Cada uno se viste como le viene en gana. Así que responsabilizar a la ropa que usan las mujeres de ataques despiadados con fuerte connotación sexual, es la fiel representación de un sistema patriarcal que sigue socavando derechos y pretende carcomer la dignidad de todos aquellos que se le oponen. Las personas que piensan de esta manera las encontramos en todas las clases sociales, algunas más conservadoras que otras, regidas por un paradigma católico-céntrico que durante siglos moldeó nuestra forma de mirar.

Recientemente se han revivido tensiones sobre esta temática y el derecho a disponer del cuerpo vuelve a generar reflexiones, siempre centradas en las féminas, casi nunca en los agresores. Pareciera que, en estas culturas caribeñas, bastante machistas, por cierto, se justifica la hipersexualización del hombre y se naturalizan acciones que van acompañadas de hechos que les permiten oprimir, sentirse un macho superior, aunque estos comportamientos impliquen abuso sexual. En algunos casos escuchamos decir: “ella lo provocó”, “porque ella se viste como puta”.

Pensar de esa forma, desde mi perspectiva, evidencia que nuestra sociedad cada día está más enferma. Se pretende proteger a la mujer encerrando por ratos a violadores, pero los esfuerzos en reeducación, atención de la salud mental, inclusive, una abierta salud sexual, son casi nulos en este país. Después nos preguntamos por qué hay tantos Jokers en las calles haciendo de las suyas. Después nos preguntamos las razones de los más de 250 femicidios ocurridos en Venezuela en 2021 que registra el Observatorio de Femicidios del Centro de Justicia y Paz; los miles de casos de violencia doméstica que se registran en el país y las decenas de abusos sexuales cometidos contra mujeres, de los cuales, muchos permanecen en silencio por miedo.

Así que responsabilizar de los abusos a la falda corta, los tacones o el pantalón ajustado, es un signo de ignorancia. Responsabilizar a los medios por publicar en sus portadas a chicas con diminutos trajes de baño va en la misma dirección. Se nos metió en la cabeza que el cuerpo es pecado, en especial el de las mujeres. Centremos el debate en lo ineficiente que hemos sido formando a nuestros hombres, castrándolos de sensibilidad. Centremos el debate en los cambios urgentes que ameritan los programas educativos, en especial los de básica y diversificado, niveles en los que urge un afianzamiento de la educación en valores. Centremos el debate en los filtros que deben emplearse, en quienes deseen formarse en carreras que involucran la salud mental. Centremos el debate en la interpelación constante que debemos hacernos en contextos donde ocurren con frecuencia hechos atentatorios contra las mujeres.

Siempre voy a defender los derechos que tienen los seres humanos a vivir en plenitud, libertad obviamente que no debe vulnerar los derechos de los demás. ¿Debemos vestir como queramos? Obvio que sí. ¿Debemos considerar algunas prendas de vestir de acuerdo con el contexto?  Respuesta afirmativa. Sería como raro ir a un funeral en pantalón corto, sin embargo, es una decisión personal. Lo que no debemos olvidar es que las mujeres, porten lo que porten, siempre serán señaladas, por esa razón ¡al carajo la etiqueta y los conservadurismos excesivos!




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