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(Foto: Archivo El Carabobeño)

En la mañana del lunes 21 de septiembre José Gómez llegó a la estación de servicio El Trigal, en Valencia, con la esperanza de abastecer su vehículo. Allí la cola comenzó a formarse en horas de la tarde del domingo. Este era su cuarto intento, luego de haber perdido nueve días de espera en otras tres estaciones dolarizadas en las que la gasolina no llegó o simplemente no alcanzó.

Para él es impensable siquiera intentarlo en alguna de las pocas gasolineras operativas que expenden combustible a precio subsidiado. “Las colas son interminables, de hasta 12 días o más”, aseguró. La falta de equidad en la distribución de gasolina entre las estaciones subsidiadas y las dolarizadas retrasa mucho más el proceso en las primeras.

Aunque vive cerca de El Trigal, hasta la noche del miércoles 23 de septiembre había podido ir a su casa a comer y bañarse solo una vez. Aseguró que prefería quedarse en el carro y cuidar su cupo hasta que llegue la gandola de Pdvsa, en lugar de anotarse en una lista. “No me gustan las listas porque eso ha sido lo que no me ha permitido surtir en otras estaciones previamente”.

Como muchos carabobeños, José necesita gasolina para poder trabajar, ya que es quien sostiene a su familia. “Un día perdido en una cola es un día sin ganancia”, detalló. Se niega a comprar combustible en el mercado negro, donde el precio oscila entre los tres y cinco dólares por litro frente al medio dólar por litro de las estaciones dolarizadas, ya que eso incidiría mucho más en sus costos de producción.

Carlos Rodríguez fue uno de los primeros en llegar a esa estación el domingo en la tarde. Luego de 72 horas de espera, manifestó sentirse atrapado en una película de ficción. A su juicio es inexplicable que en un país  como Venezuela, con las reservas de petróleo más grandes del mundo, sus ciudadanos estén condenados a hacer colas kilométricas durante días por unos litros de gasolina. “Es injusto que estemos en esta situación”.

La falta de combustible que azota a los venezolanos tiene su origen en la destrucción de la enorme capacidad de refinación del país, producto de la desinversión y falta de mantenimiento, lo que propició el desplome del procesamiento de crudo a mínimos históricos. La Refinería El Palito, por ejemplo, actualmente produce de forma inconsistente menos de 30 mil barriles diarios, de los 140 mil que es capaz de procesar.

Como José, Carlos es el principal sustento de su familia. “La necesidad apremia, tengo personas que dependen de lo que hago”, dijo. Necesita equipar su carro con combustible, ya que es la única manera de que su empresa de mantenimiento de aires acondicionados continúe operativa.

A Daniel Decaso se le nota el cansancio. Luego de casi cuatro días de espera, la piel blanca de su cara ya está roja “como un tomate” debido a las horas que le ha tocado estar expuesto al inclemente sol de Valencia. “Tengo un mes sin surtir gasolina por estas colas horribles de hasta dos mil carros. Es algo inhumano”.

La gandola de Pdvsa finalmente llegó a la estación de servicio El Trigal en horas de la mañana de este jueves 24 de septiembre. De la kilométrica cola que llegaba hasta el Parque Fernando Peñalver solo abastecieron a entre 90 y 100 vehículos.

 




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