Raúl Albert junto a su entrañable amigo Enrique Chichí Hurtado, durante un reconocimiento a ambos. Foto archivo Clemente Espinoza

El periodista Raúl Albert se nos fue el Día de la Virgen del Socorro. Y no podía ser de otra manera porque era devoto de la patrona de Valencia.

Raúl José Albert fue sin duda una gloria del periodismo deportivo en Carabobo. Ese mérito fue reconocido al ponerle su nombre a dos canchas deportivas en Naguanagua y en Valencia. Fue un dirigente deportivo de alta factura.

Durante su trayectoria profesional recibió cientos de condecoraciones, placas de reconocimiento y premios de periodismo deportivo de distintas instituciones y organismos públicos.

Pocos saben a ciencia cierta la edad exacta de este periodista, porque era muy celoso con ese tema, tal vez como una forma de querer alargar la eterna juventud que decía sentir. Se estima que eran más de 90.

A El Carabobeño ingresó en el año 1959 y estuvo en su nómina en forma intermitente, hasta que fue jubilado en el año 2013. También trabajó en la dirección de Deportes de la Universidad de Carabobo, en los diarios El Regional y en El Mundo, siempre cubriendo la fuente deportiva.

Le apasionaban las corridas de toros, las carreras de caballo y el ciclismo. Se le atribuye haber nombrado en una de sus crónicas al torero Bernardo Trosel, como Bernardo Valencia. Cubrió cualquier cantidad de veces la Vuelta al Táchira y la Vuelta a Venezuela, de donde extraía cientos de anécdotas que compartía en la redacción de El Carabobeño con su entrañable amigo Alfredo Fermín.

El primer oficio de Raúl Albert fue de sastre, lo cual lo enorgullecía porque entre otras cosas confeccionó el uniforme del equipo de beisbol de Vencedores de Valencia, bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez.

Raúl Alber era una persona sencilla, amable, colaborador, humanitario y muy conversador. Siempre con una sonrisa, saludaba a todo el que se cruzaba a su paso y si se enteraba que alguien la estaba pasando mal económicamente, lo ayudaba sin ningún interés.

A pesar de que no decía nunca su edad, celebraba su aniversario dos veces al año. El 19 de marzo, día de San José y el primero de junio cuando en realidad nació. Esos dos días tenía una torta segura que le regalaba su amigo Alfredo Fermín y que compartía con sus compañeros de trabajo de El Carabobeño. A pesar de haber salido jubilado del diario, Alfredo Fermín le mantuvo esa tradición hasta hace dos años aproximadamente, cuando las fuerzas le impidieron seguir visitándolo en su casa de El Trigal.

Raúl Alber no dejó hijos, pero si un gran número de amistades que hizo durante su paso por la vida, por su forma de ser.

El cuerpo de este insigne comunicador social está siendo velado en la funeraria La Esperanza, desde donde este jueves partirá el cortejo fúnebre hacia el cementerio Campos de Paz, en San Joaquín, donde a las 7:00 de la mañana sus restos serán cremados.

 




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