Alberto Torres Márquez/Crónica Uno
La emergencia humanitaria venezolana sigue siendo muy profunda y compleja a medida que, pese a que algunos indicadores nutricionales y económicos parecen mostrar cierta mejoría, la desigualdad se agudiza y la población se va quedando sin medios para resolver sus necesidades, ante la inacción del Estado.
Para la nutricionista y asesora de respuesta humanitaria de Cáritas Venezuela, Susana Raffalli, la crisis venezolana vive una nueva escala en la que las personas ya no tienen mecanismos para hacerse cargo y afrontar sus necesidades y la precariedad que viven.
“Sigue habiendo necesidades humanitarias muy complejas. No solamente el hambre, sino el desgaste, el haber quedado sin medios de vida, haber agotado todas sus posibilidades. Puede estar el alimento y no tener gas para cocinarlo, ni leña o agua; no tienes servicios eléctricos, el niño cae en desnutrición y lo llevas a un hospital que está desabastecido”, dijo la especialista en un evento de perspectivas sociales organizado por la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria (VenAmCham).
Raffalli aseguró que, en escala, han mejorado algunos indicadores de la emergencia humanitaria compleja, como la desnutrición o la inseguridad alimentaria, pero otros factores se han agravado respecto a 2016 y 2017, cuando estaba empezando la crisis.
"Un venezolano con necesidades humanitarias, en 2016, podía todavía echar mano a recursos, a un familiar, a mandar a sus hijos a casa de la abuela, de ahorros o de vender sus cosas. Eso se acabó, se agotó. Si esto empeora, lo que va a redundar es en más migración o en más muerte”, advirtió Raffalli.
Según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), en 2022 la pobreza multidimensional y la pobreza por ingresos cayeron por primera vez en siete años. Sin embargo, factores sociales y de infraestructura como vivienda, servicios y educación aumentaron su impacto en el índice de pobreza.
Se estima, por ejemplo, que más de un millón y medio de niños, niñas y adolescentes quedaron fuera del sistema educativo en el último período escolar, según la Encovi. De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP), en 44 % de los hogares venezolanos hay fallas eléctricas de una a seis veces por semana y en nueve de cada 10 hogares almacenan agua ante las fallas del servicio por tuberías.
Disminuye la cooperación humanitaria
Raffalli advirtió, en el encuentro de VenAmCham, que los planes de respuesta humanitaria se están empezando a quedar sin financiamiento internacional y que “van a empezar a desaparecer organizaciones humanitarias pequeñas que dependían de esa financiación”.
En 2022, según información de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), la respuesta humanitaria alcanzó a 2,8 millones de personas en el país y se recibieron $309,6 millones para la asistencia (39 % de los fondos requeridos). Para este año, el plan requiere $720 millones, pero al 21 de abril apenas se habían recibido (9 % del total).
Además de la disminución en los fondos de ayuda humanitaria, Raffalli alertó sobre otros problemas operativos que dificultan las labores de las organizaciones humanitarias, como la falta de servicios públicos que los obliga a viajar a las zonas vulnerables con bidones de agua y hasta de gasolina, ante la crisis de combustible en las regiones.
"Tenemos oficinas en el terreno que no tienen electricidad; tenemos puntos de cuidado con jornadas de vacunación, citología para las mujeres o desparasitación en lugares donde no hay agua”, dijo.
La asesora y especialista en respuesta humanitaria admitió que entre las organizaciones humanitarias les “preocupa mucho la amenaza constante por parte del Estado” de criminalizar sus labores y amenazar con mecanismos de control a las ONG y la cooperación internacional, como los que está debatiendo la Asamblea Nacional de mayoría oficialista.
Sigue latente la crisis sanitaria
El médico y coordinador de la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), Julio Castro, alertó en el panel de VenAmCham que Venezuela sigue viviendo una situación de salud “delicada y crítica”, en medio de la emergencia humanitaria, con fallas de servicios en los hospitales y altas prevalencias de enfermedades transmisibles y no transmisibles que no están siendo monitoreadas.
Indicó que en indicadores como la mortalidad materna, mortalidad infantil y cobertura de vacunas “todo lo que ganamos desde los años 40 hasta finales del siglo XX, lo perdimos en los últimos 20 años”. La mortalidad general, por ejemplo, sigue en ritmo ascendente y se estiman alrededor de 370.000 venezolanos que fallecieron, por fallas del sector salud o asociadas a agua, electricidad, desnutrición y otros factores en las últimas dos décadas.
A pesar de que el abastecimiento de medicinas ha mejorado respecto a hace cinco años, Castro destacó que en los hospitales públicos del país la situación sigue siendo crítica con más de 50 % de escasez de medicamentos en las salas de emergencia, sumado a 60 % de recintos que no tienen servicio de agua potable.
El experto resaltó la alerta de potencial aumento de enfermedades transmisibles como el dengue y la chikungunya, dada la situación que se avecina con las lluvias y a la alta circulación de ambos virus en Latinoamérica.