Rosario Castellanos Figueroa fue una escritora y diplomática mexicana, considerada una de las autoras más importantes del siglo XX.  Un día como hoy pero, hace 43 años, mientras era embajadora de México en Israel, Rosario Castellanos murió electrocutada, a causa de un accidente doméstico.
Rosario Castellanos vino al mundo el 15 de abril de 1925 en la Ciudad de México, sin embargo, al poco tiempo de su nacimiento fue enviada a Comitán, Chiapas, donde se encontraba su familia, con quienes vivió la mayor parte de su infancia.
Según la historia, a los 16 años, Castellanos regresó a la capital del país, donde ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución educativa en la que estudió Filosofía y Letras, carrera que concluyó en 1952.
Su formación continuó con cursos de estética y estilista que realizó en la Universidad de Madrid y a su regresó a México fungió como promotora de Cultura en el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, en Tuxtla Gutiérrez.
Entre 1956 y 1957, trabajó en el Centro Coordinador del Instituto Indigenista de San Cristóbal las Casas, en Chiapas, y al año siguiente se desempeñó como redactora de textos escolares, en el Centro el Indigenista de México, donde permaneció hasta 1961.
Ese mismo año, la narradora regresó a la capital del país para asumir el puesto de jefa de información y prensa de la UNAM, al mismo tiempo que se desempeñó como catedrática de Literatura comparada, Novela contemporánea y Seminario de crítica en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma Universidad, entre 1961 y 1971.
Según la biografía de la escritora mexicana publicada en el portal «biografiasyvidas.com», Castellanos tuvo gran éxito en el magisterio, en México y en el extranjero; en Estados Unidos fue maestra invitada por las Universidades de Wisconsin y Bloomington, y en 1971 recibió el nombramiento de embajadora en Israel, donde vivió tres años.
Su obra se caracterizó por poseer una absoluta sinceridad para plasmar su vida interior, la inadaptación del espíritu femenino en un mundo dominado por los hombres, la experiencia del psicoanálisis y una melancolía meditabunda.
Como poeta realizó trabajos tardíos en los que abordó su experiencia vital, los tranquilizantes y la sumisión a la que se vio obligada desde la infancia, ejemplo de ello es el epistolario «Cartas a Ricardo», que se publicó de manera póstuma.
El mundo narrativo de Castellanos poseía elementos de la novela costumbrista que se pueden apreciar en sus libros «Balún Canán» (1957) y «Oficio de tinieblas» (1962), obras en las que recreó la atmósfera social y religiosa, de Chiapas.
Mientras que la dimensión social, la conciencia del mestizaje y en una dimensión personal, la sensación de desamparo que surge tras la pérdida del amor, se puede apreciar en «Ciudad Real» (1960), «Los convidados de agosto» (1964) y «Álbum de familia» (1971).



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