La intromisión de personas ajenas al sector en terrenos privados y en las áreas que pertenecen a la zona de seguridad de la subestación eléctrica Mañongo, que el Gobierno nacional dejó en guarda y custodia a los vecinos, denunciaron habitantes del Trigal Norte.
Con esta problemática se ha generado una serie de robos de viviendas y pernoctas de personas en situación de calle, que tienen en zozobra a los moradores, por cuanto allí consumen sustancias estupefacientes, generan ruido, incluso cocinan en un sitio que tiene un pastizal seco que podría incendiarse y afectar las instalaciones de Corpoelec, como pasó en marzo de 2018, en un evento que afectó el servicio de energía de manera importante.
Auristela Danis, habitante de la zona, acompañada de un grupo de propietarios, detalló que la situación que se viene presentando desde hace más de 20 días y que generó una denuncia ante el Comando Trigal de la Policía de Carabobo.
Presumen invasión porque supuestos sembradores no han solicitado permiso
Danis relató que se presentó un par de personas desconocidas, que alegan habitar en Naguanagua, y se introdujeron a sembrar alimentos en un terreno privado cuyo dueño vive en el exterior.
La parcela se encuentra bajo el cuidado de un familiar del dueño, que habita en Cojedes y que no ha podido darle una vuelta desde que inició la cuarentena, debido a las dificultades en el suministro de gasolina que le imposibilitan su traslado.
“La situación la aprovechan estos dos señores para ingresar a la propiedad privada bajo el argumento de que buscan sembrar alimentos, para lo que no han solicitado permiso a su legítimo propietario ni tampoco a los vecinos de la zona. Tampoco se han comunicado con el consejo comunal, por lo tanto no sabemos si se trata de una invasión”, dijo.
Agregó que ellos deberían tener un permiso por escrito de alguna instancia para poder ejercer la actividad que desean y que eso no les ha sido presentado.
Los señores alegan que sólo buscan sembrar
En el lugar se encontraban las dos personas, hombres de la tercera edad, quienes se identificaron como Sergio Molina y Rigoberto Beltrán, habitantes del barrio Santa Ana y de La Entrada, respectivamente.
Señalaron que sólo tenían interés de sembrar quinchinchos, yuca, ajíes, maíz y lechoza, para poder llevar a sus casas, consumir ellos y compartir con gente de su comunidad.
Aseguran que esperaban la llegada del dueño para transar su permanencia en el sitio y que, de tener respuesta negativa, se irían porque no desean “quedarse con el terreno ni hacer construcciones ni apropiarse de lo ajeno”.
“Yo de lo único que tengo necesidad es de sembrar porque la situación está muy ruda y estoy buscando trabajar para comer”, señaló Molina, quien también dijo que vio el terreno abandonado y por eso se dispuso a utilizarlo.
No obstante, la comunidad no confía en los argumentos de los dos hombres, por lo que han gestionado en dos ocasiones la visita de funcionarios de la policía regional, quienes hablaron con los campesinos y les instaron a abandonar el lugar.
No quieren una guarida de delincuentes
Danis también mencionó que ha tenido información de la presencia de una pareja que ha hecho pernocta en los terrenos y que la mujer está en estado de gestación, por lo que los habitantes de Trigal Norte están preocupados.
También denuncia que se han abierto boquetes en las paredes posteriores de los terrenos y que la situación se presta para servir como guarida a gente que comete actos delictivos.
Por tal motivo, la policía regional ha reforzado el patrullaje y ha asistido a las reuniones de la comunidad para transmitir tranquilidad.
Este miércoles llegó a las inmediaciones de la avenida Atlántico con calle Capricornio una comisión de cinco funcionarios, quienes recordaron a los dos campesinos que no pueden hacer uso de las tierras sin el permiso de los dueños ni de los vecinos.
