Hoy se cumplen cuatro años del más grande del realismo mágico y uno de los escritores fundamentales del siglo XX: Gabriel García Márquez (1927/1914) escritor colombiano Premio Nobel de Literatura 1982, quien falleció a los 87 años en su casa de la Ciudad de México.

Su muerte ocurrió después de estar ocho días internado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, y de diez días convaleciente en su casa del Pedregal de San Ángel.

La noticia de la muerte del autor de Cien años de soledad, quien vivía en México desde principios de los años 60, país donde escribió la mayoría de su obra, conmovió al mundo de las letras cuando Fernanda Familiar, periodista de Grupo Imagen Multimedia, escribió en su cuenta de Twitter: “Deja de latir el corazón de Gabriel García Márquez. Muere Gabriel García Márquez. Mercedes y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan dar la información. Qué tristeza tan profunda…”.

Decenas de representantes de medios de comunicación nacionales e internacionales fueron llegando poco a poco al domicilio del viejo periodista, sumándose a los que mantuvieron guardia ahí los últimos días.

En un comunicado, leído por María Cristina García, directora del INBA, la familia dio a conocer que el cuerpo del Premio Nobel será incinerado en una ceremonia privada.

Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, anunció que el próximo lunes 21 de abril se le rendirá un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes.

Gabriel García Márquez se encontraba trabajando en el segundo tomo de sus memorias Vivir para contarla.

Murió en casa un jueves santo

Y como Úrsula Iguarán, la matriarca protagonista de Cien años de soledad, murió un Jueves Santo aunque a los 87 años de edad, y no a lo 115  o 122 que tenía su mítico personaje inspirado en su abuela, Tranquilina Iguarán Cotes.

Después de estar ocho días internado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas Salvador Zubirán y diez días de convalecer en su casa del Pedregal de San Ángel, bajo estricto cuidado médico, el Nobel de Literatura 1982 dejó de existir hacia las 14:38 horas.

Gabo, como le decían de cariño sus amigos y lectores, fue ingresado el pasado 31 de marzo al Instituto Salvador Zubirán debido a un cuadro de desnutrición e infección pulmonar y de vías urinarias. El 8 de abril regresó a su casa con pronóstico de “delicado”, tras recibir un tratamiento de antibióticos.

Durante el tiempo en el que convaleció en su casa, su esposa Mercedes Barcha y sus hijos Gonzalo y Rodrigo se negaron a dar información detallada de su salud. Sólo se observó que todos los días fue visitado por un cardiólogo y un geriatra.

El lunes pasado, un diario mexicano dio a conocer, sin precisar la fuente, que García Márquez luchaba nuevamente, como hace 15 años, con un cáncer linfático que ahora se le había expandido al pulmón, a los ganglios y al hígado. Sin embargo, la familia del autor de El amor en los tiempos del cólera, hasta hoy, no ha confirmado esta información.

Ante un hermetismo total, la puerta de madera de la que fue la residencia del integrante del llamado boom latinoamericano se abrió ayer pocas veces: cuando llegó Fernanda Familiar, que acompañó a la familia; al arribar Jorge Sánchez, director del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), y para que entrara el periodista colombiano Guillermo Angulo, quien venía a visitarlo.

Hacia las 15:25 horas, el chofer de Gabo, Genovevo Quiroz, salió en el automóvil de la familia a llevar a las dos enfermeras que habían cuidado estos días al autor de La hojarasca.

Una lectora de 28 años de edad, Mónica Hernández, quien se enteró por Twitter del fallecimiento del narrador, dejó al lado de la puerta de su casa un ramo de margaritas rosas. “Es uno de mis escritores favoritos. Lo leí por primera vez en secundaria”, dijo antes
de retirarse.




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