La avenida Bolívar norte de Valencia amaneció repleta de largas filas de automóviles. Algunos vehículos son parte de las varias colas que atraviesan las calles para surtir gasolina. Son tan largas, que la hilera de carros de una estación se confunde con la de la otra gasolinera, que está a pocos metros y que también está abarrotada.
Ese es el caso de las E/S La Ceiba y Redoma de Guaparo. Desespero y las caras largas de los conductores, comparten la vía principal de la avenida, en la que un sentido es usado para los carros que hacen la cola de la redoma, mientras que la calle contraria está llena de los automóviles que bajan desde el sector La Viña, bordean el polideportivo Misael Delgado y desbordan la calle con sentido a La Ceiba, con la esperanza de salir del viacrucis que representa llenar un el tanque de combustible.
Mientras tanto, los autobuses y particulares se disputan el pedazo de avenida Bolívar norte disponible para la circulación, siempre y cuando alguna novedad de la cola no altere el normal funcionamiento del tránsito.
A pesar de que el ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, anunció al país que en junio las colas para la gasolina desaparecerían, en Carabobo la afluencia de vehículos para surtir combustible ha crecido considerablemente las últimas semanas.
Hacer cola es un lujo
Ana Chimientie se dedica al comercio y llegó a las 5:00 a.m. al E/S La Ceiba. Relató que debe postergar su trabajo para dedicar un día a la semana a buscar gasolina y que este lunes, tuvo que pedirle a una amiga que se llevara a su hijo a las prácticas de fútbol, para que la crisis del país no interviniera en la formación de su hijo.
“A veces tengo que pedir cola para poder hacer mis cosas; en días como hoy no hago comida, no trabajo, ni puedo atender a mi familia”, dijo.
Relatos como el de Ana abundan en ambos lados de la vía; pues la isla que divide ambos sentidos de la avenida, se convirtió en el punto de encuentro de las dos colas y en el sitio de recolección de información clave, como la hora de la llegada de la gandola, los rumores que ventilan los policías y la vigilancia que ellos mismos disponen para evitar a los “coleones”.
Pino D´Agostino, por su parte, es empresario y detalló que es precisamente su cualidad de productor independiente lo que le permite hacer cola, pues a una persona que cumpla un horario no podría perder su jornada para hacer cola.
“En mi caso tengo que mandar a los empleados de reposo. No pueden trasladarse a la oficina. Hoy tuve que cerrar, porque no puede tener el equipo de trabajo completo”, sostuvo.
En el caso de Alexis Bastidas, es profesor y abogado. Tuvo que perder varios días de trabajo para buscar suerte en las estaciones de servicio. “Estoy desde el jueves tratando de llenar el tanque. Ayer hice una cola de ocho horas y cuando faltaban 100 metros cerraron la estación”.
Además de las largas colas, las fallas eléctricas que afectan el suministro y la neutralización de la actividad comercial, los carabobeños no cuentan con información oficial sobre la situación del combustible en la región.