Este lunes 9 de diciembre se cumplen 200 años, de la Batalla de Ayacucho, donde el general venezolano Antonio José de Sucre, al mando del Ejército Unido Libertador del Perú, puso fin a la dominación española en América del Sur, al derrotar a las fuerzas del Ejército Real del Perú, que dirigió José de la Serna.
Wikipedia reseña que esta batalla representó el enfrentamiento más grande e importante de las campañas finales de las guerras de independencia hispanoamericanas. Con ella se consolidó la independencia de la República del Perú y de los nuevos estados americanos de habla hispana.
La batalla se desarrolló en la Pampa de Quinua y suele ser considerada el final de las guerras de independencia en América del Sur. La victoria de los patriotas supuso la desaparición del contingente militar realista más importante que seguía en pie. La capitulación del virrey del Perú selló de forma definitiva la independencia del Perú.
El profesor de literatura de la Universidad de Carabobo y amante de la historia, Julio Bohorquez, escribió que antes de iniciar la batalla, el general Sucre arengó a sus guerreros:
"Soldados, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados! ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, salvador del Perú!".
Las tropas patriotas contaban con 6.000 soldados y los realistas con casi 10.000, luego de 6 horas de batalla, José de Canterac, en sustitución de José de la Serna, reunió a sus generales para admitir la derrota: Ese mismo día firmaron la Capitulación.
A la una de la tarde el virrey había sido herido y hecho prisionero junto a gran número de sus oficiales, y aunque la división de Valdés seguía combatiendo en la derecha de su línea, la batalla estaba ganada para los independentistas.
Las bajas confesadas por Sucre fueron 370 muertos y 609 heridos mientras que las realistas fueron estimadas en 1.800 muertos y 700 heridos, lo que representa una elevada mortandad en combate.
El Congreso del Perú, reunido en sesión extraordinaria, otorgó el reconocimiento del Gran Mariscal de Ayacucho y Benemérito del Perú en grado eminente, a Antonio José de Sucre.
El Libertador Simón Bolívar, al escribir sobre la vida de Antonio José de Sucre en 1825, aseguró que "La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la obra del General Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta y su ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora a los vencedores en 14 años, y a un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho, semejante a Waterloo, que decidió el destino de la Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas”.