Un hombre pasa frente a una sucursal cerrada de Thomas Cook este lunes 23 de septiembre en Londres. AFP

En un solo fin de semana se selló la suerte del operador turístico británico Thomas Cook. Pero la quiebra precipitada por la intransigencia de algunos bancos se explica también por años de gestión riesgosa, el Brexit y una feroz competencia en internet.

Su fundador, el inglés Thomas Cook, había inventado en 1841 el turismo moderno al principio de la era victoriana. Pero, 178 años después, el histórico grupo británico tuvo que echar el cierre bruscamente este lunes.

Sin embargo, su quiebra no es una sorpresa habida cuenta de que el estado de salud del grupo no dejaba de degradarse desde hace diez años, con una deuda gigantesca de más de mil millones de libras.

«La deuda es sólo el síntoma de un mal profundo. Thomas Cook fracasó porque no supo evolucionar con el tiempo», considera Neil Wilson, analista de Markets.com.

Por su parte, el ejecutivo británico, que abrió una investigación, subraya que «existen complejas razones detrás de esta quiebra», según una portavoz de Downing Street.

El punto de inflexión puede situarse en 2007, cuando el grupo se lanzó a la compra de MyTravel, un especialista británico del viaje organizado tradicional.

Esta costosa adquisición fue difícil de digerir en un momento en que el modelo de negocio se veía alterado por el auge de las vacaciones compradas por internet.

Unos años más tarde, en 2011, se sumaron a los problemas del grupo las turbulencias provocadas por las primaveras árabes en Túnez y Egipto, que desanimaron a viajar hacia esos destinos a buen número de turistas europeos.

Un mercado despiadado

Entonces rozó por primera vez la quiebra y se salvó sólo gracias a una nueva inyección de dinero de sus acreedores, lo que agravó su deuda y lo obligó a gastar cientos de millones de libras en intereses.

Una sucursal de la agencia de viajes Thomas Cook en la avenida de la Ópera de París, este lunes 23 de septiembre. AFP

Ya debilitado, en los últimos dos años debió hacer frente además a una nueva tempestad entre las incertidumbres del Brexit, que animaron a muchos turistas a aplazar sus vacaciones, la caída de la libra, que pesó en su contabilidad, y una ola de calor que incitó a gran cantidad de europeos a pasar el verano cerca de casa en lugar de viajar a destinos lejanos.

El grupo iba así multiplicando las advertencias sobre sus resultados e incrementando sus pérdidas. Y sus acciones de desplomaron: el viernes al cierre sólo valían 3,45 peniques, es decir 0,0345 libras, frente a 1,2 libras a principios de 2018.

Esto no impidió sin embargo a sus directivos embolsarse unos 20 millones de libras (en primas) en los últimos cinco años pese a su incapacidad para volver a encarrilar el negocio de Thomas Cook, subrayaba la prensa británica.

Golpe de gracia

El anuncio hace unos meses de una toma de control por el grupo chino Fosun dio un poco de esperanza a Thomas Cook. En el marco de este acuerdo, los acreedores debían adquirir su compañía aérea por unos mil millones de libras.

Una viajera pasa frente a unos mostradores de facturación cerrados de la compañía Thomas Cook este lunes 23 de septiembre en el aeropuerto de Gatwick, al sur de Londres. AFP

Pero esto no bastó para algunos acreedores, en particular a los bancos RBS y Lloyds, que durante el fin de semana exigieron que el grupo encontrase 200 millones de libras más para asegurar su supervivencia hasta noviembre de 2020.

«Los bancos lo dejaron en la estacada», afirma Wilson.

Según una fuente cercana al dosier, además de los bancos, existían dudas por parte de Fosun, de quienes algunos consideraban que tenía mucho que perder dada la precariedad de la situación de Thomas Cook.

Como resultado, nadie quiso poner más dinero en las negociaciones de último minuto celebradas en Londres y, sobre todo, el gobierno conservador británico que tiene como principio no intervenir en caso de quiebra de empresas privadas.

Un rescate gubernamental de Thomas Cook, nacionalizada entre 1948 y 1972, «sólo lo habría mantenido a flote algún tiempo», afirmó este lunes a la BBC el ministro de Transportes, Grant Shapps.

En su opinión, «el grupo tenía dificultades profundas para evolucionar en un sector del viaje que se distanció de las agencias urbanas para virar hacia las reservas en línea».

Los 22.000 empleados del grupo, entre ellos 9.000 en el Reino Unido, podrían pagar un alto precio. AFP




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