos cargos
públicos, inclusive fue designado Cónsul de Cerdeña en Santa Marta
donde falleció el 16 de agosto de 1861.




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