Foto: EFE

Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais, los estados más poblados y ricos de Brasil, serán gobernados por conservadores que han manifestado su alineamiento con el ultraderechista Jair Bolsonaro, el polémico diputado que hoy fue elegido presidente del país en la segunda vuelta.

Pese a que los partidos de izquierda fueron los que más gobernaciones conquistaron en general tras celebrarse este domingo la segunda vuelta para definir los gobernadores de 14 de los 27 estados, Bolsonaro contará con el apoyo con los mandatarios regionales en los tres estados que concentran el 40,1 % de la población y el 52,1 % del PIB de Brasil.

El vencedor de la disputa en segunda vuelta por la gobernación de Sao Paulo fue el exalcalde de Sao Paulo y empresario Joao Doria, el de Río de Janeiro el exjuez federal Wilson Witzel y el de Minas Gerais el empresario Romeu Zuma.

Los tres, pese a pertenecer a partidos que no apoyaron a Bolsonaro ni en la primera ni en la segunda vuelta, manifestaron su alineamiento incondicional con el ultraderechista y, pese a que no contaron con una manifestación concreta de respaldo del presidente electo durante la campaña, intentaron fundir su imagen con la del polémico diputado, lo que les rindió resultados en las urnas.

Los tres tienen en común con Bolsonaro ser liberales en economía y conservadores en política y, así como el diputado, se presentaron ante los electores como ajenos a la política tradicional, nuevas alternativas y rivales del Partido de los Trabajadores (PT), la formación que gobernó Brasil por 13 años con Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff y que postuló a Fernando Haddad, el candidato derrotado en la disputa presidencial.

Mientras que los futuros gobernadores de Río y Minas Gerais tuvieron este año su primera experiencia electoral, Doria ya había vencido la alcaldía de Sao Paulo en 2016, cuando era un total desconocido.

Adeptos ya declarados del polémico diputado ultraderechista también gobernarán los estados de Paraná (Ratinho Júnior), Acre (Gladson Cameli), Goiás (Ronaldo Caiado) y Mato Grosso (Mauro Mendes), todos elegidos el 7 de octubre en la primera vuelta.

Y la barrida electoral encabezada por Bolsonaro en Brasil también permitió que tres de sus correligionarios en el minúsculo Partido Social Liberal (PSL) fueran elegidos hoy como gobernadores de Santa Catarina (Comandante Moisés), Roraima (Antonio Denarium) y Rondonia (coronel Marcos Rocha).

El apoyo en los estados más importantes le permite a Bolsonaro, que asumirá el 1 de enero junto con todos los mandatarios regionales, tener un peso importante en el mapa político de Brasil y contar con fuerzas para buscar la gobernabilidad pese a que no tendrá apoyo mayoritario en el Congreso.

Tal peso se lo garantizan principalmente Sao Paulo, el estado más poblado del país con 45,5 millones de habitantes y el más rico, con una participación del 32,4 % del PIB; así como Minas Gerais (21 millones de habitantes y 8,7 % del PIB) y Río de Janeiro (17,2 millones de habitantes y 11,0 % del PIB).

En los tres, el ultraderechista, polémico por ser defensor de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 y por sus declaraciones de tinte machista, racista y homófobo, también obtuvo más votos que Haddad.

Bolsonaro logró cerca del 55 % de los votos en la segunda vuelta, frente al 45 % de Haddad, el sucesor del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como candidato del PT.

Pese a que consiguió que su minúsculo partido, que nunca había alcanzado una gobernación, arranque 2019 al frente de tres gobiernos regionales, incluyendo el del industrializado y rico estado de Santa Catarina, el ultraderechista enfrentará resistencia en varios otros.

Principalmente en los nueve conquistados por la izquierda, ya que, a los cuatro logrados por el PT (Bahía, Ceará, Piauí y Río Grande do Norte), se suman los tres del Partido Socialista Brasileño (Espíritu Santo, Pernambuco y Paraíba), uno del Partido Democrático Laborista (Amapá) y otro del Partido Comunista do Brasil (Maranhao).

La izquierda será hegemónica en el nordeste de Brasil, la región más pobre del país, la segunda más poblada después del sudeste y la que más se benefició de los programas sociales con que Lula retiró de la pobreza a unas 30 millones de personas.

El péndulo dependerá de la posición que adopten partidos que se han dicho neutrales, como el de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que gobernará tres estados, y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), con otros tres. 




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