En zozobra, así se encuentra el personal y los estudiantes de la Unidad Educativa Luisa Cáceres de Arismendi en la Fundación Mendoza, perteneciente a Fe y Alegría. En nueve días se han registrado cinco hurtos, han sido objeto de la incesante delincuencia en el país que tiene en agonía a muchas instituciones educativas.
La directora del plantel educativo, María Victoria Bellera informó que les fue extraído 80 metros de cable número 12 del sistema eléctrico y tubos de cobres de los aires acondicionados y sala temática de la institución. Los niños se enfrentan a una educación a oscuras.
La institución presta servicio a mil 300 estudiantes. Mil 140 alumnos son del colegio Luisa Cáceres de Arismendi, 60 del Centro de Capacitación y 150 de otra institución Fe y Alegría que en abril de 2016 fueron desalojados de sus instalaciones por problemas de riesgo con la infraestructura. Desde entonces, las dos unidades educativas comparten los salones.
Las clases en el instituto educativo fueron suspendidas desde ayer miércoles a las 5:00 de la tarde, exigen seguridad y patrullaje.
María Véliz tiene 32 años de servicio en la institución, comenta con tristeza que jamás habían presenciado una situación de tanta inseguridad. Los más afectados son los niños, su futuro está en juego. El año pasado también les fueron hurtados los ventiladores.
Véliz ya pasó una situación de riesgo, para mediados del 2016 su esposo cuando procedía a buscarla al lugar recibió un disparo en la pierna por antisociales que pretendían robarle su vehículo. Los vecinos actuaron rápidamente, “gracias a Dios nos apoyaron y no pasó a mayores”, relató.
El miedo es incesante, la vida de los estudiantes, docentes y representantes está en riesgo. Los hurtos no solo ocurren en esta institución, otros Fe y Alegría han padecido lo mismo, así como los demás colegios de la zona. Para Véliz ya es tiempo que las autoridades tanto gubernamentales como de seguridad tomen medidas.
La hija de Hilda Espinosa cursa bachillerato en el colegio, va sola desde su casa al liceo y viceversa. Todos los días, la angustia se adueña de Espinosa “sabemos cuándo nuestros hijos salen de la casa, pero no sabemos si llegarán bien”, detalló con voz quebrantada.
En ocasiones los estudiantes sufren de los robos, les quitan el dinero, teléfonos, bolsos y hasta los abrigos que llevan puestos, ahora deben ir al colegio sin ningún accesorio para no ser víctimas de la criminalidad.
Como representante pide que los organismos tomen cartas en el asunto, no quiere que los policías apresen a los delincuentes para pasearlos y luego soltarles “eso hacen, se burlan de las comunidades”.
Las horas más críticas se presentan a las seis de la mañana, 12:00 del mediodía y cinco de la tarde, tiempo en que las calles están oscuras o solas.
La directora de la institución, María Victoria Bellera destacó que están coordinando un cuadrante de seguridad con la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía Nacional Bolivariana (PNB) que asistieron al llamado de la unidad educativa.
El comisionado Henry Fernández de la (PNB) y subdirector del Servicio de Policía Comunal detalló que mediante reunión del cuerpo de seguridad y la comunidad se instalará la Unidad de Patrullaje Inteligente (UPI).