Adiós al salario fijo: los venezolanos adoptan oficios indepedientes para salvar su bolsillo
/ Foto referencial: AFP vía Tal Cual

Hoy, el salario promedio de un trabajador apenas suma el equivalente a 80 dólares mensuales, aún en moneda local. La cantidad no cubre las exigencias de la canasta alimentaria cada vez más costosa, por lo que hay quienes recurren a oficios independientes o se reinventan para lograr aumentar sus ingresos.

En las calles de Caracas también hay quienes se aferran a su oficio, en espera de mejores tiempos. Es el caso de Alexander, quien arregla zapatos desde los 10 años de edad. A sus 48, y desde la sombra de un árbol en una zona residencial de Fuerte Tiuna, acompañado por su esposa, sobrevive con ello. Es que los siete bolívares que cobra al mes en la Milicia Nacional Bolivariana, donde tiene el grado de sargento, le son insuficientes.

“El sueldo de militar no ayuda. Siendo zapatero mantengo a mi familia y ayudo a mi hijo”. Dice que en un día bueno hace hasta 40 bolívares, casi 10 dólares. “Con eso cubro un poco la alimentación y otros gastos como el saldo del teléfono, para mantenerse comunicado con los clientes”.

Imposible cubrir la canasta alimentaria diaria

De acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis de la Federación Venezolana de Maestros, al cierre de diciembre se necesitaron unos 14,39 dólares diarios para cubrir el costo de la canasta alimentaria, 40% más que en julio de 2021, reflejo del aumento de los costos para alimentarse.

El Observatorio Venezolano de Finanzas registra que el salario promedio de los trabajadores se ubicó al cierre de 2021 en 89,2 dólares al mes, lo cual no llega ni a tres dólares diarios. “La remuneración promedio de los trabajadores representa 25% del costo de la canasta alimentaria básica para cuatro personas. Sigue siendo la remuneración promedio más baja de América Latina y el Caribe”, detalla la organización.

Por eso Jefferson, mototaxista de 29 años, prefiere trabajar por su cuenta que tener un salario. “Antes trabajaba en una empresa privada, pero vi que ya no daba la talla. Los beneficios se fueron al piso. Decidí trabajar por mi cuenta en mi moto. Así es que sobrevivo”.

Calcula que como independiente gana entre 130 y 150 dólares mensuales, que se le hacen insuficientes. “Cualquiera diría que vivo tranquilo, pero en realidad no. Aquí todo sube de precio a cada rato”. Por eso decidió utilizar la moto también para hacer delivery en una de las empresas que surgieron en medio de la pandemia. “El pago es semanal en divisas y todo depende del tiempo que trabaje”.

En las semanas que considera flojas hace entre 70 y 80 dólares y en las que son “buenísimas” entre 130 y 140 dólares. “Pero uno no ve los reales así como uno los pinta. Son ingresos fraccionados. Eso es cobrando y gastando”.

Profesionales en apuros

Por su parte, Katy decidió colgar su título de licenciada en Administración e Idiomas y dedicarse al estilismo “dado a que los ingresos como profesional en el país son muy pero muy bajos”. La mujer de 36 años destaca que “me ha resultado trabajar por mi cuenta. Además, me es más rentable ya que tengo una niña y tengo que atenderla también, y si trabajo en una peluquería tendría que cumplir un horario y se me dificultaría bastante”.

También se desempeña en otras actividades como en la venta de cojines y productos para el cabello. “No podemos tener un solo ingreso dado el alto costo de la cesta básica más lo que conlleva tener un hijo”. Al final, dice que su ingreso mensual suele oscilar entre los 150 y 200 dólares.

Los profesionales realmente no la tienen fácil. El OVF calcula que el sueldo promedio para este sector promedió 136 dólares en 2021, y para quienes tienen como ingreso solamente un salario del sector público ese número es irreal. Allí las remuneraciones siguen siendo mínimas, especialmente en sectores tan golpeados como el de la docencia.

Mucho ingenio para ganar la batalla

Las crisis crean oportunidades. El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) indica que casi la mitad de la población económicamente activa del país se dedica a actividades independientes. Una tendencia que no ha dejado de subir desde que comenzó la gran caída de la economía venezolana en 2014.

Lo reflejaba el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) cuando aún publicaba cifras que registraban que el sector productivo informal avanzaba más que el sector formal. Hacia 2016, alrededor de 44% de las personas se estaban ocupando en el sector informal.

Son muchos quienes, además, deciden reinventar por completo su oficio. Allí se cuenta Franklin Iriarte, un barbero de La Guaira que con tres sillas, espejos y mucho ingenio, unió sus dos pasiones: afeitar y conducir en un solo espacio. Así nació la Barbería Móvil, un autobús que estaciona diariamente frente al parque de diversiones de Caribe, en Caraballeda, donde ofrece cortes de cabello y cafecito caliente a los clientes y curiosos que se aproximan para ver de cerca la primera barbería rodante del Litoral.

Adiós al salario fijo: los venezolanos adoptan oficios indepedientes para salvar su bolsillo
/ Foto: Cortesía (Tal Cual)

“La Máquina” –como conocen al negocio de Franklin en el gremio de barberos- es ahora su orgullo y lugar de trabajo, seis meses atrás era solo un proyecto ideado ante la necesidad de seguir con el oficio que ejerce desde hace 10 años y generar mayores ingresos. Quería evitarse la contienda por el alquiler de locales en la zona que tienen cánones de arrendamiento más altos que la inversión total de su negocio.

“Yo trabajaba en una barbería y dejaba casi todo lo que hacía pagando el porcentaje (alquiler de silla). En la cuarentena radical trabajé a domicilio y noté que la plata ya no me rendía. Antes con 20 dólares compraba muchas cosas y ahora casi nada”, comenta. “Fue cuando decidí vender un carro que tenía y comprar un autobús”.

Migrar al ciberespacio

Enio Octavo Rossi tiene 37 años enseñando matemáticas, más de la mitad de su vida. Antes de cumplir los 12 años, ya sabía que tenía la dicha de entenderse bien con esta ciencia y la facilidad de explicarla a los demás. Por eso, con tan poca edad comenzó a impartirla entre sus propios compañeros de clase.

Como docente ejerció durante 24 años, pero en 2014 se retiró de las instituciones educativas en las que trabajaba pues no le cuadraban sus propias cuentas domésticas ni para comer. Decidió entonces dictar clases privadas a grupos de distintos niveles.

En 2020, con la llegada de la pandemia y la cuarentena, como la mayoría de educadores, debió migrar al formato digital, para poder continuar viviendo del oficio. Sus hijos lo iniciaron en la educación virtual y estrenó en Instagram su cuenta @profesoreniorossi.

/ Foto: Cortesía (Tal Cual)

Con muchas herramientas como videos, fotos y recursos gráficos, tenía como gancho dar algunas clases gratis de temas complejos. También incentivaba a los muchachos a mandar sus ejercicios y a los diez primeros que enviaran, les hacía correcciones. Hoy día, “tengo muchos alumnos virtuales, pero también presenciales porque es más productivo y efectivo, así se evalúa mejor la calidad del aprendizaje”.

Fuente: Tal Cual.




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