Valencia
Así lucía la Monumental de Valencia, años atrás. Hoy su estructura se encuentra en deplorables condiciones. (Foto Referencial / Archivo)

Más allá del hecho publicitario, perjudicial en tanto pretenda sustituir la memoria histórica de una ciudad, el cambio de los símbolos o la creación de otros con identidades propias no ha sido ajeno a la historia de Valencia y de Carabobo.

Luis Felipe Acosta Carles hizo del Arco de Carabobo y un papagayo el logo de su gestión. Durante la gestión de Henrique Salas Römer, en 1995, se creó la bandera de Carabobo con un sol como protagonista. Desde 2009, Edgardo Parra modificó, mediante ordenanza, todos los símbolos de la ciudad, bajo la mirada indiferente de una ciudadanía que dejó a las instituciones la responsabilidad de reclamar.

El «general del eructo», como se le conoce tras la tristemente célebre imagen captada durante la toma de la Coca Cola en enero de 2003, en una actuación que definió como una estrategia comunicacional para desmoralizar a la oposición y derrotar el paro económico, cambió el nombre al parque Fernando Peñalver, primer gobernador de la Provincia de Carabobo, firmante del Acta de la Independencia y consejero del Libertador, por el de Negra Hipólita, la nodriza del Libertador, «una mujer revolucionaria».

También expropió el edificio sede del Ateneo de Valencia, donde se encontraba una valiosa colección de arte, de las mejores de América Latina, cuyo destino hoy es incierto, según el presidente del Ateneo, Elis Mercado.

Ateneo de Valencia. Foto archivo

Acosta Carles también intentó intervenir  la directiva del equipo de Béisbol de Magallanes, con una de las aficiones más grandes del país, pero Hugo Chávez lo impidió. Aún así mantuvo su tono burlesco, que en algunos momentos también le aportó no pocos seguidores.

Sus «simpáticas actuaciones», incluida una clase de baile en el garage de su casa, le dieron popularidad, una estrategia electoral que le funcionó por un tiempo, hasta que Hugo Chávez decidió que el candidato a la gobernación en las elecciones de 2008 sería Mario Silva. El entonces gobernador fue expulsado del PSUV, pero de todas formas se lanzó a la reelección, y obtuvo el 6.5% de los votos.

El daño cultural ya estaba hecho. Hoy el edificio del ateneo sigue expropiado y la colección desaparecida. Por fortuna, el parque retomó su nombre original, Fernando Peñalver, y el papagayo voló del Arco de Carabobo.

La historia, ¿buena o mala?

Carabobo tiene un lugar indiscutible en la historia venezolana. Valencia, en particular, también. Capital de Venezuela en 1812, cuando sirvió de asiento a los poderes públicos durante la Guerra de Independencia de Venezuela; y provisionalmente en 1830, con la disolución de la Gran Colombia; y en 1858 cuando triunfó la Revolución de Marzo.

La tierra donde en 1821 se escenificó la Batalla de Carabobo, también albergó al movimiento La Cosiata desde 1826, hechos que condujeron en octubre de 1830 a la creación de la República de Venezuela, con José Antonio Páez como presidente, y su separación de la Gran Colombia

La disolución se concretó en la Casa de la Estrella, en la Nueva Valencia del Rey, posteriormente nombrada como Nuestra Señora de la Anunciación de la Nueva Valencia del Rey y Nuestra Señora del Socorro de la Nueva Valencia del Rey. La Constitución regional del año 1991 la designa como Valencia.

La Casa de la Estrella, un lugar importante en la historia de Venezuela. Foto archivo.

En Valencia se armó la traición a Bolívar sentenció Chávez. «Nueve años después de Carabobo, Bolívar fue expulsado de aquí y en Valencia redactaron el decreto para fusilarlo. De ahí el pecado original de Venezuela, la república que nació en 1830 nació al amparo de la traición, pudiéramos decir que fue la república traicionera, la república antibolivariana, la república de la oligarquía, que traicionó los sueños de los que aquí murieron», dijo el entonces mandatario la noche del 24 de junio de 2000, en cadena nacional.

Por esta razón, cuando vino a Valencia a juramentar a Edgardo Parra como alcalde de Valencia, ordenó el cambio de inmediato. “¡En el escudo de Valencia está la corona que conquistó y arrasó estas tierras! ¡Abajo la colonia! ¡Viva la Independencia! Esa banda tiene el símbolo de la Corona de Castilla: Hay que ponerle la espada de Bolívar”.

La bandera con los símbolos de la ciudad mandó a meterla en un sótano, porque era el demonio. «Hay que hacer un exorcismo en la Alcaldía de Valencia»

Presuroso Edgardo Parra se comprometió a sustituir los símbolos por unos autóctonos, de nuestra historia. «Vamos a venezolanizar a Valencia»

Y la orden se cumplió. Aunque desde el año 2007 el concejal de Valencia, Alexis López, trabajaba en la sustitución de los símbolos, el cambio operó por completo en 2010.

