Los vecinos del sector A de El Palotal, en Valencia, ya no saben qué hacer. Desde hace tres años las cloacas invadieron sus casas. Algunos, inclusos, han tenido que abandonar sus hogares porque las aguas negras se desbordan hasta por las paredes y el olor es insoportable.

Flordalisi Viscione vive en la vereda dos de ese sector. Desde el 2018 las cloacas comenzaron a inundar su casa, donde vive con su esposo y su pequeño hijo. La poceta se desborda de aguas negras y el baño colapsa. Una de las paredes, que está contigua a un cuarto inhabitable, se está cayendo producto de la humedad. La tubería del lavaplatos debieron desconectarla y poner un tobo para drenar el agua, porque si dejan que el agua corra también se rebosa.

Cuenta que en  varias oportunidades han ido a Hidrocentro a denunciar y la respuesta siempre es la misma: “No hay material”. “No tenemos retroexcavadora”. En los tres años, las autoridades de Hidrocentro solo han ido en una oportunidad y manifestaron que la tubería estaba caída- Sin embargo, no repararon el problema, ni siquiera contando con la colaboración de los vecinos.

 

En época de lluvia la situación empeora. Las calles se inundan de aguas negras porque el drenaje  colapsó. Entonces, a Flordalisi, como a otros vecinos, les toca salir de sus casas y volver en días, cuando la peste haya mermado. “Es tan grave el problema que a mi hijo todos los días lo llevo a otro lugar para poder bañarlo”, dice.

A su vecina, Luisa Rodríguez , también la aquejan las aguas negras. Le genera tristeza saber cómo está la ciudad de la que un día se sintió orgullosa, pero que ahora está sumergida en aguas residuales . “Da vergüenza que en esa ciudad y en este estado donde nació Venezuela vayamos a celebrar 200 años de la batalla de Carabobo y aquí solo se vea desidia, abandono y miseria”, repudió.

Luisa pide al alcalde de Valencia , Alejandro Marvez, que piense en la ciudad industrial y progresista y que “le meta mano” a El Palotal, que tampoco tiene alumbrado público sino unas lámparas improvisadas que hicieron los vecinos hace un par de años, pero que ya no funcionan. “A las 7 de la noche cerramos las puertas de estos calabozos y nadie sale porque da miedo con tanta oscuridad. Nos sentimos como presos”, agregó.

Es tanto el mal olor adentro de las casas, que uno de los vecinos debió abandonarla porque las cloacas ya habían dañado las paredes de la sala, la cocina, el baño y los cuartos. Incluso, donde dormía una anciana de 85 años de edad, a quien debieron sacar para evitar que se complicara con alguna enfermedad respiratoria.




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