A Beatriz Calderón Martínez, doméstica, de 37 años, la encontraron muerta en el apartamento donde trabajaba, en la parroquia Sucre, Caracas. El cuerpo fue llevado a la morgue de Bello Monte para la autopsia legal, y todo indicó que sufrió un ataque de epilepsia, porque tenía dos meses sin tomar su medicamento.
Su padre, José Calderón, ratificó que su hija no conseguía el Tegretol de 200 mg o el Carbamazepine, para controlar las convulsiones. Sufría de la enfermedad por un problema hereditario. Presumen que sufrió una crisis, pero estaba sola sin nadie que la auxiliara y falleció.
El pasado sábado, el señor Calderón decidió llamar a los dueños del inmueble, porque tenía tres días sin ver a Beatriz. Ella solía visitar siempre a su padre, lo atendía y le preparaba comida.
La encontraron sin vida en su cama. Un familiar comentó que ante la falta del medicamento, Beatriz se preparaba infusiones de toronjil para conciliar el sueño.
Por falta de recursos, la familia solicitó ayuda en la Alcaldía de Libertador, y les colaboraron para que los restos fueran cremados.
"Gracias a la revolución no conseguía su medicamento y se murió", expresó su primo, Wilmer Vargas.