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Ucranianos se refugian en la estación de metro de Kyiv de los bombardeos. EFE/EPA/ANDRII NESTERENKO

Hasta el miércoles 23 de febrero tuvo una vida normal, como la de cualquier otra joven trabajadora, en cualquier parte del mundo. Es ucraniana y se dedica a realizar recorridos turísticos en la capital de su país, Kyiv, donde recibía a visitantes, periodistas y básicamente todo extranjero que estuviese interesado en conocer su cultura, historia y, más recientemente, entender el origen de la tensión con Rusia. 

Pero sin esperarlo, para Alona Kibets y los más de 44 millones de habitantes que tiene Ucrania todo cambió la madrugada del jueves 24 de febrero, cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció una operación militar y ordenó bombardear las principales ciudades del territorio ucraniano. Desde entonces ha vivido lo que describió como el infierno en la tierra. 

Se vio obligada a cambiar las caminatas que tanto disfrutaba como guía por las plazas, museos, monumentos y edificios más emblemáticos por una rutina marcada por las alarmas que anuncian un peligro potencial, cuando es detectado un bombardero ruso o cualquier actividad sospechosa. El incesante sonido les indica que deben resguardarse dentro de sus viviendas o dirigirse al refugio antiaéreo más cercano. 

Durante los primeros días del ataque Alona se mantuvo en Kyiv. Cada vez que escuchaba la alarma, salía de su casa al refugio. Al ya complicado panorama se le suman las bajas temperaturas, que les impide pasar el día completo en muchos de los búnkeres, por lo que deben entrar y salir constantemente. Se cuidan de las bombas y del riesgo de morir de hipotermia

En contra de todo pronóstico, la capital sigue bajo el control del gobierno ucraniano. La tensión solo ha aumentado con el pasar de los días, debido al intenso asedio por parte de Rusia. Según reportes, zonas residenciales han sido alcanzadas por misiles rusos y ya se han registrado víctimas mortales. Muchos habitantes se han movilizado hacia otras regiones y, en los casos más extremos, a países vecinos como Polonia. 

Ante el gran riesgo que representaba quedarse en Kyiv, Alona salió a una localidad cercana, que tampoco ha sido tomada por los rusos, y cuyo nombre prefirió no revelar por seguridad. Decidió movilizarse gracias a la ayuda de una familia que le ofreció alojamiento. Aunque está un poco más a salvo que antes, igual no tiene calma. Entre las noticias, el ruido de las sirenas y la preocupación de estar lejos de sus padres, quienes viven en otra región, ni siquiera logra dormir. 

A pesar de hablar un español bastante fluido, le cuesta encontrar las palabras para describir el terror que ha vivido durante los últimos cinco días. “Es muy complicado encontrar las palabras para explicar lo que está pasando conmigo y con todos los ucranianos. Los rusos destruyeron todo en apenas días”, dijo este lunes 28 de febrero, en entrevista con El Carabobeño. 

Está notablemente afectada. “Cuando vives estas circunstancias te quedas sin palabras. Al salir del refugio no quieres absolutamente nada. No quieres comer, no quieres beber”, reiteró. Aún así, se llena de fuerzas para atender a periodistas de distintas partes del mundo que la llaman para conocer la situación. Es una tarea que realiza durante el tiempo que pasa fuera del búnker y cuando tiene acceso a internet. 

“Hago todo lo posible para salir y encontrar la fuerza de hablar con la gente. Yo soy una muy pequeña persona, una guía turística, no soy influencer ni una política con poder, pero con estos videos y publicaciones que estoy haciendo, quiero ayudar a todos los ucranianos que no pueden salir del refugio, los que tienen mucho miedo y no quieren hablar”, aseguró. 

Explicarle a los extranjeros lo que está ocurriendo en su país lo asumió como una cruzada personal porque, a su juicio, es imperativo que las personas entiendan que “la guerra que hay en Ucrania no es solo un problema para los ucranianos, sino un problema para todo el mundo”. 

