A través de un audio que envió a un amigo llamado Julio, el teniente coronel retirado Emiro Antonio Brito Valerio rememoró aspectos relevantes de su última conversación con su amigo Hugo Chávez Frías. Reconoció que le dijo: «Mete el freno, mete el freno, nos vamos a desbarrancar. Fidel no quiere nada bueno para ti. Pero Fidel lo encegueció con muchas cosas, con mujeres, lo sugestionó con brujería», confesó.

El audio fue publicado por Infobae en un trabajo elaborado por la periodista Sebastiana Barraez.

Él pertenece a la promoción 1974 «General en Jefe José Ignacio Pulido» del Ejército venezolano, que tuvo como Alférez Mayor al general Guicaipuro Lameda Montero. Brito Valerio fue un hombre de máxima confianza de Chávez y ocupó cargos relevantes en su gobierno, como ministro consejero de la Embajada de Venezuela en Cuba, embajador de Venezuela en Brasil y secretario privado del entonces presidente.

Hace unas dos semanas, desde algún lugar del exterior donde reside, el militar retirado le envío un extenso mensaje a uno de sus amigos en el que le cuenta algunas de sus últimas vivencias junto al fallecido comandante de la revolución bolivariana.Infobae tuvo acceso a ese mensaje y pudo confirmar con el general de división (R) José Gregorio Montilla Pantoja que es la voz de Brito Valerio. Por eso, se reproduce aquí en su totalidad.

La última conversación que Brito Valerio dice haber tenido con Chávez fue un año antes de su muerte, cuando lo llamó a su casa. «Toda la vida me dijo ‘guía’ desde cadete. ‘Mi teniente guía, mi capitán guía hasta mi comandante guía’. Ese día me dijo: ‘¿Guía, qué estás haciendo?’. Le digo que en la casa pendiente de los muchachos. ‘Guía, estoy enfermo, necesito que te vengas a encargar otra vez de esto aquí, sospecho que de este Palacio, de esa cortina, va a salir el puñal que me va a matar, necesito alguien de confianza’. Mi respuesta fue: «Presidente, lo hago con el mayor dolor de mi alma, pero ya es tarde, se nos hizo tarde a los dos, ya es muy tarde. Ya esos tenientes malandrosos que usted tiene ahí, que yo le decía que estaban haciendo negocios, el Diosdado Cabello, el Chacón Escamillo, el Andrade cogieron demasiado vuelo y el que puede salir de ahí muerto soy yo, no cuente conmigo».

Le manifestó que lo único que podía era darle un consejo. «Búsquese un buen médico, en Alemania o donde los gringos. Es que usted también tiene una vaina contra esos gringos. Esa gente son los más avanzados. No se vaya a meter allá en Cuba».

Confesó que Chávez le insistió en que considerara la decisión porque estaba enfermo. «‘No cuente conmigo’, le dije. ‘Estos carajos me van a venir matando’, me dijo. Esa fue la última vez que hablamos. Intentó irse para el hospital de Brasil donde curaron a Lula y Dilma, pero allá llegaron los cubanos a querer adueñarse del hospital. Que querían no sé cuantas alas, no salas, alas del hospital desocupadas porque iban a instalar cosas de espionaje y seguridad para Chávez». Y ese hospital, que es una empresa privada, no les aceptó las condiciones y por eso terminó en Cuba.

La llegada a la Academia

Destacó que al fallecido presidente venezolano lo conoció el día que entró a la Academia Militar, el domingo 8 de agosto de 1971. Él, vestido de parada junto con un grupo de cadetes de segundo año, designados como cadetes guía de los nuevos. «A mí me tocó Chávez. Lo vi tan campesinito, tan arruinadito y me ganó en su simpatía, su campechanidad, un muchacho de pueblo, un veguero, con una maletica casi de cartón».

Recuerda que le dijo: «A partir de este momento soy su cadete guía». Y le pegó en el bolsillo, con una grapadora, un cartoncito donde se leía: «Soy el aspirante a cadete Hugo Rafael Chávez Frías y mi cadete guía es Emiro Brito Valerio».

Así fue registrando en su tabla de apoyo las diferentes estaciones por donde lleva al cadete recién llegado: barbería, enfermería para que le coloquen las vacunas, a que le den la dotación. En algún momento en que el aprendiz lo empieza a tutear, Brito le recordó que no puede hacerlo porque a partir de ahora debe decirle «mi cadete».

El guía va a delante y Chávez Frías lo sigue. «Escucho su taconeo detrás de mí, pero en algún momento no lo oigo y cuando me vuelvo a verlo, el muchacho se había quitado los zapatos y venía descalzo. Nuevo, le dije, usted no puede hacer eso, póngase los zapatos». Chávez le dijo que él no usa zapatos sino alpargatas, que esos se los compraron el día anterior y que le están molestando. «Aquí vas a usar zapato», le dice el guía. Le pregunta por su familia y él le dice que está en Barinas y que ellos no pueden venir por lo que los verá hasta diciembre cuando él vaya. Le pregunta por su dotación.

