La Virgen Milagrosa. (foto archivo)

192 años se cumplen de la aparición de la Virgen La Milagrosa, cuya imagen en una medalla, cada día suma más devotos en el mundo.

Es la Inmaculada Concepción, que fue acuñada en una medalla, por indicaciones de la propia santísima virgen, y que se le llama la Medalla Milagrosa.

La historia señala, y así lo registra un trabajo publicado por el portal Aciprensa, que el 27 de noviembre de 1830 la Virgen María se le apareció a Santa Catalina Labouré, una humilde religiosa vicentina en Francia.

La virgen venía vestida de blanco. Junto a ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:

«Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan».

Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: «Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti». Y una voz dijo a Catalina: «Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen», y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.

Wikipedia registra que numerosos santos y beatos portaron la Medalla Milagrosa. San Juan María Vianney hizo representar el reverso sobre la puerta del sagrario de una capilla dedicada a la Virgen, a la que dedicó una parroquia en 1836.

San Juan Gabriel Perboyre, primer santo de China, quien murió martirizado en 1839, dejó constancia en sus cartas de numerosos milagros atribuidos a la medalla.

El beato Federico Ozanam, fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl, la llevaba siempre consigo, como también santa Bernardita Soubirous o santa Teresa de Lisieux.

El anglicano san John Henry Newman la llevaba consigo cuando se convirtió al catolicismo, al igual que Alfonso de Ratisbona, a quien la virgen se apareció en Roma del mismo modo en que figura en la medalla.

San Maximiliano Kolbe, fundador de la Milicia de La Inmaculada, solía decir que las medallas eran su «munición» cuando las repartía.

Santa Teresa de Calcuta propagaba frecuentemente la devoción a la Medalla Milagrosa, mientras que el papa Juan Pablo II empleó una pequeña variante del reverso de la medalla como escudo de armas (la cruz mariana, consistente en una cruz plana con una M bajo el extremo derecho, representativo de la presencia de la Virgen a los pies de la cruz cuando Jesús murió crucificado).

Así mismo, la doctrina de la Inmaculada Concepción aún no era oficial cuando tuvieron lugar las apariciones, si bien las palabras «sin pecado concebida» de la medalla influyeron en el papa Pío IX al proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854. Posteriormente, el papa Pío X aprobaría la Asociación de la Medalla Milagrosa.




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