Lavarse las manos con agua y jabón o usando un desinfectante a base de alcohol mata los virus que pueda haber en sus manos».
Esta es la primera y principal recomendación emanada de la Organización Mundial de la Salud, como parte de las precauciones que se pueden adoptar para reducir la probabilidad de contagiarse con el COVID-19.
Hoy, cuando en Venezuela se han registrado, de acuerdo con cifras gubernamentales, 70 casos positivos para COVID-19, 82 % de los venezolanos no tiene un suministro de agua de manera continua y la que recibe de manera esporádica es de dudosa calidad o no potable. Así se desprende del reporte de la Emergencia Humanitaria Compleja que elaboraron varias ONG, entre las cuales está la Fundación Aguas sin Fronteras, reseñó cronica.uno
El desabastecimiento de agua potable es cada vez más agudo. Regiones como Aragua, Carabobo y Cojedes, que dependen del suministro del Sistema Regional del Centro (SRC) y que se abastece de los embalses Pao-Cachinche, Pao–Las Balsa, Guataparo y Camatagua, respectivamente, padecen un grave déficit del servicio de agua potable, que en algunas comunidades lleva meses e inclusive uno y dos años.
Se calcula que seis millones de habitantes son atendidos con el SRC, o comúnmente conocido como el Acueducto Regional del Centro, junto con otros sistemas aislados, que también aportan agua a la ciudad capital, Caracas y a San Juan de los Morros, en el estado Guárico.
Hidrocentro, la empresa operadora del Sistema Regional del Centro (SRC I y SRC II), cuenta con una capacidad instalada para producir 19.280 litros por segundo (LPS) a través de 16 plantas potabilizadoras, 494 fuentes subterráneas (244 pozos en Aragua, 197 en Carabobo y 53 en Cojedes) y 15 fuentes superficiales. Con esta producción se generan 305 litros por día (LPD).
El Acueducto Regional del Centro operado por Hidrocentro -explica el ingeniero Jesús Castillo, presidente de la asociación civil- presenta fallas en la distribución, que ocasiona una disminución cercana de 40 % del agua que debe distribuirse en la región central.
Aurora Gil tiene 67 años de edad y es habitante del Samán Tarazonero, una populosa comunidad del municipio Mariño, en Aragua. Padece una artrosis en la rodilla izquierda y muchas veces tiene que salir a buscar agua para su consumo.
Costear el llenado de un pequeño tanque de 2500 litros equivale a la compra de tres productos de la cesta básica. No puede pagar los 10 dólares que le cobran por suministrarle agua en su vivienda.
En algunos sectores del estado Aragua, el agua se recibe por tuberías cada 21 días, lo que obliga a cientos de familias, la mayoría de escasos recursos, a destinar 40 % de sus ingresos para adquirir agua, muchas veces de dudosa procedencia.
La Coalición Clima21 junto con la Fundación Tierra Viva realizaron una investigación en el 2018, con el objetivo de documentar la situación de la escasez de agua potable en el Área Metropolitana de Caracas (AMC) en el contexto de la crisis venezolana de abastecimiento de agua para ese momento.
Según una encuesta realizada, «3 de cada 4 caraqueños no recibe agua regularmente y solo 18 de cada 100 reciben agua a diario. Asimismo, 58 % de los consultados indicó que reciben agua en un período que oscila entre 2 o 3 días, hasta 1 vez por semana y al menos 5 % la reciben con una periodicidad de un mes o más. Es decir que 63 % de los consultados tienen un racionamiento de agua entre mediano y alto».
De acuerdo con las proyecciones del Censo de Población y Vivienda del 2011 del Instituto Nacional de Estadística, la población del AMC es de 3.325.054. El territorio urbano incluye al Litoral Central de Vargas, Guarenas, Guatire y los Valles del Tuy cuya población combinada se calcula en 5,4 millones de habitantes.
Agua que no has de beber…
Venezuela es el país con las mayores reservas de agua dulce del mundo. Cuenta con alrededor de 90 cuencas hidrográficas, con un potencial hídrico superficial que supera 1 millón de millones (1.000.000.000.000) de mᶟ/año y más de 8000 millones (8.000.000.000) de mᶟ/año en potencial hídrico subterráneo. La descripción está en el artículo «La gestión de los recursos hídricos: un factor en la crisis humanitaria en Venezuela», del ingeniero Luis Alejandro Padrino, que fue publicado en la revista web la iagua.es.
