La amenaza de expulsar de la OEA, no a Venezuela sino a su régimen conculcador de la democracia y libertad es una iniciativa de un alto dirigente de la izquierda uruguaya y continental: Luis Almagro, ex Canciller del gobierno de José «Pepe» Mujica. Éste era chavista a rabiar, pero hoy ha devenido en crítico mordaz de Nicolás Maduro y su clan.
¿Quién es Luis Almagro? Un líder socialista que se dio cuenta, después de la autocrítica respectiva, que el único camino para alcanzar la justicia social es por la vía democrática que hoy arrebata al pueblo venezolano un régimen que se dice de izquierda y socialista. Sabe Almagro que este gobierno, degenerado en mafia corrupta y corruptora, desprestigia el vocablo «izquierda» y hunde, otra vez en el lodazal, a la otrora bella utopía socialista. Los cubanos, junto a los coreanos del norte, la estaban hundiendo y estos vinieron a hacer peso. Ya el gobierno había logrado pasar agachado las sanciones de la OEA cuando, hete aquí, cómo ese circo en estrado llamado pomposamente tsj (minúsculas ex profeso) ha producido el golpe de estado que deja corto todo el discurso de Almagro denunciando la dictadura venezolana y permite replantear el caso en el Consejo Permanente vuelto a convocar, de urgencia, por el Secretario General.
Lo que está haciendo Luis Almagro, al frente de la OEA, es simplemente hacer suyo el pensamiento de dos grandes líderes del socialismo democrático, como Fernando de los Ríos e Indalecio Prieto. De los Ríos presidió una delegación del PSOE a Rusia tras el triunfo de la Revolución y se reunió con Lenin. En un momento de la entrevista, aquel le preguntó al jefe de la revolución soviética: “¿Cómo y cuándo cree usted que podrá pasarse del actual período de transición a un régimen de plena libertad para sindicatos, prensa e individuos?”. Lenin lo miró con sorpresa  y estupor, respondiéndole con otra pregunta “¿Libertad para qué?”. Y Fernando de los Ríos, con coraje, típico de un español de la época, le ripostó: “¡Libertad para ser libres!”.
Indalecio Prieto un par de años después, en 1921, en una conferencia en Bilbao que tituló “La libertad base esencial del socialismo”, al referirse a este incidente agregó, de su propia inventiva y para dar mayor explicación a  la escueta respuesta de Fernando de los Ríos a Lenin, lo siguiente:
“La idea de libertad es superior a la idea de patria. La idea de libertad es superior a la idea de socialismo; cuando la patria o cuando el socialismo niega la libertad, desaparecen los justos títulos que puedan tener para nuestro respeto. La libertad ante todo; el socialismo es un medio para alcanzar la libertad”. Entonces, la actitud de Luis Almagro se emparenta con toda la tradición de lucha de la izquierda democrática mundial a favor de la libertad.
Lo que ocurre es que este régimen siempre ha utilizado la jerga “izquierdista” y “socializante” cada vez que el mundo se le pone chiquito, cuando la impunidad que logran en Venezuela, de la mano de tres instituciones deslegitimadas como tsj, cne y alto mando militar (todos, otra vez, en minúscula a posta), pretenden extenderla a un mundo civilizado que no se los va a tolerar.
Almagro quiere salvar la dignidad de la izquierda y el socialismo democrático latinoamericano al querer aplicar la Carta Democrática, de la que Venezuela es signataria y que Maduro exigió su aplicación, en Honduras, cuando fue derrocado  su socio de negocios en Centroamérica: el impresentable Zelaya.
Después de aplicar la Carta Democrática o al hacer elecciones para evitar su aplicación permitiéndole al pueblo expresarse, será el momento de unirnos todos los latinoamericanos de pensamiento progresista, para tratar de rescatar los valores de libertad y democracia que se conculcaron a nuestro pueblo en esta hora aciaga.
Almagro sabe que se requiere, con urgencia, rescatar el prestigio internacional de quienes luchan por la libertad con justicia social. Si este régimen no convoca elecciones, la izquierda decente de América Latina será la que expulsará de la OEA, de la ONU y de la comunidad internacional a este gobierno forajido. En ese momento, se abrirán las grandes alamedas (Allende dixit) para que los trabajadores de nuestros pueblos transiten la senda de la justicia social y sientan que sus reivindicaciones estarán garantizadas…sin tener que hurgar en la basura.
Pronto llegará la oportunidad para que venga Luis Almagro, a recibir el homenaje de un pueblo agradecido a quien luchó denodadamente a favor de los derechos humanos y las libertades democráticos en Venezuela, en el peor momento de su historia republicana. Falta poco.



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