Simón Bolívar, el hombre más grande de América. (Foto cortesía).

Traicionado por sus más allegados, totalmente consumido, al punto que pesaba 38 kilos, el 17 de diciembre de 1830 murió en Colombia el Libertador Simón Bolívar, después de una larga agonía. El deceso ocurrió a la 1:03 pm.

Lo acompañaron en ese difícil momento, el general Mariano Montilla; su mayordomo, José Palacios y su médico de cabecera, Prospero Réverénd, entre otras personas.

Hoy se cumplen 191 años del fallecimiento del hombre más grande de América, Simón Bolívar, nacido en Caracas Venezuela, quien logró la independencia de seis naciones.

Los pormenores de los últimos días del Libertador, fueron relatados en un libro que escribió este médico francés, que llevó por nombre “La Ultima Enfermedad, los Momentos Ultimos y los Funerales de Simón Bolívar, Libertador de Colombia y del Perú”, y  fue publicado en Paris 36 años después del fallecimiento del prócer venezolano.

Con su salud ya menguada, por efectos de la tuberculosis que padecía, el Libertador llegó a la quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, el primero de diciembre de 1830.

A solicitud del general Montilla, fue atendido a partir del segundo día, por el doctor Révérend, quien elaboró varios boletines sobre el estado de salud de su paciente.

El 2 de diciembre, el doctor escribe sus primeras impresiones: «La enfermedad me pareció ser de las más graves, y mi primera opinión fue que tenía los pulmones dañados». Al día siguiente añade: «Duerme solamente dos o tres horas por la noche, y el resto lo pasa desvelado, y como con pequeños desvaríos».

El día 10 Bolívar le pide al médico que le hable francamente y este le dice que no cree que pueda salvarse. Bolívar le dice: «¿Y ahora, cómo salgo yo de este laberinto?» Decide entonces escribir su última proclama y su testamento. El día 11 escribe su última carta.

El último párrafo dice: ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro».

El boletín de la mañana del 17 de diciembre, refleja el progresivo debilitamiento del Libertador llegando a la conclusión de muerte inminente en próximas horas, a los 47 años de edad.

BOLETÍN NÚMERO 32: Todos los síntomas están llegando al último grado de intensidad; el pulso está en el mayor decaimiento; el fácies está más hipocrático que antes; en fin, la muerte está próxima. Frotaciones estimulantes, cordiales y sagú. Los vejigatorios han purgado muy poco. Diciembre 17, a las siete de la mañana.
A. P. Révérend

A las nueve de la mañana el doctor Alejandro Próspero Révérend fue interrogado por el general Mariano Montilla sobre el estado de salud del Libertador. Este le informó del funesto pronóstico, lo cual aumentó considerablemente la preocupación en el séquito de Simón Bolívar.

Tras el paso de una mañana marcada por el constante desvanecimiento de los signos vitales y pasado el mediodía, el silencio del salón principal de la casa,  ocupado por los edecanes, la cúpula militar del ejército patriota y los amigos más íntimos del Libertador, se vio interrumpido por las palabras de su médico Alejandro Próspero Révérend, quien los invitó a pasar a la habitación contigua si querían presenciar los últimos momentos del prócer venezolano.

Rodeado de su séquito, y tras una larga pero calmada agonía, el general Simón Bolívar falleció a la una de la tarde con tres minutos y cincuenta y cinco segundos del viernes 17 de diciembre de 1830.

José Palacios, su mayordomo, llorando en un rincón de la habitación exclamó: «¡Se me murió mi señor!». El general Montilla no pudo contener el llanto y exclamó: «¡Ha muerto el Sol de Colombia!». Desenvainó su espada y cortó el cordón del péndulo que marcaba la hora, el cual se quedó para siempre marcando la una.

 

 




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