La obra "La joven de la perla" del pintor neerlandés Johannes Vermeer. Foto: EFE/Imane Rachidi

La pequeña obra de Johannes Vermeer, famosa por su calma y luz, está esparcida por el mundo, pero, por primera vez en la historia, el Rijksmuseum de Ámsterdam homenajea al artista neerlandés con una exposición de 28 de sus 37 pinturas: ni siquiera el propio maestro del siglo XVII vio tantas obras suyas en un mismo lugar.

La peculiaridad y el éxito de esta exposición ya es evidente, y eso que no abre al público hasta el sábado: el museo ha vendido ya 200.000 entradas por adelantado, y ha tenido que ampliar su horario de apertura para satisfacer la gran demanda en admirar este espectáculo artístico, y periodistas de todo el mundo se han acercado hoy a capturar la presentación.

“Es realmente una oportunidad única en la vida”, aseguró el director del Rijksmuseum, Taco Dibbits, quien recuerda que ni siquiera el propio Vermeer vio toda esta colección de obras suyas juntas en un mismo lugar. El pintor murió hace casi 350 años, pero sigue siendo todo un desconocido y su obra sigue sorprendiendo a expertos, investigadores y admiradores.

Las 28 obras se exponen en Ámsterdam hasta el 4 de junio, unos 27 años después de la última exposición histórica de un total de 22 Vermeer en el Mauritshuis de La Haya.

La mayoría de la colección de Vermeer está fuera de Países Bajos, su país natal, con Estados Unidos como ganador (14 pinturas). Los extranjeros más adinerados de la época compraron las piezas en un momento en el que Vermeer no era nadie en Europa (más allá de Francia). Países Bajos tiene siete cuadros, el resto de Europa colecciona 15, y hay un lienzo en Japón.

Nadie creía que una muestra así sería posible porque los Vermeer son escasos, una joya que los museos suelen rechazar prestarse unos a otros, pero la actual renovación de La Colección Frick de Nueva York fue la excusa perfecta: aceptaron prestar al Rijksmuseum sus tres obras de Vermeer y a partir de ahí empezaron las negociaciones con otros museos.

La “Dama en amarillo escribiendo” (1664-67) viajó desde la Galería Nacional de Washington; “Alegoría de la fe católica” (1670-74) desde el Museo Metropolitano de Nueva York; “Una mujer joven sentada ante el virginal” (1670-72) desde la Galería Nacional de Londres; el “Cristo en casa de Marta y María” (1655) desde la de Escocia; y “La lección de música interrumpida” (1660) desde la Frick.

Otras obras tomaron una vía más corta: “Diana y sus compañeras” (1655-56) y “Vista de Delft” (1660-61) llegaron a Ámsterdam desde La Haya, al igual que la famosa pintura de “La joven de la perla” (1664-67), aunque esta admirada pieza se volverá a casa en abril para el inicio de la temporada turística. “La gente viene al Mauritshuis solo para verla. Es que es ella, es la joven, no hay otra”, dicen a Efe desde este museo.

Otros cuadros han viajado desde otros museos de Nueva York, Dublín, Berlín, Washington, París, Fráncfort del Meno, Tokio y Dresde, y se han sumado a piezas propiedad del Rijksmuseum: “La Carta” (1669-70), “La lechera” (1658-59),“Mujer leyendo una carta” (1663-64), y “Vista de casas en Delft”, también conocida como “La callecita” (1658-59).

También se muestra la “Muchacha con flauta” (1669), que el Rijksmuseum defiende como original de Vermeer, pero la Galería Nacional de Washington atribuye a alguien familiarizado con la técnica pictórica de Vermeer, como un estudiante o un familiar.

Hay nueve obras que se echan de menos, una de ellas es “El arte de la pintura” (1668). Adolfo Hitler la compró en 1940 de un conde austriaco, y los Aliados la descubrieron en 1945 en una mina de sal de Austria, junto a otro arte saqueado por los nazis. Cuelga en el Museo de Historia del Arte de Viena y no está en Ámsterdam debido a su fragilidad.

Ver la serie de obras de Vermeer divididas en diez temáticas a lo largo de varias salas del Rijksmuseum evidencia de golpe la conexión y la cohesión en el estilo, la técnica, el color, y las sombras del arte del maestro del Barroco, reflejadas en las figuras femeninas, los rostros de los personajes masculinos, o en los detalles de la vestimenta y la luz.

La exposición también cuenta historias especiales, como el descubrimiento de que La Lechera fue modificada por Vermeer durante el proceso. “En una etapa muy temprana, definió drásticamente la luz y la sombra, casi con pintura oscura. Ahora es una pintura perfecta, pero al principio era muy intenso y rápido dibujando. Es muy bonito”, señaló a Efe Anna Krekeler, conservadora del Rijksmuseum.




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