Hospital de Bucaral: el fantasma de la salud al sur de Carabobo (Fotos)

hospital de Bucaral
La fachada mostraba un moderno edificio. (Foto Rafael Freites)

El silencio es tan agresivo que aturde. Por momentos es interrumpido por el aleteo de palomas que anidan en la soledad del Hospital de Bucaral. Otras veces, por el chillido de un perro asustado, no acostumbrado a ver personas en los pasillos del abandonado centro de salud. Animales deambulan entre lo que debió ser un consultorio, una sala de emergencia o un quirófano. Nunca se inauguró. Desde 1976 es como un trofeo rojo a la nada. Seis pisos que más de 360 mil habitantes del sur de Valencia y Los Guayos utilizarían para mitigar la crisis humanitaria en salud. Pero la burocracia y la corrupción lo impiden.

Allí reina la oscuridad. El techo tiene partes que cuelgan destruidas. Los consultorios están a medio terminar. Julio García, presidente del Colegio de Enfermeros de Carabobo, explica que la obra no tiene flujo financiero eficaz desde hace más de 20 años, lo que le ha impedido completarse. “Los recursos solo alcanzaban para el mantenimiento y limpieza, no para las estructuras”. Así, el Hospital Jesús de Nazareth de Bucaral, un tipo III -de las clases más avanzadas de Venezuela- es solo ruinas. Ni un solo paciente ha podido ser atendido allí.

la empresa contratista encargada de la obra se había retirado luego del período contratado, sin rendir cuentas

En el ala oeste del área de emergencia hay un complejo de salones de conferencias y espacios que fueron destinados a un colectivo chavista. Se hizo llamar “Movimiento Bolivariano L-19, Hospital de Bucaral”. Su director, el médico integral comunitario César Navas, se identificó en 2014 como responsable de la contraloría en los trabajos de rehabilitación. Criticó que la empresa contratista encargada de la obra se había retirado luego del período contratado, sin rendir cuentas. Se le intentó contactar para actualizar sus declaraciones, pero no respondió los mensajes.

Los espacios del colectivo son una repetición misma del hospital. A oscuras, desprotegidos, consumidos por la desidia. Con baños rotos, salones llenos de documentos sin revisar, currículos médicos sin archivar, y carteles del “Ché” Guevara y Hugo Chávez adornando las paredes. Uno de ellos señala: “Hospital de Bucaral de Carabobo, presente y siempre consecuente con el legado de nuestro presidente”. Pero el colectivo olvidó su misión. Esos carteles ahora no pueden verse sin una linterna porque los espacios fueron abandonados.

En abril de 2016 El Carabobeño sostuvo una entrevista telefónica con una representante de la empresa que, según el Registro Nacional de Contratistas (RNC), dejó sus trabajos con 35% de avance en una primera licitación y 100% en la segunda. En 2010 el Ministerio de Salud encomendó a Ingeniería de Construcciones y Servicios (Inconserca) trabajos “complementarios” para terminar el hospital. Luego, en 2011, se le asignó el contrato definitivo para terminarlo, pero no se cumplió la proyección. La representante, cuya identidad fue protegida por seguridad, alegó problemas financieros: “Estuvimos allí hasta que nos dejaron de pagar”. Una nota del portal gubernamental AVN citó en 2012 a Ángel Galíndez, director en Carabobo de Barrio Adentro, quien prometió que en el primer trimestre de 2013 sería inaugurado: la inversión, 68 millones de bolívares, más 90 en créditos adicionales.

La capacidad del Hospital de Bucaral es de 110 camas, cinco quirófanos, tres salas de parto, y el “laboratorio más grande de la región”. Su ubicación es estratégica, apunta García. “Si una persona herida por arma de fuego en Güigüe es trasladada al hospital central de Valencia tardaría, con tráfico y estado de las vías, hasta una hora y media”. Si funcionara el hospital de Bucaral se atendería en apenas 40 minutos, señala. “Estamos ante una falta de voluntad política enorme, burocracia y corrupción”. Según el colectivo, la capacidad mensual de consultas era de tres mil 800.

 

AMBULATORIO: CARGA OBLIGADA

Con insistencia, una mujer usa una escoba para limpiar con agua y jabón el piso de una sala de parto. Los coágulos de sangre atraviesan con el riachuelo el piso del pasillo y terminan en un matero. El niño que acaba de nacer es, a pesar de toda la precariedad, un afortunado. Representa una vida, un saldo positivo en un lugar teñido por la muerte.

Para enero de 2016, se registraban 287 muertes, de las cuales eran 50 por diarreas en personas de cinco años en adelante. Quince fueron de bebés menores de un año

Hay una segunda estructura al lado del hospital de Bucaral, se trata de un ambulatorio. Este sí funciona desde 1997. Pero las promesas incumplidas también lo han disminuido. Se suponía que debió funcionar simultáneamente con la estructura matriz, pero ahora es el único aliento de quienes visitan Bucaral para buscar salud. Allí, para enero de 2016, se registraban 287 muertes, de las cuales eran 50 por diarreas en personas de cinco años en adelante. Quince fueron de bebés menores de un año. “Aquí no tenemos medicinas, insumos, guantes, ni siquiera tensiómetros. Esto es horroroso”, dijo una fuente.

Son los registros más recientes que hay. Desde el Ministerio de Salud y desde la Fundación Instituto Carabobeño para la Salud están prohibidas las cifras a medios de comunicación independientes. Pero en ese documento, al que tuvo acceso El Carabobeño, se mostraba que para enero de 2016 en el ambulatorio tipo II se registraron cinco muertes por dengue. “Aquí hay zancudos por doquier”. Y se nota: solo la entrada del hospital está casi intransitable por la maleza, que además bordea los cuatro puntos cardinales del complejo sanitario que conforman el ambulatorio, operativo en al menos 30%, y el hospital, nunca terminado.

El ambulatorio de Bucaral atiende a una población escolar de siete mil 64 alumnos, según ese censo de principios de año. 27 escuelas primarias privadas, estadales y nacionales. Pero el servicio de pediatría está paralizado. Solo hay consultas de medicina general, gineco obstetricia, servicio de inmunización, medicina interna y certificados de salud. En el segundo piso hay arrumados insumos médicos, escritorios y equipos desechados. Un vigilante de Insalud pasa anotando cada equipo con un código y reseñándolo en una carpeta, como inventariando el desastre.

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La fachada mostraba un moderno edificio. (Foto Rafael Freites)

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