Aunque un país rico en recursos hídricos, paradójicamente, desde 2014, en todo el país existe un grave problema de déficit del servicio de agua potable. El Gobierno se lo atribuye a los períodos de sequía y a los efectos de El Niño.
De allí parten los racionamientos en el suministro de agua en gran parte de país.
María Fernanda Sánchez, residente del urbanismo Samán Tarazonero, en Aragua, recorre a diario unas 15 cuadras, a veces acompañada de su hijo menor, hasta un llenadero improvisado ubicado en la comunidad de La Casona.
«A veces hago ese trayecto cuatro veces al día, porque no tengo dónde almacenar el agua. Apenas puedo llenar unos botellones y envases pequeños«, cuenta, mientras intenta, infructuosamente, recordar cuándo fue la última vez que en su vivienda llegó el agua por tubería. Solo recuerda que las pocas veces que eso ocurría, el olor era fétido.
El ingeniero Jesús Castillo, presidente de Agua Sin Fronteras, afirmó que para 2018, cerca de 35 % de los embalses están eutrofizados, envejecidos, colmatados y contaminados física, biológica y químicamente, pues son cuencas receptoras de aguas residuales que no son tratadas o que, en su defecto, el tratamiento es insuficiente.
Un promedio de 6000 litros por segundo de aguas residuales crudas son vertidas directamente en el embalse Pao Cachinche, que, a su vez, envía las aguas a la planta potabilizadora Alejo Zuloaga que surte al estado Carabobo de agua ‘tratada’ no potabilizada.
De igual forma, el embalse Pao Las Balsas, receptor de las aguas del Pao Cachinche, envía las aguas a la planta Lucio Baldo Soulés que surte a un sector de Carabobo y al estado Aragua.
«Potabilizar estas aguas es severamente difícil», asegura Castillo, refiriéndose a los embalses de la cuenca Pao Cachinche, Pao las Balsas y en su menor medida el embalse de Camatagua.
El deterioro de la infraestructura hídrica
Los expertos en materia hídrica coinciden en que la mayoría de los embalses de Venezuela, y en particular los de la región central del país, se encuentran en franco deterioro, producto de una total desatención por parte del Estado.
Las fallas eléctricas -explica el ingeniero Castillo- también hacen que el sistema no opere de manera óptima en la conducción y bombeo del agua.
Según información presentada por la comisión mixta de la Asamblea Nacional en el período 2010-2015, el Gobierno gastó $42 millardos en una nueva infraestructura eléctrica. Pero la crisis del Sistema Eléctrico Nacional quedó en evidencia cuando en marzo del 2019, Venezuela vivió un apagón general.
El pasado 4 de marzo, una fuerte variación de tensión eléctrica dejó fuera de servicio los Sistemas Regional del Centro I y ll y el Sistema Tirgua y, en consecuencia, sin agua potable a los estados Carabobo, Aragua y a Tinaquillo, en Cojedes.
Hospitales sin agua potable
En este momento, cuando el acceso al agua es más urgente para evitar y prevenir cualquier contagio por el COVID-19, en Venezuela el desabastecimiento de agua es la principal causa en el incremento de enfermedades de origen hídrico.
El almacenamiento del agua constituye un foco de crecimiento de vectores de enfermedades como zika, dengue y chikungunya, entre otras.
El último boletín epidemiológico, publicado en diciembre de 2016, refiere que entre 2015 y 2016 hubo un incremento de 26,2 % en los casos de diarreas en menores de cinco años de edad, mientras que la hepatitis viral A alcanzó una tasa de morbilidad nacional a 13,88 por cada 100.000 habitantes.
Y mientras el gobierno de Venezuela ha dispuesto 46 hospitales centinelas para la atención de casos de COVID-19 que se confirmen en el país, la Encuesta Nacional de Hospitales 2019 refiere que 78 % de los centros de atención de salud pública reportaron fallas en el servicio durante el año pasado.
El 70 % de los hospitales reportan intermitencias en el servicio y 20 % reportan que nunca reciben agua durante la semana.
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