 

La transformación cultural de Valencia

López, exconcejal por el Partido Socialista Unido de Venezuela, rememoró que la propuesta del cambio de los símbolos de la ciudad se venía manejando en los grupos culturales y vecinales de los cuales formaba parte antes de ser edil. Una vez electo, en 2005, comenzó lo que definió como una cruzada por la transformación cultural de Valencia, que arrancó formalmente en 2007 cuando propuso la creación de la Comisión para el Cambio de los Símbolos Cívicos de Valencia, integrada por concejales y personalidades de distintos sectores culturales.

Alexis López

Esa comisión recibió propuestas para el nuevo himno de la ciudad, en un concurso público que fue declarado desierto porque las letras no llenaban las expectativas de los miembros del jurado, entre ellos José Joaquín Burgos, a la postre cronista de Valencia.

Por esta razón, y con el antecedente de Puerto Cabello que tiene como himno «Mi Puerto Cabello», de Italo Pizolante, se declaró la canción Valencia, con letra de Ernesto Luis Rodríguez y música de Juan Vicente Torrealba, como himno de la ciudad. El 11 de febrero de 2009, a propósito del cumpleaños número 92 del compositor de la música, se hizo una sesión especial en el Teatro Municipal, en la que se oficializó el cambio.

¿Ustedes buscaban un himno o una canción?

Buscábamos un himno pero las propuestas no llenaban las expectativas.

Sobre la bandera, dijo que era la misma de España pero en vertical, con los mismos colores e inspirada en un diseño de Pedro Gramko. «El me pidió que no la cambiara, pero sin argumento de fondo, solo que era tradición, pero es que la tradición no puede estar por encima de tu identificación cultural e histórica».

Otra polémica en torno a este tema fue la presencia en la bandera de la imagen de la Virgen del Socorro, Patrona de Valencia, pues según López se trata de un símbolo para todos los valencianos y no solo para los católicos. Así, la presencia de la virgen es a potestad: «Si la institución quiere la puede tener, pero no es obligatorio».

La nueva bandera de Valencia

La pelea más fuerte fue con el escudo. De hecho hubo un tiempo en que se paró la discusión porque había mucha gente opinando. López recuerda las denuncias de la Sociedad Amigos de Valencia, encabezada por Subdelia Páez de Sevilla.

El escudo tenía un águila bicéfala coronada que simbolizaba la conquista de Europa por parte de los Hasburgo, que en absoluto tenían que ver con nosotros. Ahora, por un lado tiene a Juan Bautista de color moreno, una propuesta de los afrodescendientes; identifica la parte rural de Valencia como la parroquia Negro primero; tiene la imagen de la Catedral de Valencia, emblemática de la ciudad; y otra imagen alusiva al parque industrial. Hoy, en lugar de Valencia del Rey, la leyenda dice Valencia Pueblol Libre, afianzó López

En 2007 se nombró la comisión, en 2009 se aprobó el himno y la bandera y en 2010 el escudo y la banda municipal.»Quedó así aprobada la ordenanza en una sesión histórica en la que el único voto en contra fue el de Gladys Valentiner».  López aseguró que sí se hizo una consulta pública a través del blog Nuevos Símbolos de Valencia.

Independientemente de que estos símbolos se puedan cambiar en el futuro, ya hay un debate que se abrió, aplaudió. López propone ponernos de acuerdo y escudriñar más en nuestra verdadera historia.

Al referirse a los cambios de nombres publicitarios que han operado en las plazas Salvador Montes de Oca o la Cristóbal Mendoza, ahora Drácula Kids y Drácula, o en el parque Recreacional Sur, ahora Draculandia, López destaca la humanización de los espacios para ponerlos al servicio de la gente y eso para él es un paso bien importante, porque esas plazas eran solitarias. «La Montes de Oca era conocida como la plaza de los enamorados, porque solo iban parejitas».

López niega que el nombre de Drácula atente contra la memoria histórica de la ciudad. Cree más bien que es una oportunidad para aprovechar a todas esas personas que llegan a recrearse y ofrecerles, también, un espacio para que conozcan la historia. Propone que se destaquen guías turísticos e históricos que le expliquen a los visitantes quiénes son esos personajes de la historia, independientemente de las posiciones que hayan asumido en su momento.

¿Cómo defines la identidad de Valencia?

Creo que nosotros no tenemos identidad. Todavía nos falta involucrarnos más con nuestra ciudad, los gobernantes tienen que entender que es necesaria la participación de la gente en el rescate de nuestra identidad ciudadana y cultural, pues en esa medida se logrará más valoración de esa historia.

