En cada espacio del tiempo histórico venezolano iniciado en 1498, nuestras paisanas se han destacado por su abnegación, heroísmo y entrega para lograr los nobles objetivos.

En momentos de plena dificultad, ellas brindaron guarda y cobija a los combatientes de ideas y de lucha.

Muchas sirvieron de guías y mensajeras, transitando sitios inhóspitos vigilados por fuerzas opositoras, otras atendían a los heridos en pleno campo de batalla o en la retaguardia.

Estas damas del sacrificio atendían a los enfermos; cocinaban o cosían las ropas y uniformes de los soldados.

Innumerables mujeres empuñaron las armas para estar en la primera línea con el pelo recogido, hombro a hombro con los insomnes combatientes.

La historia y tradición recoge información de tantas compatriotas de todas las regiones y clases sociales, que como madres, esposas o amantes, dejaron honda huella de servicio y pasión por alcanzar la inexistente como deseada libertad.

En esta oportunidad nos referiremos a Concepción Mariño, hermana del valeroso margariteño el General en Jefe Santiago Mariño, nacidos en el Valle del Espíritu Santo, él en 1788 y Concepción en 1790; hijos del gallego don Santiago Mariño de Acuña y de la escocesa doña Anastasia Carry.

Familia de excelente posición económica, con intereses y esclavos en las costas del Golfo de Paria y en Trinidad.

Concepción contrajo matrimonio con José María Sanda, procrearon cinco hijos.

A raíz de la Capitulación de Miranda ante el jefe realista Domingo Monteverde el 25 de julio de 1812, desde el islote de Chacachacare, ubicado en Trinidad el coronel Santiago Mariño y un grupo de jóvenes, organizaron el 11 de enero de 1813, una expedición libertadora sobre las costas orientales de Venezuela.

Doña Concepción ofreció todo el entusiasmo y apoyo disponible para la realización exitosa de los objetivos propuestos.

Cuarenta y cinco personas, entre ellas once venezolanos, algunos franceses e ingleses, participaron en esta actividad.

Reunidos en la hacienda propiedad de doña Concepción, nombraron en horas de la noche a Santiago Mariño como jefe de la expedición y presidente de la Junta; como secretarios fueron designados Francisco Azcue, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar y Manuel Valdés.

Elaboraron un importante documento conocido como «El Acta de Chacachacare, el cual concluía:
«Mutuamente nos empeñamos nuestras palabras de caballeros de vencer o morir en esta gloriosa empresa, y de este compromiso, ponemos a Dios y nuestras espadas por testigos».

Los voluntarios extranjeros y las dos embarcaciones las proporcionó el corsario francés Juan Bautista Bideau.

El grupo equipado con seis fusiles, algunas armas cortas y machetes, zarparon a primera hora del 13 de enero de 1813, pudiendo mediante la sorpresa y el apoyo de muchos voluntarios que se iban agregando, liberar a Güiria, Cumaná, Barcelona y Maturín.

Mariño fue reconocido como: Libertador de Oriente y Concepción denominada *»La Magnánima Señora»

Siendo Santiago Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador en 1821, le correspondió a esta incansable luchadora movilizarse en embarcaciones de su propiedad hacia Jamaica para comprar y transportar armas y municiones, muchas de ellas utilizadas por el Ejército en Carabobo.

Falleció esta distinguida heroína margariteña en su hacienda de Chacachacare en 1854.

La agenda de las efigies está en deuda de erigir en el glorioso Campo de Carabobo un monumento alegórico a la participación de la heroína venezolana, «Mujer hecha Patria», al Sacerdote Anónimo, «Patriota con Sotana» y al Niño Héroe, «Semillero de Esperanzas».

Eumenes Fuguet Borregales.
eumenes7@gmail.com




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