Inicio de las negociaciones 

Este lunes, en la frontera entre Bielorusia y Ucrania, se realizó un primer encuentro entre las delegaciones ucraniana y rusa, en un intento de negociación. Pero no hubo resultados. Sobre esto, Alona fue tajante: “No sé cómo se puede negociar con Rusia, porque normalmente cuando hay negociaciones, hay la paz, y justo en este momento ellos están disparando contra varias ciudades. En una de esas viven mis padres”. 

Detalló que hace una semana, cuando la gente le preguntaba sobre la situación, ella respondía que los rusos no iban a atacar toda Ucrania y que los políticos iban a resolverlo todo por la vía diplomática, “porque vivimos en el siglo XXI”. Como ella pensaba la mayoría de los ucranianos. Estaban adaptados a la tensión constante entre ambos países, tras el inicio del conflicto en 2014, cuando Putin adhirió a su territorio la península de Crimea. 

“Nunca me hubiese imaginado que en el siglo XXI, en 2022, iba a tener que vivir con el miedo de salir del refugio para ir al baño. Esto es una vergüenza para toda la humanidad y no sé cuándo va a terminar”, sentenció. “¿Cómo esta operación puede ser para la paz, si ellos disparan y matan absolutamente todo a su paso? Parece un genocidio”. 

Además, cuestionó a la población civil rusa porque, según sus palabras, tienen miedo de salir a la Plaza Roja y protestar en contra de la política de Putin. Sin embargo, más de dos mil manifestantes contrarios a la guerra fueron detenidos el domingo en diferentes ciudades de Rusia, de acuerdo con la ONG rusa OVD-info. Durante los cuatro días de la contienda militar, la organización ha contabilizado cinco mil 250 personas detenidas.

Para ella esas manifestaciones no han sido suficientes. “En Rusia viven 145 millones de personas y están calladas. Ellos deben entender que en Ucrania no tenemos neonazis ni nacionalistas, y que no necesitamos esa operación y supuestos salvadores”, agregó. “Los ucranianos no tuvieron miedo de salir en 2013 y luchar contra el presidente que era proruso”. 

¿Cómo ayudar a los ucranianos? 

Apoyar a los ucranianos es posible desde cualquier parte del mundo. ¿Cómo hacerlo? Para Alona lo primero es: “No callar”. Y con eso se refiere a las protestas que se han desarrollado durante los últimos días, en numerosas ciudades alrededor del mundo, en apoyo a Ucrania. Una de las más grandes ocurrió el domingo en Berlín, Alemania, donde más de 100 mil personas se concentraron para pedir la paz. 

“Si en tu ciudad organizan protestas contra la guerra, tienes que salir. En Venezuela, España, Argentina, Chile o donde estés. Por favor, sal a protestar, porque no es solo el problema de Ucrania, es un problema de todo el mundo”, insistió. “Los rusos ahora controlan la planta nuclear de Chernóbil, ¿ustedes saben lo peligroso que es eso para todos?”

Otra forma de ayudar es a través de la difusión de información confiable y verificada sobre las devastadoras consecuencias que está dejando la guerra en Ucrania. El país no solo se enfrenta a los militares, sino también a la gran maquinaria mediática y propagandística del presidente Putin, quien ha impulsado la narrativa de que los líderes ucranianos son neonazis y que la operación militar era necesaria.  

“Yo hago lo que puedo, pero no soy periodista ni influencer. En mi página (de Instagram) publico los videos de mis amigos, sobre lo que está pasando en otras ciudades, para que la información llegue a todas las redes sociales”, manifestó. “Rusia tiene mucho dinero para hacer propaganda y algunas personas piensan que hacen esto (la invasión) por la paz”, sostuvo. 

Alona mencionó una tercera opción: “Ayuden a la gente y al ejército con medicamentos, comida y, si tienen la oportunidad, ayuden con donaciones, porque es muy importante”. Algunos de los organismos internacionales que están recibiendo donativos monetarios para atender a los más vulnerables en medio de la crisis son Unicef, Cáritas Internacional y Cruz Roja




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