De cambios y apatía ciudadana

Edison Durán Lucena vivió de cerca aquellos tiempos en los que los símbolos fueron cambiados porque «no se adaptaban a la realidad histórica». Además de la lucha, lo que más recuerda fue la apatía generalizada de una ciudadanía que ya sentía una progresiva pérdida de su calidad de vida.

Hubo algunas voces que se opusieron al cambio de símbolos de la ciudad, sin éxito. Edison los recuerda: «Tanto el cronista de Valencia, el Dr. Guillermo Mujica Sevilla, como Don Oswaldo Feo Caballero y Julio Centeno, quienes fueron consultados por la comisión designada del Concejo Municipal de Valencia, expresaron que era un disparate sin justificación histórica».

Al igual que López, Durán recuerda que de los tres símbolos cívicos, el escudo de armas de la ciudad fue el que más polémica generó. La razón es que databa, al menos, de 1804 según documentos del Cabildo de Valencia en la época. Fue infructuoso el trabajo de personalidades como Enrique Bernardo Nuñez, valenciano, cronista de Caracas; Rafael Saturno Guerra, primer cronista de Valencia, Don Julio Centeno y Don Oswaldo Feo Caballero. 

El himno de Valencia, llamando “Bajo tu Límpido Cielo” con Letra de Leoncio Lucena Alvarado, escritor, poeta, y periodista; y Música de Otto Sandoval Agudo, fue aprobado por el Concejo Municipal de Valencia luego de un concurso público entre 1985 y 1987, bajo la presidencia de Ramez Daher, Luis Mosquera y Ana Concepción de Gallo.

La bandera de Valencia, que incluía a la Virgen del Socorro, Patrona de la ciudad, y la Casa de la Estrella, donde nació la República de Venezuela, fue diseño de Pedro Gramcko,  decretada como tal en 1992, bajo la administración del alcalde Paco Cabrera.

Durán formó parte del grupo de jóvenes universitarios que en 2007 consignó una propuesta con miras a la preservación de los símbolos que no encontró respuesta, pese a las firmas de ciudadanos recolectadas para tal fin. Ellos organizaron talleres junto a historiadores y pidieron un derecho de palabra en el concejo municipal, sin que sus argumentos realmente fueran escuchados.

Destrucción entre rumba y rumba

Durán es hoy miembro de la diáspora venezolana, pero siempre cercano a su ciudad natal. Sabe de la exacerbada presencia del murciélago en Valencia y la conecta con el cambio de los símbolos, como parte de una estrategia política del oficialismo.

“Pensar que la acción simbólica que vemos hoy en la gestión de Lacava es un hecho aislado producto de su mera espontaneidad, es minimizar el hecho de que obedece en realidad a un proceso más profundo y de largo plazo», comentó.

Para Durán todo es cuestión de una estrategia política de dominación cultural y política del chavismo como proyecto político hegemónico. «El intento de socavamiento de la identidad de Valencia no comenzó con Lacava, éste solo llevó al extremo una política de ´transformación cultural´ que inició el chavismo en Valencia en 2007 con el cambio de los símbolos cívicos de la ciudad.”

Un pueblo ignorante es instrumento de su propia destrucción. Esta frase del Libertador es lapidaria para Durán, quien agrega que el daño es el mismo aunque la destrucción se lleve a cabo entre rumba y rumba.  “Un pueblo que desconoce su historia, que desconoce como ha resistido y vencido a los autócratas del pasado, es un pueblo simbólica e identitariamente desempoderado, que se vuelve mucho más fácil de dominar por los autócratas del presente y del futuro».

De plazas cívicas a patios de rumbas

Para Durán el análisis va más allá del aspecto histórico simbólico. La privatización del espacio público ha ido de la mano del cambio de nombres y símbolos. «Además de la deformación que implica la sustitución de los nombres históricos por marcas personales, está el hecho de la privatización del espacio público, con criterios de asignación de derechos de explotación comercial que nadie conoce.”

lamenta que hoy día los éxitos de la gestión de un gobernante se midan por quién organizó la mejor rumba, quien financió el mejor desmadre.

Es, para el declarante, una involución de 2.000 años a la política del pan y circo, con el agravante de que  la competencia es más feroz por quien es el mejor payaso. «El esfuerzo y el premio en el ejercicio de la función pública se da a quien mejor entretenga al pueblo, para que éste se distraiga y desvíe su atención de los graves problemas estructurales que lo condenan a la miseria y le impiden aspirar a una mejor calidad de vida”

Edgardo Parra, quien fue el primero en celebrar el cambio de símbolos de la ciudad, fue también el primer alcalde destituido y encarcelado por hechos de corrupción, recordó. «Al día de hoy estos símbolos siguen siendo utilizando como oficiales por la Alcaldía de Valencia, aunque durante la actual gestión del alcalde Julio Fuenmayor están siendo paulatinamente sustituidos por el “Buho”, de forma análoga a cómo el “Murciélago” se ha impuesto al Escudo de Carabobo en la gestión regional».

