caso social
Delmira Julio permanece casi todos los días sentada en medio de la abundante vegetación y frente a su ranchito. Foto: Paola De Freitas.

La preocupación y desesperanza son recurrentes en los pensamientos de Delmira Julio. Ella pasa sus días en una silla plástica frente a la estructura hecha con palos de madera, que no tiene techo y a la que se refiere como “su ranchito”, casi sin poder respirar porque padece de asma crónica y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

“Yo no duermo, yo me la paso es sentada aquí, esperando en Dios”, dice resignada Delmira Julio quien tiene 49 años. Vive en el Asentamiento Campesino Los Samanes, en la parroquia Rafael Urdaneta de Valencia, en una grave situación de vulnerabilidad y pobreza.

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Su ranchito no tiene techo, agua o electricidad. Tampoco cuenta con cocina o baño. Foto: Paola De Freitas.

Sin aliento, Delmira contó que duerme a la intemperie, sobre una pequeña estructura que se asemeja lo más posible a una cama, y cuando llueve utiliza un plástico para cubrirse, sin embargo le es difícil evitar mojarse. Entre el frío y la humedad, su condición asmática empeora. En su ranchito no tiene cocina, baño, servicio de agua o electricidad y aunque a veces podía cocinar con leña, le robaron las dos ollas que poseía.

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Delmira Julio duerme a la intemperie en una estructura que se asemeja a una cama, hecha con palos, una colchoneta, sabanas y unas cuantas almohadas. Foto: Paola De Freitas.

Relató que desde pequeña sufre de asma, pero que actualmente la enfermedad se ha agravado tanto que le impide caminar porque sufre de ahogos, sumado a que padece reumatismo severo, lo cual le genera dolencias en sus rodillas y articulaciones. Su condición requiere que utilice oxigeno constante, nebulizaciones y varios medicamentos que no puede costear.

Debido a los ahogos y a la gravedad de su enfermedad ya no puede trabajar. Delmira tiene tres hijos que emigraron del país, uno de ellos se devolvió para ayudarla, ahora vive con ella y vende galletas y caramelos en las calles para generar ingresos que resultan insuficientes para cubrir todas las necesidades que tienen.

Delmira depende casi completamente de sus vecinos para sobrevivir. “A veces me toca salir, para pedir ayuda de las personas y poder comer”. Lo hace una vez al día, cuando alguno la puede ayudar. Además, vive alejada del resto de casas, en un terreno rodeado por la vegetación. Le cuesta mucho salir, porque debe caminar por varios minutos a través de un pequeño camino para llegar a la comunidad, lo cual se le hace imposible por sus enfermedades respiratorias.

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Para llegar a la casa más cercana debe caminar por un pequeño camino rodeado de varias plantas. Foto: Paola De Freitas.

Sus vecinos más cercanos, Francis y Gerson, asisten con lo que pueden a Delmira, quien contó que a veces cuando ve que se avecina la lluvia busca refugio en la casa de ellos. Francis afirmó que ayudan llevándole comida y estando pendientes de los repentinos ahogos que sufre para auxiliarla.

La situación de Delmira es de conocimiento de la junta comunal del sector, a pesar de eso, su vecina Francis aseguró que ella no recibe la bolsa del CLAP como los demás habitantes de la zona, porque no está censada. También señaló que son pocos los vecinos que se han solidarizado con el grave estado de la señora.

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Delmira Julio no tiene cocina. Come una sola vez al día, cuando algún vecino la puede ayudar. Foto: Paola De Freitas.

Citas médicas y tratamientos

Hace unos días Delmira fue atendida en el Hospital Carabobo por un cardiólogo, que le diagnosticó tensión alta y  le prescribió un tratamiento y exámenes, que no puede costear. Además, está esperando una cita con un neumólogo en la misma institución de salud.

Explicó que en el CDI le han puesto ampollas de dexametasona, pero el medicamento la hace retener líquidos e hincharse. Relató que la última vez que fue diagnosticada por un neumólogo, el doctor le especifico que debía nebulizarse y contar con oxígeno. Durante un tiempo Delmira pudo nebulizarse gracias a que unos vecinos le prestaron el equipo.

La condición de salud de Delmira es muy grave y se deteriora cada día más porque no tiene el debido cuidado ni el tratamiento necesario. Habla con muchas interrupciones para poder tomar aire, tose constantemente y se le dificulta movilizarse.




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