Acuerdo posbrexit a la vista tras meses de tortuosas negociaciones entre UE y Reino Unido
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El Reino Unido y la Unión Europea (UE) esperan anunciar un acuerdo histórico este jueves, tras diez meses de arduas negociaciones, que definirá su futura relación comercial y evitará una ruptura brutal para sus economías a fin de año.

Las negociaciones proseguirán «toda la noche», anunció esta madrugada el portavoz de la Comisión Europea, Eric Mamer, en un tuit.

Una fuente europea había anunciado a la AFP poco antes que están «en la fase final», antes de agregar que existen «grandes posibilidades» de llegar a un entendimiento en las próximas horas.

Según una fuente gubernamental francesa, los negociadores británicos aceptaron hacer «concesiones enormes» en la cuestión de los derechos pesqueros, el último punto que está bloqueando estas negociaciones.

Los británicos dieron este paso en las últimas 48 horas, explicó esta fuente, sin opinar sobre si serán suficientes para lograr el esperado acuerdo.

Otros diplomáticos de Estados europeos, que tendrán que dar su visto bueno a este futuro acuerdo, se mostraron menos optimistas y advirtieron de que tienen que ver primero el texto final y ver si persisten problemas.

«Estamos verificando que todo esté bien», dijeron estas fuentes diplomáticas. Y el proceso podría llevar «toda la noche» antes de anunciar un acuerdo el jueves por la mañana «si todo va bien», agregaron.

Una larga noche por delante

Una señal de que la noche se prevé larga en Bruselas es la importante cantidad de pizzas encargadas por los negociadores, una imagen que el portavoz de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tuiteó con la palabra «Suspense».

La política pudo más que los aspectos técnicos y desde hace varios días, las negociaciones están realmente en manos de Von der Leyen y del primer ministro británico, Boris Johnson.

Si las partes logran un entendimiento, el acuerdo deberá ser validado por los Estados miembros, un proceso que puede llevar varios días, aunque quedará tiempo para que se aplique de manera provisional desde el 1 de enero, cuando el Reino Unido abandona oficialmente el mercado único.

El texto tendrá que ser validado después por el Parlamento europeo.

Sin un acuerdo, las relaciones entre ambas partes se regirían por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un escenario de consecuencias económicas imprevisibles que conlleva aranceles y cuotas, y la multiplicación de formalidades burocráticas que pueden conllevar atascos y retrasos en las entregas.

Una perspectiva funesta para el Reino Unido, ya sacudido esta semana por las consecuencias de la aparición de una nueva cepa del coronavirus, más contagiosa, que ha aislado en gran medida al país.

La pesca, el último escollo

El acceso de los pescadores europeos a las ricas aguas británicas parece ser el último obstáculo en estas conversaciones, que sí lograron un entendimiento en el resto de las cuestiones espinosas, como la manera en que las partes resolverán sus futuras diferencias o las formas de protegerse de la competencia desleal.

La cuestión pesquera no tiene en realidad gran peso económico pero sí una importancia política y social para varios Estados miembros, como Francia, Holanda, Dinamarca o Irlanda.

El Reino Unido insiste en «recuperar el control de su pesca» tras el fin del periodo de transición, el 31 de diciembre.

Las divergencias se centran en el reparto de unos 650 millones de euros (800 millones de dólares) en pesca capturados cada año por los barcos europeos en los ricos caladeros británicos, y la duración del periodo de adaptación para los pescadores europeos.

Una proeza

Lograr un acuerdo en diez meses, aunque cuatro años y medio después del referéndum sobre el Brexit, constituiría una proeza para Londres y Bruselas, sobre todo para un acuerdo de esta envergadura, pues negociaciones así suelen demorar años.

Hicieron falta dos años y medio para negociar el acuerdo de retirada que sellaba la salida británica, concluido a finales de 2019, un texto que aporta una seguridad jurídica a los expatriados de ambos lados del canal de la Mancha y garantías sobre el mantenimiento de la paz en la isla de Irlanda.

Con este acuerdo, la UE ofrecería a su antiguo miembro un acceso inédito sin aranceles ni cuotas para su inmenso mercado de 450 millones de consumidores.

Esta apertura iría acompañada de estrictas condiciones: las empresas del Reino Unido deberán respetar un número de normas que evolucionarán con el paso del tiempo en materia de medioambiente, derechos laborales y fiscales, para evitar cualquier competencia desleal.

Un mecanismo permitiría a ambas partes activar rápidamente medidas, como aranceles, en caso de divergencias sobre estas normas. La UE reclama también garantías en materia de ayudas públicas.

En caso de una ruptura brutal, el Reino Unido habría perdido mucho más que Europa: los británicos exportan un 47% de sus productos hacia el continente, cuando la UE solo exporta un 8% de sus mercancías al otro lado del canal de la Mancha.

© Agence France-Presse




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