Para Durán, los valencianos vemos con normalidad que las principales autoridades inviertan una gran cantidad de fondos públicos para autoidentificarse con animales. «Después osamos preguntamos porque nos rige la Ley de la Selva”.

Pero Edison Durán no es del todo pesimista. Dice tener razones para la esperanza, pues observa un renacer y fortalecimiento de la valencianidad que no se veía en décadas. «Los temas fundamentales de nuestro gentilicio están dejando de ser de exclusivo interés de los académicos o de grupos elitistas, el ciudadano de a pie ha empezado a vivir un despertar que le ha permitido apreciar el gran valor histórico y patrimonial que sustenta nuestro gentilicio.”

Cada gobernante quiere poner su huella

Cada gobernante que viene quiere poner su huella personal, sin mostrar la institución y así se pierde la imagen corporativa. Carlos Cruz, ex presidente de la Academia de la Historia de Carabobo, recordó el sol de los Salas o el Arco de Carabobo con un papagayo, de Acosta Carles. «Ahora Rafael Lacava usa un murciélago».

Son casos temáticos personalistas, otros políticos y en algunos casos de adulancia, como cuando Parra hizo lo que quería Chávez. En particular el escudo no debió haber sido modificado porque venía desde la época de la hispanidad, era un escudo de armas de la ciudad. La bandera y el himno eran de la época del alcalde Ecarri.

Para contrarrestarlo, Cruz propone mantener la memoria histórica de la ciudad a través de videos, artículos, conversatorios. Para él, entrar en un conflicto frontal no es buena idea, porque eso nunca llega a nada, en la academia tienen ejemplos de ello.

Carlos Cruz

El académico insiste en hacer presión a través de comunicados a la gobernación, por ejemplo. «En algunos casos han hecho caso a observaciones en cuanto al patrimonio histórico. En lo que no hubo éxito fue en el caso de la plaza Cristóbal Mendoza, que aunque su busto sigue allí ha quedado relegado, igual que el de Montes de Oca».

Cruz es partidario de que la pieza escultórica del segundo obispo de Valencia sea pasada a otra plaza, que no siga allí porque eso ya no tiene sentido.

El expresidente de la academia recordó que cuando el murciélago, «la imagen con la que Lacava busca desligarse del oficialismo», se prendió al lado de la Cruz de El Trigal, la ciudadanía protestó y no se volvió a encender. El llamado ahora es a que la sociedad civil se organice, opine y solicite que se pongan las cosas en orden, que se respete la memoria histórica y que los organismos usen sus imágenes corporativas.

La tarea de los carabobeños

La Academia de la Historia ha demostrado su firme propósito de defender la memoria histórica del estado, tanto más cuando nuestras ciudades, monumentos y personajes se encuentran expuestos a súbitos cambios de nombres, denominaciones o la imposición de símbolos, destacó en un comunicado, su presidente José Alfredo Sabatino Pizzolante.

El escrito, sin embargo, insiste en que no es una responsabilidad exclusiva de la Academia de Historia regional sino que, por el contrario, debe ser producto de un esfuerzo colectivo en el que todos, sin distingo de condición social y edades, eleven su voz. «De poca ayuda resultan las comunicaciones o manifestaciones públicas que la academia o cualquier otra institución puedan dirigir a las autoridades, sino son acompañadas y apoyadas de viva voz por los carabobeños».

José Sabatino, presidente de la Academia de la Historia de Carabobo.

La propuesta de la academia está dirigida a profundizar el sentido de pertenencia y arraigo, lo que solo puede ocurrir en la medida que se conozcan los valores, tradiciones e historia de Carabobo, especialmente por parte de las nuevas generaciones, para que estén orgullosos de sus valores y personajes de su historia

Sabatino tiene interés en preservar la memoria histórica, colocando al alcance de jóvenes y adultos las herramientas para la investigación, escritura y divulgación, para que al tiempo que conozcan nuestra historia y las ejecutorias de los héroes civiles y militares, se conviertan en defensores de esa misma memoria histórica que difícilmente podrá ser reemplazada por nombres nuevos o invenciones, casi siempre pasajeros.

Los entrevistados, en su totalidad, coinciden en la necesaria participación ciudadana en la preservación de la memoria histórica de la ciudad, para resguardarla de esos ataques que buscan personalizar los recuerdos por encima de lo que ocurrió en el pasado. Una tarea pendiente.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.