Foto: Armando Díaz

Era una afección respiratoria lo que mantenía en delicado estado de salud a Alan Jesús Núñez Valbuena, de un año y dos meses. En menos de 24 horas  en el área de pediatría de la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera encontró la muerte, luego que le hicieran una abertura en el cuello para conectarle una vía, sin ningún tipo de respiración artificial, denunciaron familiares.

Su prima, Ana María Valbuena, quien habló por los familiares en las adyacencias del Departamento de Patología Forense de Valencia, relató cómo desde el viernes en la mañana se pasearon por todas las clínicas conocidas de la región para que entubaran al bebé, quien presentaba problemas desde el miércoles, los cuales se intensificaron con los días.

En más de 10 lugares le dijeron que no contaban con los materiales para ayudar al infante, en la Policlínica La Viña estuvo recluido por un día pero la estadía costaba 10 millones por cada 24 horas, una cantidad que ellos no podían sufragar. Del centro médico los remitieron a la CHET.

Se trasladaron en una ambulancia cuyo servicio les costó un poco más de 300 mil bolívares y en la que viajaron con la compañía de paramédicos hasta el Hospital Central. Allí, la doctora encargada del caso afirmó que no tenían los insumos requeridos, pero que le podían dar una cama. Ahí empezó otro calvario, contó Valbuena. «Nos pidieron todos los insumos y las medicinas porque ellos no tenían nada».

Venezuela es un país en el que durante los últimos años la escasez ha llegado a cada sector. En el caso de la salud, el presidente de la Federación Médica de Venezuela, Douglas León Natera, situó a principios de enero las cifras de ausencias de medicinas e insumos médicos en 97%.

En la CHET ya es conocido entre familiares con varias semanas en el centro que esos insumos y medicinas sí se pueden encontrar, pero hay que recurrir a la figura del banquero. Así Ana María encontró los tubos de ensayo, el cloruro de sodio y otras medicinas.

«¿Sabes cómo hice? tuve que hablar con otras personas para que estos contactaran a los que venden café, porque ellos son los que tienen todos los productos. No hablan con todo el mundo». Desde la visita interventora del Ministerio de Salud a la CHET, a principios de septiembre, los trabajadores informales que se dedican a comerciar con estos productos se cuidan las espaldas de cualquier persona que los delate.

En el caso de la familia Núñez Valbuena, el gasto rondó entre los 500 y 600 mil bolívares, en los que no estaba el paquete de Profenid, que no encontraron los bachaqueros y que tampoco estaba en los almacenes, pero que apareció en una gaveta del hospital, contó Valbuena.

El poco tiempo que estuvo dentro del hospital fue muy rudo para Valbuena y sus parientes, a quienes desde un principio les hicieron saber que el bebé no tendría muchas esperanzas. «Llegaste a la realidad, aquí tienen que prepararse». Así repetía, con los ojos llenos de lágrimas, las palabras de una enfermera del área de pediatría.

El diagnóstico no es claro. El pequeño Allan murió este domingo a las 2:00 a.m. según las fichas que le dieron a los padres. La causa de muerte no está clara porque la razón no se entiende. La mujer afirma que los médicos no se supieron explicar y que los métodos usado no fueron los correctos, porque al infante jamás lo entubaron y le abrieron una vía en el cuello para pasarle los medicamentos necesarios.

En el instante que le colocaron la vía, el niño sufrió un paro respiratorio junto a una serie de convulsiones que hicieron imposible que cualquier acto de reanimación surtiera efecto. No duró ni 10 minutos luego de iniciado el proceso. Al final la razón por la que acudieron a la CHET resultó ser una mentira. «Ahí tienen todos los equipos para que resuelvan», les dijeron en La Viña.

El bebé murió, sin recibir la respiración proveída por los electroventiladores y con una herida en el cuello en la que al parecer le pasaron los medicamentos, pero la prima del bebé duda que esto ocurriera. Ella piensa que se robaron cada insumo y medicamento entregado.

Esta serie de muertes se ha vuelto común en los últimos meses. El Hospital Central ha sido señalado por familiares, médicos y políticos regionales como un centro de salud no apto para recibir pacientes, debido a sus malas condiciones de salud y ciertas prácticas que ponen en riesgo la vida de los internos.

La intervención concretada en septiembre dejó al descubierto una red de tráfico de insumos, que hasta los momentos parece mantenerse bajo una sombra y alude a trabajadores de bajo rango. En sus pasillos la falta de higiene persiste, mientras los familiares se quejan del maltrato de médicos y enfermeras. Lo que representa una alarma más sobre una realidad que no sólo es de Carabobo, sino de todo el sistema público de salud en Venezuela.

 

 




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