Jugadores de la selección italiana celebrando tras consagrarse como campeones de Europa. / Foto EFE

La selección italiana venció a Inglaterra mediante la tanda de penales (3-2) para adjudicarse el título de campeón de Europa. Tras un partido cerrado (1-1), fue Gianluigi Donnarumma la estrella de la Azurra atajando dos penaltis que dieron el título a su equipo.

Italia logró la segunda Eurocopa de su historia tras la ganada en 1968. 53 años tuvieron que pasar para que una rejuvenecida selección italiana volviera a reinar el Viejo Continente. Eso sí, el camino no fue fácil y, tras un partido en el que dominaron, la lotería de los penales les volvió a sonreír.

Inglaterra dio un tempranero golpe

La selección inglesa tardó muy poco en estrenar el marcador. Alentados por su afición en Wembley, salieron motivados, con ganas de superar al rival desde el minuto 1. Pues bastó el primer ataque para tumbar el que era hasta ese momento el sólido muro italiano.

Harry Kane, ese delantero que puede tanto definir en el área chica como armar un jugada desde el centro del campo, inició todo. Clarificó el contraataque de su equipo con un gran pase a la banda contraria, donde apareció Trippier. El lateral, con todo el tiempo del mundo, metió un centro medido al segundo palo para Luke Shaw, que de primeras quemó las redes de Donnarumma e hizo estallar a Wembley de alegría

El gol anotado por el lateral del Manchester United se trató del más rápido (117 segundos) en la historia de una final de la Eurocopa.

El golpe, tan pronto como inesperado, tumbó cualquier plan pensado por Roberto Mancini. Su equipo se vio abajo en el marcador apenas en el minuto 2, por lo que tenían que remar a contracorriente desde el principio del compromiso.

A partir de ese momento, la Azzurra se adueñó del esférico. Con Jorginho y Verratti como repartidores de juego, buscaban desarticular a una muy ordenada Inglaterra. Sin embargo, les faltaba profundidad para llegar a crear ocasiones en arco contrario.

El que estuvo más cerca de lograrlo en el primer tiempo fue Federico Chiesa, quien se atrevió a romper la monotonía con una gran jugada individual. El extremo se quitó a dos de encima al más puro estilo de Lionel Messi y se sacó un remate desde la frontal del área que pasó cerca del palo.

Por su parte, los británicos parecían sentirse cómodos en el encuentro. Anulando cada ataque del contrario y apostando por la velocidad de sus atacantes para aumentar la ventaja, estaban contentos con el juego y el resultado.

Italia salió con otra cara

Tras el mediotiempo, los papeles no cambiaron, pero Italia salió con otra cara. Sus atacantes tenían mayor movilidad y la fortaleza defensiva que exhibía Inglaterra se iba diluyendo cada vez más con el paso de los minutos.

Chiesa e Insigne fueron los más incisivos en ese primer tramo del segundo acto, exigiendo la mejor versión de Pickford. Pero tanto insistió Italia que el gol terminó llegando. Con algo de fortuna, pero merecido por el asedio a los ingleses. Un centro al área fue rematado de cabeza por Verratti y Pickford, que ya era el héroe del partido a esas alturas, sacó una mano milagrosa. El balón tocó el palo y el rebote quedó en los pies de Bonucci, que empujó la pelota debajo del arco. 1-1 y los 8.000 aficionados italianos presentes en Wembley gritaban de euforia.

Tras el tanto, Gareth Southgate movió el banquillo buscando refrescar a su equipo, que se veía superado en juego y físico. El seleccionador británico pasó del 3-4-3 al 4-1-4-1 e Inglaterra apagó poco a poco la llama italiana, que estaba más crecida que nunca.

A medida que se acercaba el fin del tiempo reglamentario, ambos conjuntos bajaron sus líneas, quizás conscientes de que un gol en contra podía ser definitivo para la final. Fue así como, una vez más, un partido de la Euro se fue a la prórroga. Aunque, esta vez, era el más importante de todos.

El cansancio y el miedo, protagonistas de la prórroga

Ya en el tiempo extra, las piernas de los protagonistas comenzaron a acusar el cansancio. En los primeros 15’, siguió siendo Italia la dueña del balón, pero las ocasiones brillaban por su ausencia con dos selecciones con temor a recibir gol en contra.

En Inglaterra ingresó Jack Greaglish, quien dio un nuevo aire a la ofensiva de los locales. Ubicado en la zona izquierda, comandó aproximaciones de peligro en área contraria, pero el muro compuesto por Chiellini y Bonucci evitó mayores sufrimientos a la Azurra.

La media hora de la prórroga llegó a su fin y el marcador seguía empatado. Por lo tanto, la lotería de los penales era la que definiría al campeón. Los nervios de los aficionados se hacían presentes y la concentración en el rostro de los futbolistas era palpable. La Eurocopa estaba en juego.

Donnarumma se convirtió en el héroe

El primero en lanzar fue Domenico Berardi y no perdonó. Por Inglaterra anotó Harry Kane para empatar la tanda. Luego, Pickford detuvo el lanzamiento de Andrea Belotti para la euforia de Wembley, mientras que Harry Maguire puso a los británicos por delante. Posteriormente, Bonucci empató 2-2.

Todo era alegría en la catedral del fútbol inglés hasta que Marcus Rashford, que había entrado precisamente para la tanda de penaltis, desaprovechó su oportunidad rematando al palo. Bernardeschi respondió marcando el 3-2 y Sancho, otro recién ingresado, vio cómo Donnarumma atajó su remate.

Los nervios en Wembley se palpaban, Jorginho, un especialista desde los 12 pasos, tenía en sus botas el título. Pero Pickford aguantó al máximo y atajó la pelota para dar esperanza a su nación. Cuando todo hacía indicar que el arquero del Everton sería el héroe, apareció Donnarumma para detener el siguiente disparo inglés, ejecutado por Bakayo Saka, y dejar un mensaje claro: Italia es la nueva campeona de Europa.




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