Sara Pacheco

El derecho a un nivel de vida adecuado se encuentra reconocido por el Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Una cantidad mínima de alimento, ropa y vivienda en un nivel de subsistencia es lo establecido propiamente. En varios países se ha intentado incluir bajo estos renglones el aspecto salud, que no se cumple a cabalidad por distintas razones, sector salud privado a precios inaccesibles para la mayoría de la población, poca o nula dotación de hospitales, condiciones muy bajas en los mismos centros médicos, en fin.

La realidad de Venezuela en este aspecto ha ido mermando poco a poco. Hoy, la escasez de medicamentos vitales se manifiesta bajo distintos rostros y modalidades. Quienes tienen la dicha de conseguir los tratamientos, deben dividirlos, hasta el punto de no manejar la dosis pautada por el médico, afectando inminentemente su salud.

Rigoberto Bustamante es un señor de la tercera edad que vive en el sur de Valencia. Tiene una enorme familia, ha podido conocer al menos dos bisnietos. Los ojos azules están enmarcados en experiencia que denotan las arrugas, acompañada por una sonrisa que no se va. El señor “Rigo”, debe partir en cuatro pedazos su pastilla de la noche, que no solo le ayuda a dormir, sino también a controlar la tensión.

(Foto / Saúl Zerpa)

Una de sus hijas explicó que la última vez que consiguieron la pastilla, costó Bs 1.200, cuando la caja marca Bs 200. La adquirió en una farmacia. Este tratamiento puede durar un mes o mes y medio, sin embargo, la dosis debería ser la pastilla completa. Desde hace seis meses deben luchar también por conseguir la pastilla para la tensión. Ya no pueden comprar la indicada por el cardiólogo, sino la que consigan. “No se si es algo del laboratorio pero venden siete pastillas por Bs 600, es una diaria. En nuestra casa hay once personas. O comemos o tomamos pastillas, por eso decidimos darle otra marca que se consigue más y es un poco más económica”, contó Maira, una de sus hijas.

Para Elizabeth Aguilar es casi el mismo proceso. Es sobreviviente de cáncer, por ende tiene un tratamiento de por vida, aunado a otras enfermedades que llegaron con la edad, en total consume 10 píldoras diarias. ¿Cómo hace?: las corta y busca hasta debajo de las piedras, como ella misma plantea.

Hace seis meses el panorama para estas dos personas, así como para miles de venezolanos era diferente, sin contar como era hace solo cinco años. Seres que necesitan estos tratamientos para sobrevivir en un país donde la crisis trasciende la politiquería.




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