No es lo mismo cuando se tiene el apoyo popular que cuando no se tiene. El gobierno pierde la lucha en la calle. No ha logrado, y pienso que no  conseguirá imponerse a través de la represión. Es decir, con la intimidación, ni el uso de las armas para contener la arremetida del pueblo.  Además, ha echado mano de torturas, de la cárcel, el amedrentamiento y al final todo ha sido un maniobrar inútil. Cada vez crece más y más la disposición de los venezolanos de apretarle el cuello hasta dejarlo exhausto. Sabe desde hace tiempo que pierde cualquier elección, pero desconocía que pudieran revolcarlo en lo que consideraban su propiedad privada, la calle.

En conclusión, esa es la tragedia de un gobierno humillado en treinta días de constante lucha por mantener a los venezolanos en sus casas; y estos combatiendo por sus derechos, por la democracia, al aire libre. Estas circunstancias conducen al hemipléjico régimen probar otras alternativas que le permitan sostenerse en el poder. De allí salta la idea, ellos saben que  no es la panacea, sino más bien una especie de tabla de náufrago, llamar a una Asamblea Nacional Constituyente, “comunal”, o algo así.

La oposición que junto con el pueblo goza de unánime respaldo y del reconocimiento de toda la sociedad por su accionar, riposta llamando a continuar en la calle para oponerse a las pretensiones del régimen de instituir una dictadura.

Ahora, surgen muchas interrogantes que hacerse sobre esta nueva obra del teatro trágico del gobierno que mira atónito como el mundo se le viene encima.

¿Conseguirán que el pueblo se desanime y le embargue la desesperanza? ¿Qué la dirigencia política se desoriente y también sea presa del desaliento? ¿Qué la OEA entre otras instituciones internacionales vean en esa decisión de llamado a una ANC apariencias de legalidad? Evidentemente, no, nada de eso sucederá. La resistencia será sin duda más resuelta, y muy probablemente la estrategia a partir de este nuevo momento se circunscribirá en la salida abrupta, o en la renuncia de Maduro, como un objetivo que irá acompañado de una acción bien entramada.

Reitero, a Maduro y a sus cómplices se les están agotando las cartas para jugarlas en las mesas de juegos del garito que les permitan quedarse en Miraflores. La desconfianza de la gente que le rodea junto al pánico que les consumen, se disparará a partir de este categórico momento.

Dentro de este juego de tahúres de la política oficialista donde viven las ficciones de líderes como Lenin y del propio Fidel Castro, pero sin la educación ideológica de aquellas reliquias comunistas, Maduro seguirá braseando en un mar embravecido asido a su tabla.

No es de extrañar entonces que desde ya se esté preparado el CNE para en cualquier momento anunciar de manera intempestiva las elecciones para alcaldes y gobernadores dejando por fuera las presidenciales según y cómo se vayan presentando las circunstancias, o zafarse de ellas, todo en extremo.

 

 

 




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