Más de cinco millones de venezolanos se han ido del país durante los últimos años, en condiciones cada vez más precarias, de acuerdo a cifras de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Huyen de la violencia, la inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales. La mayoría cruza la frontera sin documentos de identidad, a pie y enfrentándose a condiciones hostiles en los diversos trayectos que los llevan a sus destinos finales, que son principalmente Colombia, Perú, Chile y Ecuador, en ese orden.

Sin embargo, en medio de todo el drama que envuelve a la que se ha convertido en la segunda crisis de desplazamiento más grande del mundo, la solidaridad también ha florecido. Así lo han demostrado organizaciones no gubernamentales y fundaciones como Mueve y Un Techo para el Camino, apenas dos de las varias que hay actualmente en Ecuador abocadas a ayudar a los migrantes venezolanos, que en territorio ecuatoriano ya suman casi medio millón: con exactitud, hasta abril eran 429 mil 685, de acuerdo al último reporte de situación de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela.

La décima encuesta de monitoreo de flujo de la migración venezolana en Ecuador, realizada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) entre febrero y marzo de este año, en 10 ciudades, revela que las principales necesidades entre los venezolanos son la generación de ingresos (54%), asistencia de documentos (37%), asistencia legal (33%) y alimentación (30%). Con el pasar de los años las necesidades han ido cambiando porque los migrantes llegan en condiciones cada día peores, aseguró Andrew Castro, ingeniero electrónico radicado en Ecuador desde hace más de cinco años y presidente de Mueve.

(Foto cortesía)

“Cuando inició la fundación, había muchas personas que tenían dudas referentes al proceso de regularización, alquileres y cómo era la situación general aquí en Ecuador. Fue así como nos organizamos al principio para dar respuesta a esas inquietudes”, detalló en entrevista con El Carabobeño. “Pero el proceso migratorio se ha intensificado exponencialmente y las necesidades de la comunidad venezolana han variado. Cada vez es más crítica la situación y eso ha hecho que nos adaptemos, ofreciendo diferentes servicios para apoyar a quienes están migrando”.

Mueve tiene sus bases en Guayaquil, en el eje costero de Ecuador. Junto a Quito, la capital, esta es una de las ciudades que concentra la mayor cantidad de venezolanos. Muchos llegan incluso caminando desde Colombia. Aproximadamente 13 días les toma caminar desde Bucaramanga hasta Guayaquil.

Cinco años de Mueve

La fundación arribó a su quinto aniversario el pasado domingo 20 de junio, fecha en la que también se conmemoró el Día Mundial de los Refugiados. Cuenta con aproximadamente 50 voluntarios y durante ese quinquenio, además de ofrecer asesorías referente a la regularización y documentación, también han brindado apoyo en otras áreas, como la asistencia emocional, médica, ayuda humanitaria e impulso a los pequeños emprendedores.

Cada tres o cuatro meses Mueve organizada una jornada de salud, que por lo general se realiza en las instalaciones de Un Techo para el Camino. En operativo participan entre 20 y 30 médicos venezolanos, la Cruz Roja y otras organizaciones. En promedio logran beneficiar con asistencia médica a más de 500 personas por jornada. Además, el año pasado, cuando la pandemia de COVID-19 tenía a Guayaquil azotado y sumergido en una gran crisis sanitaria, lograron entregar más de tres mil combos con alimentos a decenas de familias venezolanas.

(Foto: Kevin Arteaga González)

“El hecho de que hayamos ayudado a más de tres mil familias venezolanas el año pasado es bastante gratificante para nosotros, porque la situación se puso crítica”, señaló Andrew. Lo lograron gracias al apoyo de unos 15 motorizados que trabajan como repartidores a domicilio y fueron quienes de forma gratuita llevaron los kits de alimentos a quienes no podían salir de sus residencias. “No tenían nada qué comer y a diferencia de las personas locales, muchos no tienen cocina ni nevera y lo que hacen es comprar lo de diario. Al inicio de la cuarentena esas personas estuvieron muy mal”.

Antes de la pandemia, la fundación tenía un mercado en el que se promovía la cultura venezolana y servía como vitrina para los pequeños emprendimientos de los migrantes. Era un espacio ideal que esperan reactivar próximamente para que los emprendedores ofrezcan sus productos y servicios.

El representante de Mueve destacó que en el tiempo que tiene de fundada la organización les ha tocado atender necesidades de diversa índole, pero recordó una situación en particular que lo ha marcado: “Hemos tenido casos bastante dolorosos de personas con enfermedades terminales cuyo único deseo es devolverse a Venezuela para morir junto a su familia y logramos hacer realidad ese sueño. Lamentablemente fallecen a los días de estar en Venezuela. Todo eso, a la largo de cinco años que tiene la fundación, nos ha dejado muchísimas enseñanzas”.

Mantener el proyecto en pie no ha sido fácil. Mueve depende al 100 % de contribuciones de instituciones nacionales e internacionales, además de la solidaridad de particulares. Por eso, aunque quieran ayudar a más personas y desarrollar proyectos con más cobertura y alcance, se les hace cuesta arriba ante la falta de recursos. “En muchas ocasiones la directiva ha tenido que aportar de sus bolsillos para llevar a cabo algunas actividades, ya que todos los que pertenecemos a la fundación, tanto colaboradores como la directiva, somos personas que tenemos empleo y cierta estabilidad”, aseguró Andrew.

(Foto cortesía)

Aunque están en Guayaquil, cuando pueden también apoyan a otras personas que se encuentran en provincias cercanas, sobre todo de la región costera, agregó el vocero de Mueve. Y si se trata de casos que están hacia la sierra, como en Quito, hacen el enlace con organizaciones de esas zonas.

Alojamiento y alimentación digna

Un Techo para el Camino es una iniciativa de la organización Hogar de Cristo en Ecuador, que intenta cubrir las necesidades más básicas de las personas en condiciones de movilidad humana, principalmente quienes migran desde Venezuela y Colombia, ofreciendo un servicio temporal de alojamiento y alimentación digna, informó Ronald Borges, coordinador del proyecto.

Hasta la fecha en Un Techo para el Camino han atendido a unas 17 mil personas, de las cuales el 90 % son venezolanas. Su sede está ubicada en Atarazana, Guayaquil, donde como casa de acogida temporal han desarrollado una filosofía basada en acoger, proteger, promover e integrar a migrantes, refugiados y víctimas de trata de personas. También ofrecen atención primaria en salud y primeros auxilios.

Recientemente recibieron a dos familias procedentes de Carabobo, quienes caminaron durante casi dos semanas desde Colombia hasta llegar a Guayaquil y estuvieron varios días durmiendo a las afueras de la terminal terrestre. “Es una satisfacción muy grande poder ayudar a esta población que requiere de bastante asistencia”, dijo Ronald.

“En dos años y medio Ecuador ha llegado a tener cerca de 125 casas de acogida (…) a pesar de la difícil situación que se vive en el Ecuador, la solidaridad es una cosa que tenemos que reconocer”, resaltó por su parte Fernando López Forero, directo nacional del Servicio Jesuita a Refugiados. “Aunque se migre del sufrimiento y realidad muy dolorosas como la que viven Colombia y Venezuela, siempre será posible migrar hacia la esperanza y esta es una expresión concreta de eso”.

A su juicio, todavía queda mucho por hacer porque hay muchas personas sin regularizarse, en la calle y bajo condiciones muy vulnerables. “Es una tarea grade que tenemos que hacerla juntos, para entender que no son los otros y nosotros, sino que somos nosotros”, sostuvo.




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