«Pedían seis armillas, seis interiores, ocho pares de media, esa dotación que debe traer uno de la calle. Pero él solo traía dos de cada uno, es decir no tenía ni la mitad de la dotación. Lo vi tan desprovisto, tan pobrecito que le pasé seis u ocho armillas (franelas blancas y verdes) mías y usadas, que me las habían dado a mí también. Así se hizo esa amistad».

Va narrando cómo coincidieron después en los Cazadores, además de ser su comandante en la Compañía, luego en la Academia como oficial de planta. «No sé en qué momento los amigos se extravían. Cuando fui brigadier y ascendí a alférez las jinetas (indica la jerarquía de grado) mías se las di a él. Cuando me gradué de Alférez, él fue con nosotros para la Escuela de Aviación Militar para recoger los uniformes que nosotros dejábamos. Yo le dejé las estrellas, el sable, los tiros, el correaje».

Considera que Chávez tenía «una gran contaminación» de su hermano Adán, que era de la Liga Socialista y Ruptura (organizaciones de izquierda), según supe después que nos graduamos en los Cazadores.

Años después, siendo su secretario privado, notó que en el Consejo de Ministros había alguno de esos que en los Cazadores los estuvieron buscando: Alí Rodríguez, Isaías Rodríguez, Puerta Aponte, Carlos Betancourt y Julio Escalona. «Teníamos un mosaico de fotografías de esos ñángaras».

Aseguró que cuando llegó a acompañarlo en el palacio de Miraflores, Chávez «aún no se había contaminado». Mientras que (Francisco Javier) Arias Cárdenas «era un individuo de la guerrilla y fue quien establece contacto entre Chávez con (Manuel) Marulanda, Raúl Reyes, El Mono Jojoy. Esos eran amigos de Pancho (alias de Arias Cárdenas), quien estuvo en el Seminario y ahí había mucho izquierdista. De ahí sale la relación de Pancho con (el Obispo) Mario Moronta. Consigue una beca para estudiar en la Universidad Javeriana de Colombia y allá tiene contacto con los del M19 que había tomado el Palacio de Justicia: Gustavo Petro y Laura Restrepo. Y es Pancho quien pone a Chávez en contacto con la guerrilla colombiana, aunque ahora anda calladito».

Aparece Fidel

Ahí percibe que Hugo Chávez empieza a desviarse. «Cuando llego al Palacio de Miraflores me doy cuenta cosas con Fidel Castro, que lo enamoró; y Chávez se enamoró perdidamente de Fidel Castro. Fidel quería que Chávez trabajara para él, el hombre lo envolvió con el cuento del poder, lo engañó y Chávez se engatusó y se j…».

El oficial ya retirado, se pregunta así mismo que «hoy en día uno no sabe si a Chávez lo mataron los cubanos. Es muy probable. Porque Chávez estaba hablando de reconstruir la Gran Colombia, mientras Fidel tenía en su mente era la Gran Cuba y ahí no podían haber dos jefes».

Menciona que Hugo Chávez lo envía de ministro consejero para Cuba, a trabajar con Adán Chávez, porque él no se encargaba de la embajada y por eso después lo saca y deja a Brito como embajador encargado. «Ahí me doy cuenta que Fidel todo lo urdía desde Cuba. Todo aquel carajo del mundo que quería hablar con Chávez, llegaba a Cuba y quien hacía el lobby era Fidel, quien conseguía las entrevistas, los negocios de los medicamentos y de la refinería Cienfuegos, todo eso».

A su juicio «Chávez se pervirtió, botó la oportunidad de haber llevado al país a un sitio de honor, de bienestar». A ese enamoramiento con Fidel culpó que Chávez se destruyera e hiciera lo mismo con la Fuerza Armada. «Era para haber colocado a la institución (a la FANB) de ejemplo en América Latina».

Dijo resignado que le advirtió inútilmente al entonces presidente venezolano: «Te vas a ir por el precipicio, te vas a ir por el voladero, te vas a ir por el barranco». Y parte de ello fue que un día, siendo su director de despacho, Chávez le dijo que se preparara porque a los cuatro días lo ascendería a coronel y a los seis meses a general, ‘porque tú vas a ser el secretario permanente del Alto Mando Militar Presidencial que yo voy a fundar aquí con los viejos estos que voy a incorporar, porque ellos quieren estar aquí mandando y j… y todos quieren hablar conmigo. Y quiero que te encargues de ellos porque ahí hay un saco de gastos; Muller Rojas no se soporta con Pérez Arcay, Pérez Arcay no quiere a Cabrera Aguirre, a Cabrera Aguirre no lo quiere ninguno, a Gruber Ódreman ese era una m…».

Brito Valerio aseguró que se negó diciéndole que «es un mal ejemplo que daña su imagen en la institución. Fui oficial de planta en tres grados distintos en la Academia y no puedo dar ese ejemplo a mis superiores ni a mis subalternos».

Le recomendé que no reincorporara a ninguno de esos viejos generales. «Pero el hombre estaba ciego y por eso yo me fui». Finalmente criticó a los oficiales de la Fuerza Armada metidos en los colectivos, repartiendo los CLAP y metidos en los Consejos Comunales.

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