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Foto Referencial

El humo de las grandes chimeneas industriales. El ruido constante de los montacargas y las maquinarias encendidas. El colapso del tránsito vehicular en las avenidas Industrial, Henry Ford y Luis Ernesto Branger ante la permanente entrada y salida de unidades de carga pesada. La masiva movilización de trabajadores en cada turno, las oportunidades, el progreso, la pujanza y un futuro prometedor para la ciudad, el estado y el país.

Histórica y geográficamente, todas las condiciones se dieron para que Valencia se convirtiera en lo que llegó a ser: el complejo industrial más grande no solo de Venezuela, sino también de Latinoamérica, y la ciudad con el mayor crecimiento urbano del país durante las últimas cuatro décadas del siglo pasado. Ese recuerdo sigue vivo en los valencianos, aunque hoy el panorama sea otro.

Valencia tiene al menos 39 parques industriales, que abarcan más de cinco mil hectáreas en  las que estuvo agrupado el 40 % de toda la industria venezolana. En su máximo esplendor, al inicio del nuevo milenio, registró unas seis mil empresas operativas que generaban casi 600 mil empleos y un Producto Interno Bruto (PIB) superior a los 24 mil millones de dólares.

Sus zonas industriales albergaron las mayores compañías manufactureras locales y trasnacionales. Importantes industrias ensambladoras, autopartistas, alimenticias, metalmecánicas, trefilerías de alambres y cables eléctricos, plantas galvanizadoras, cerámicas industriales, hilanderías, textiles, farmacéuticas, plásticos, pinturas, neumáticos, asfaltos, papel, cartón, electrodomésticos, entre otras.

Esto la posicionó como la Capital Industrial de Venezuela y convirtió a Carabobo en el estado con los mayores niveles de exportación no petrolera, solo comparable en la región con el departamento de Antioquia, en Colombia. El 80 % de los productos no tradicionales que exportaba el país salía de la entidad carabobeña, recordó el expresidente de la Cámara de Industriales del estado Carabobo (CIEC), Gustavo López Ponce.

La captación de divisas por concepto de exportaciones le dio a la ciudad y el estado una amplia ventaja. “Debido al gran volumen de exportaciones que tuvimos en un momento dado, Carabobo era autosuficiente, ya que lo que se producía en divisas era muy similar a lo que se consumía en materia prima, componentes y partes. Esa era la meta”, sostuvo el veterano empresario en entrevista con El Carabobeño.

Sin embargo, lo logrado desde 1959 cuando inició formalmente la creación de la Zona Industrial de Valencia por mandato del concejo municipal, durante las primera dos décadas del siglo XXI quedó diluido. Actualmente solo 600 empresas laboran, según estimaciones optimistas de López Ponce, a 20 % de su capacidad instalada. Unas cinco mil 400 se paralizaron a lo largo de estos 20 años.

(Foto Cortesía)

La Pequeña Detroit

La empresa Protinal, que sentó sus bases en la ciudad en 1942, dedicándose a la producción de alimentos balanceados para animales, es considerada el portal de entrada del desarrollo industrial en Valencia. Negroven, Grasas de Valencia y otras compañías de pintura también forman parte de ese grupo pionero.

Pero la verdadera consolidación de Valencia como ciudad industrial inició en 1962, cuando se inauguró la planta de Ford e inició el ensamblaje de vehículos. Esto le dio un impulso a la naciente industrialización y motivó tanto a locales como a extranjeros a confiar en el promisorio futuro del parque industrial valenciano.

Debido al predominio de grandes compañías ensambladoras dentro de sus parques industriales, como General Motors, Ford y Chrysler, Valencia es considerada la Pequeña Detroit de Venezuela. De la cifra total correspondiente al 80 % de productos no tradicionales que se exportaba desde Carabobo, 60 % pertenecía a las industrias automotrices.

“El sector automotriz representaba una importancia tremenda, no solo por los vehículos que se manufacturaban aquí, sino por el valor agregado que sumaban todas las partes que se fabricaban en la ciudad. Desde pintura y los ejes, hasta los filtros. Todo eso agregaba un valor tremendo al producto”, expuso el expresidente de la CIEC.

El cierre de la planta de General Motors hace más de tres años y la posterior paralización de Ford y FCA, que de acuerdo a la CIEC durante el último año no han logrado ensamblar ni un solo vehículo, impactó profundamente a las zonas industriales de la capital carabobeña, cuyo motor era precisamente la industria automotriz.

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Zona industrial de Valencia (Foto: Archivo El Carabobeño)

Los días de progreso

Los cuarenta años siguientes al establecimiento de la Zona Industrial de Valencia tuvieron un crecimiento vertiginoso en cuanto a las industrias que se fueron incorporando, con todas las ventajas que eso representaba para el estado: una importante cantidad de nuevos empleos disponibles, las grandes sumas de dinero recaudadas a través de impuestos y el desarrollo de la mano de obra en todos los niveles.

