Por: Luis Cabrera / @salteveneno
La imagen con intervención no humana está pasando a un plano protagónico. Se podría entender a la Inteligencia Artificial (AI) como aquellos algoritmos que le permiten a una máquina recrear las capacidades humanas en ciertas tareas, e incluso optimizarlas.
Esta tecnología ya está en contacto con la fotografía a través de: software de edición, Apps, e incluso la creación de la imagen sintética. Este último término – utilizado por el Dr. Oscar Colorado, catedrático de fotografía avanzada en la Universidad Panamericana de la Ciudad de México – se refiere a la imagen que no es producto de un hecho fotográfico físico, testimonial, orgánico, sino el resultado de la ejecución de un algoritmo.
El Dr. Colorado identifica tres etapas de la fotografía. Una primera etapa, fotografía 1.0, es decir, la fotografía química. Luego una segunda etapa, fotografía 2.0, con la fotografía digital. Y una tercera etapa, fotografía 3.0, con la integración de la fotografía digital al dispositivo móvil, su conectividad e inmediatez.
En la actualidad, nos encontramos en el umbral de dar un salto cuántico a la AI, con una mayor dependencia de los algoritmos, y con cada vez menos responsabilidad para el autor. ¿Pero cuál autor?
Joanna Zylinska, artista, teórica de los medios, curadora, y escritora, en una entrevista con el portal lafuga.cl respecto a su libro AI Art: Machine Visions and Warped Dreams (AI Art: visiones de máquinas y sueños deformados), comenta acerca de la relación entre el arte y la tecnología, y reflexiona:
“Esta idea se remonta al recientemente fallecido filósofo francés Bernard Stiegler y su concepto de “tecnicidad originaria”: la creencia de que los humanos siempre han sido técnicos, que hemos surgido como seres técnicos a través de tecnologías simples como las piedras de sílex, el fuego, la ropa, el lenguaje. Esto se basa, a su vez, en la noción de subjetividad de Gilbert Simondon, como algo que surge a través de la tecnología. Por lo que no existiría tal cosa como un ser humano pre-tecnológico. El humano, en sus capacidades cognitivas, corporales y afectivas se ha producido en conjunción con la tecnología.”
Nos queda mucho por pensar al respecto, son muchas las discusiones que se derivan de este tópico, quizás estamos ante el indetenible derrumbe de paradigmas que considerábamos inquebrantables, o es un punto de inflexión que nos obligará a repensar qué es el arte y para qué sirve.
Phillippe Halsman, el autor de la icónica fotografía “Dalí atómico” de 1948, manifestaba que: “La mayoría de los fotógrafos apuntan la cámara y disparan sin emplear el cerebro. Piense primero, fotografíe después. Su cabeza es el instrumento principal”. Si alguna máquina con AI es capaz de sentir emociones, seguro se reiría sarcásticamente después de leer este axioma que tanto cuidamos.