La celebración en Naguanagua.

Desde hace cuatro décadas, la celebración en honor a San Juan, cada 24 de junio, se convierte en baile y música, gracias a la devoción de familias asentadas en la comunidad de Tarapío, donde la parranda que lleva el nombre de este venerado santo, se destaca al ritmo del tambor.

Richard Mendoza, presidente del Instituto de Cultura de Naguanagua y miembro de la Cofradía Sanjuanera de Tarapío, informó que las familias fundadoras de la Parranda San Juan de Tarapío son los Mendoza, Franco-Mijares, Bizamón, Barreto, Díaz, Hernández, algunas originarias de San Millán y otras poblaciones de la costa carabobeña.

Dijo que desde la perspectiva profana se ve fiesta, tambor, tabaco, aguardiente y alegría, pero para los sanjuaneros es momento de reencontrarse con su devoción, de compartir en familia, de peticiones, de agradecimientos, de recordar a quienes están ausentes.

Mendoza aseguró que más allá, la Fiesta de San Juan “es una fiesta, llena de misticismo, folklore, tradición, raíces afrodescendientes, lágrimas y risas”, arraigada en el pueblo naguanagüense.

María Elena Franco, también miembro de la Cofradía Sanjuanera de Tarapío, comentó que en medio de esta tradición “las ausencias, seres queridos que han fallecido, o que forman parte de la diáspora, son recordados, y algunos se valen de la tecnología para estar presentes a través de video llamadas”.

Así se celebró el día de San Juan en Naguanagua

La fiesta cristiana de San Juan es el 24 de junio, seis meses antes del nacimiento de Jesús el 24 de diciembre. Fue así como en la víspera, el día 23 se ofició la misa en honor a San Juan Bautista, en la Iglesia de la Begoña de Naguanagua, donde se bendijeron imágenes del santo, llevadas por creyentes que acompañaban al San Juan de la Parranda en medio de tambores.

Desde allí, bajo el canto devocional de Ave María, comenzó la procesión hasta Tarapío, visitando en el camino altares de vecinos entre cantos y repiques de tambor. En la ruta, hubo un encuentro fraternal con la Cofradía Sanjuanera de La Cidra, en donde se saludaron los santos, y se estrecharon lazos espirituales entre los seguidores.

Para esta celebración se contó con el apoyo del alcalde Gustavo Gutiérrez a través de la Policía Municipal de Naguanagua, la cual acompañó a las cofradías hasta sus destinos.

Al llegar San Juan al altar que le tenían preparado en Tarapío, le cantaron sirenas, sangueos, y golpes hasta la medianoche, la llamada Nochebuena de San Juan. La lluvia no faltó a la cita, bajo un torrencial aguacero resonaron los tambores con vehemencia.

 

 

Con nota de prensa de la alcaldía de Naguanagua




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