Al momento de bautizarlo en la Catedral de Caracas el 30 de julio de 1783, Juan Vicente su padre, deseaba ponerle a su hijo, el nombre de Pedro, pero el sacerdote y padrino Juan Félix Jerez y Aristiguieta, le propuso el nombre de Simón, por ser Simón, el primer Bolívar en llegar a la América, su quinto abuelo, y Simón su cuarto abuelo el primer Bolívar nacido en este continente (Santo Domingo).

El presbítero al tenerlo en los brazos exclamó: ¿Quién sabe que será este niño cuando crezca? .

El sacerdote y padrino Aristiguieta, mediante un vínculo, regaló a su ahijado: haciendas y casas.

La familia Bolívar era devota del augusto misterio de la Santísima Trinidad.

Una piadosa costumbre señalaba, que el niño al nacer, debe llevar el nombre del santo correspondiente al día de su nacimiento; muchos pensaban que había nacido el 28 de octubre, día reservado a San Simón y San Judas Tadeo.

A partir de octubre de 1817, por disposición del general Carlos Soublette, se celebraba el Día de San Simón por todo lo alto.

En 1919, el Presidente Juan Vicente Gómez, lo eliminó como día de fiesta nacional, para evitar confusiones con la verdadera fecha de su nacimiento que es el 24 de julio.

La tarde del 15 de agosto de 1805, en la colina de Monte Sacro, en presencia de Simón Rodríguez y su primo Fernando Rodríguez del Toro, el joven Simón, lanzó a los cuatro vientos su juramento de: «no descansar su brazo y su alma, hasta tanto no ver a la América libre de las cadenas que nos oprimían por voluntad del imperio español».

En ese lugar, le preguntó a Don Simón Rodríguez: ¿Si en esta fragua homérica, yo arrojara mi alma que es de hierro y oro, que surgiría maestro?…

El maestro al verle a los ojos encendidos contestó… ¡la libertad!.

Bolívar destacó como: visionario, político, periodista, sociólogo y estratega militar, entre tantas cualidades que lo caracterizaban.

Inició sus campañas en diciembre de 1812, en el Magdalena, con apenas setenta voluntarios.

El 14 de mayo de 1813, desde Cúcuta empezó la Campaña Admirable, recorrió mil kilómetros en exitosas operaciones militares hasta llegar a Caracas el 6 de agosto de 1813.

La municipalidad caraqueña lo designó el 14 de octubre “capitán general de los ejércitos con el título de Libertador”.
Agradecido contestó el 18: “Libertador de Venezuela, título más glorioso y satisfactorio para mí que el cetro de todos los imperios de la tierra”.

Uno de los momentos más difíciles, lo vivió el 4 de julio de 1817, al estar rodeado de fuerzas realistas en Casacoima en la desembocadura del Orinoco, allí permaneció varias horas en las aguas.

Al ser rescatado, sufriendo de un estado febril, pudo decirles a sus compañeros: “todo el territorio donde estamos será liberado, y entonces se salvará Venezuela y la Nueva Granada. Yo los conduciré a libertar Quito, Perú y todo el continente americano”.

Los oficiales presentes, mirándose unos a los otros comentaban en voz baja: “todo está perdido; lo que era de nuestra confianza, helo aquí loco y delirando”.

Bolívar deliró visualizando proféticas inspiraciones, que para ese momento parecían utópicas.

El 15 de febrero de 1819, presentó ante el Congreso reunido en Angostura, su elocuente discurso conocido como el “Mensaje al Congreso de Angostura”, brillante pieza oratoria, que por su contenido político, educativo, social, moral y humanístico, aún es estudiado.

Aboga por la libertad de los esclavos, por la educación, por la moral, por la organización de los gobiernos.

El Mensaje en Angostura, es considerado, el más estelar de los diez mil documentos analizados por Vicente Lecuna.

El caudal léxico del Libertador, se calcula en 16.000 voces, tomando en cuenta, que el del conocido escritor y dramaturgo inglés William Shakespeare era de 15.000 y el Miguel de Cervantes y Saavedra autor de Don Quijote de la Mancha 24.000.

Con su espada redentora nos dejó un manojo de seis naciones libres.

En el Manifiesto de Carúpano escribió el 7 de septiembre de 1814:

“Dios concede la victoria a la constancia”.

Eumenes Fuguet Borregales.
eumenes7@gmail.com




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