Protesta en Naguanagua. (Foto Francia Tineo)

Habitantes de La Cidra en Naguanagua protestaron frente a la alcaldía del municipio para exigirle al mandatario local que les solucione las fallas en el suministro de agua, servicio con el que no cuentan desde hace dos semanas.

La problemática venía anunciándose desde hace seis meses, cuando se dañó  una de las bombas que surtía el sector. Desde entonces el líquido vital dejó de llegarles con regularidad, pero hace 15 días, cuando se averió la segunda bomba, más de mil hogares se quedaron sin el servicio.

“¡Alcalde de Naguanagua, La Cidra quiere agua!”, fueron algunas de las consignas con la que más de 20 vecinos pidieron ser escuchados. Antes habían optado por una vía más diplomática al emitir solicitudes escritas, pero tras medio año de intentos sin respuestas, decidieron hacer escuchar sus voces en la calle, sosteniendo pancartas.

“Haga su trabajo”

La concentración fue pacífica y aunque el ambiente estuvo cargado de cansancio, algunos protestantes perdieron la paciencia de tanto esperar a que alguna autoridad municipal atendiera sus llamados.

Nelson Merino fue uno de ellos, quien exhortó al alcalde Gustavo Gutiérrez, a cumplir con su trabajo. “Señor alcalde, los vecinos de Naguanagua lo ‘elegimos’ para que cumpliera con su deber. Salga del Hesperia y abóquese al trabajo social que necesitamos. Si el cargo le quedó grande, dimita y dele a oportunidad a quien sí tenga la capacidad de hacer un trabajo en beneficio de los naguanagüenses”.

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Naguanagüenses protestaron pacíficamente con pancartas y consignas. (Foto: Francis Tineo)

Para Merino la protesta no solo se trató de la escasez de agua, sino de la precariedad en todos los servicios públicos que sufre la comunidad. “Nosotros no estamos pidiendo nada extraordinario, ni joyas, ni diamantes, queremos que nos garanticen el agua, la luz, el gas”.

A merced de la lluvia

En la casa de Petra Lameda viven 14 personas, incluyendo siete nietos. La familia pasa los días esperando la lluvia para medio lavar la ropa y fregar los platos. “Vivir así es muy difícil porque en la comunidad hay muchos niños, personas de la tercera edad y discapacitados”.

Juanita Gallango también está a merced de las precipitaciones. Tiene 52 años y vive con sus dos hijos en La Cidra. Apenas siente el olor a tierra húmeda, saca cuanto recipiente tenga disponible para almacenar agua. “Con eso lavo los baños y los trastes”.

Conseguir agua potable es otro sacrificio. Gallango se siente agotada de tener que caminar hacia comunidades aledañas con tanta frecuencia y pedir el favor de recargar botellones. “Camino hasta cinco cuadras para ver quien tiene una manguera afuera y me pueda dar agua para comer y beber”.




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