El tejido industrial que con trabajo y esfuerzo se fue construyendo con el pasar de los años en la capital de Carabobo trajo consigo progreso y posibilidades, dos factores que dieron origen al nacimiento de una sólida clase media y al surgimiento de nuevas urbanizaciones para este sector de la población, como las de la zona norte de Valencia, San Diego y Naguanagua.

“El desarrollo industrial no solo generó la creación de nuevas empresas. También contribuyó al desarrollo del sector inmobiliario, porque se mudaban a la ciudad muchas personas buscando oportunidades de trabajo”, destacó López Ponce. “El aumento de la calidad de vida de los trabajadores también fue exponencial”.

Al sector industrial valenciano se le atribuye el impulso y la gestión de obras públicas de importancia, como el Aeropuerto de Valencia, que nació en su seno como Aeroclub, el acueducto para la Zona Industrial, el dispositivo de tránsito vehicular de La Quizanda y la modernización operacional del puerto de Puerto Cabello, el principal del país.

A eso se le suma la promoción de la Escuela de Relaciones Industriales y la de Ingeniería Industrial de la Universidad de Carabobo, la creación de la Universidad Tecnológica del Centro (Unitec), del Cuerpo de Bomberos de Valencia y Guacara, de la Maternidad del Sur, entre otros proyectos de carácter social.

“La creación de universidades, como la Unitec, y de carreras tecnológicas dentro de la UC fue un efecto directo del desarrollo industrial que se gestó en Valencia para darle soporte a la zona industrial y suplir una mano de obra altamente especializada que se estaba requiriendo”, detalló López Ponce, ingeniero industrial egresado de la máxima casa de estudios de la entidad carabobeña.

(Foto Archivo)

Desindustrialización

Debido a la destrucción sistemática del aparato productivo nacional, impuesta por el chavismo como política de Estado, muchas de las grandes empresas que le daban vida a Valencia cerraron y se fueron de Venezuela para instalarse en otros países de la región, como Colombia, e incluso El Salvador o Nicaragua.

Hasta le fecha, la CIEC y otras instituciones afines no han podido calcular con exactitud el daño en el sector y la contracción en cuanto a producción y generación de empleos registrados en el parque industrial carabobeño debido a la falta de cifras de apoyo que lograban obtener del Instituto Nacional de Estadística y el Banco Central de Venezuela. El último censo económico realizado por el Estado corresponde al período 2007-2008.

En lugar de una Zona Industrial dinámica y operativa solo quedan largas hileras de portones cerrados, maquinarias llenas de óxido, infraestructuras abandonadas, grandes patios cubiertos por maleza y calles en muy mal estado, con grandes huecos y botes de aguas residuales. El deterioro y la desolación invaden cada vez más galpones ante un panorama económico que sigue sin lucir alentador para los industriales de la región.

“La situación actual es grave. Muchas empresas dejaron de ser manufactureras para transformarse en importadoras o maquiladoras en un intento de subsistir”, sostuvo López Ponce. “Prácticamente importan todo y dejamos de tener una economía productiva con generación de muchas fuentes de trabajo. Se perdió el valor agregado que significa la producción en el país”.

Los años que transcurren a partir del 2013 han mostrado un deterioro del sector productivo industrial como no se conoce en otros momentos de su historia. Así lo establece una investigación en la que se revela que el proceso de desindustrialización, entre otros factores, impulsado por el chavismo que destruyó seis décadas de construcción del tejido industrial en Carabobo.

A pesar de que la industria venezolana es joven comparativamente con otros países de América Latina, en un corto lapso logró avances significativos que la llevaron a hacer una contribución de hasta el 20% del PIB, mientras el país ostentaba el título de ser la cuarta economía de la región durante casi toda la mitad del pasado siglo XX. Hoy a duras penas su economía es la décimo tercera.

Según el estudio realizado por el profesor de Relaciones de Trabajo de la UC, Héctor Lucena, esa debacle global de toda su estructura productiva no dejó indemne a ninguna actividad productiva en Venezuela. “Por tanto, el sector industrial en 2020 apenas produce un 15-20% de lo que producía hace pocos años”.

Las pocas industrias que se mantienen de pie en la Zona Industrial de Valencia luchan por subsistir en medio de una crisis económica sin precedentes y las dificultades derivadas de la pandemia de COVID-19. Los días de prosperidad y bonanza de aquella Capital Industrial de Venezuela son ahora solo recuerdos.

Zona Industrial de Valencia (Foto Archivo).



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