Cortesía

El escritor mexicano Sergio Pitol Demeneghi (Puebla, 1933), Premio Cervantes de Literatura 2005, falleció hoy en su vivienda de Xalapa, capital del oriental estado de Veracruz, confirmaron allegados. El escritor, traductor, diplomático, viajero y promotor de la literatura universal murió a los 85 años de edad.

Autor de obras escritas en español y traducidas al italiano, ruso, inglés, húngaro, chino, polaco y árabe, Pitol padecía afasia primaria progresiva, una enfermedad que en el último año le dificultó hablar, además de que su movilidad era limitada por su avanzada edad.

El autor de las novelas «El desfile el amor» (1984), «Domar a la divina garza» (1988) y «La vida conyugal» (1991), entre otras muchas obras, pasó sus últimos días en su casa del centro de Xalapa, una vivienda poblada por su colección de 12 mil libros que dispuso donar a la Universidad Veracruzana tras su muerte.

A Pitol era habitual verlo caminar por las calles de la ciudad, asistir constantemente a comprar su periódico y en obras de teatro.

Poco antes que la enfermedad le afectara con mayor severidad, siempre acudía a todas las ferias de libro que se organizaban en Xalapa, sede de una de las universidades públicas más grandes del sureste mexicano.

En rincones de su vivienda aparecen recuerdos de sus viajes por París, Varsovia, Budapest, Roma, Moscú, Praga, Pekín y Barcelona, que son fiel reflejo de su vida nómada.

Justo cuando comenzó su enfermedad trabajaba en una novela que llevaría por nombre «El triunfo de las mujeres».

La novela estaba ubicada en una época inmediatamente anterior al Segundo Imperio Mexicano (1863-1867) y los personajes eran un indígena del norte, un apache, una enanita que cantaba y bailaba, trapecista en un circo donde era la estrella principal, y su madre, la esposa de un político importantísimo.

Todas sus obras las escribió a mano y en papel, porque siempre consideró que el lápiz era una extensión de su brazo y de sí mismo, con la que transmitía todas sus emociones.

Durante parte de su vida lo acompañaron Homero y Lola, dos enormes perros que el escritor acogió y sacó de un refugio de animales.

Y los rostros de aquellos que fueron sus amigos y de escritores que influyeron en su vida aparecían en su despacho. León Tolstoi, Oscar Wilde, Antón Pávlovich Chéjov, Franz Kafka, Juan Rulfo, Alfonso Reyes, Manuel Pedroso, Carlos Monsiváis, Gabriel García Márquez y Juan Villoro, solo por mencionar algunos.

En sus años juveniles, Pitol participó en diversos movimientos de protesta al lado de su amigo Monsiváis, por lo que sabe el papel que desempeñan las juventudes en los cambios.

En marzo pasado, el escritor celebró su cumpleaños descansando en su casa, donde directivos del Instituto Veracruzano de la Cultura le festejaron con un pastel.




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