El Gobernador de Carabobo Rafael Lacava. (Foto Archivo)

A través de un manifiesto enviado a esta Redacción, la Sociedad Civil carabobeña le habló duro y de frente al gobernador Rafael Lacava. Le acusan de mancillar la tradición, el legado histórico de esta ciudad. «El orgullo de la valencianidad no lo podrá destruir tan irresponsablemente sin que estos hechos produzcan  consecuencias, llegado el momento. El día menos pensado usted tendrá que dejar en paz esta ciudad».

A la yuxtaposición de roles de Lacava con el mal atribuyen que el gobernador persiga agobiar aún más la ya tormentosa y precaria vida del carabobeño. «No son banalidades sus posturas, no son nimias ni infantiles estas excentricidades, aparte financiadas por fondos muy opacos, para ser públicos»

En el documento, los ciudadanos exigen la inmediata rendición de los fondos que sustentan los gustos peculiares del mandatario regional.

A continuación el manifiesto completo

 

Valencia, octubre de 2019

Señor: Rafael Lacava Evangelista

Gobernador del Estado Carabobo

Ciudad.

Gobernador, los carabobeños a sabiendas de que usted forma parte importante de un régimen cuestionado de manera categórica dentro y fuera de nuestros límites; que usted hace incontables esfuerzos engañadores para diferenciarse tanto del usurpador presidente Nicolás Maduro, como de su partido político PSUV; solo por el profundo rechazo que excede 90 %, hemos considerado ante tantos vejámenes y desafueros, dirigirnos  a usted.  Nuestro reclamo, cívico y muy firme, Gobernador, es ante el marasmo, ante el colapso indetenible que aterroriza y desgata la salud mental de buena parte de la ciudadanía de nuestro estado, que tan solo ha recibido en esta bizarra gestión, simples maquillajes populistas y demagógicos que no nos permiten  realizar una vida de absoluta normalidad. Que más que iluminar fugazmente con una infantil señal, haga lo que esté a su alcance por sacar de la penumbra a la primera ciudad que contó con energía eléctrica en nuestro país.

Nuestra ciudad de Valencia ha sido mil veces mancillada, vilipendiada, groseramente irrespetada  por un vocabulario soez, impropio de quien hoy es su primera autoridad, aunque no nos sentimos representados por usted, usted es el Gobernador. La ciudad industrial de Venezuela la asesinaron a traición, como actuó Judas en su oportunidad. Para su información Valencia revestida hoy de  fetiches, en 1812 fue sede del Congreso Patriótico. Aquí nació la República de Venezuela; también el primer Concejo Municipal. Esta ciudad fue centro del poder una vez que nació la República de Venezuela en 1830. Además, Valencia, Gobernador, lea bien, recibió el castigo de los piratas, del bárbaro y cruel, José Tomás Boves, pero por encima de todas esas humillaciones, ni esta ciudad, ni el gentilicio valenciano sucumbieron ni se resignaron mansamente.

La tradición, su legado histórico, el orgullo de la valencianidad, no lo podrá destruir tan irresponsablemente sin que estos hechos produzcan  consecuencias, llegado el momento. El día menos pensado usted tendrá que dejar en paz esta ciudad. Ciudad donde sus niños mueren en los hospitales por carecer de medicinas o de equipos médicos apropiados. Una ciudad que carece de agua, de electricidad, de gas, de transporte público adecuado. Insegura, ya vimos como pocos días atrás fue secuestrado el hijo del secretario de seguridad del Estado que forma parte de su equipo de trabajo.

Durante su administración no se ha construido un solo hospital, un solo liceo, un solo colegio, una sola vivienda, ni una avenida siquiera; pues evidentemente su gestión no merece tantas celebraciones. Hoy, nuestra ciudad, se encuentra sumida  en medio de una terrible crisis de carácter humanitaria, que atenta contra nuestra existencia y cuyos rigores no se derivan de ninguna guerra y menos de alguna catástrofe natural, de hecho el adjetivo humano se yuxtapone al humano ejercicio del poder, a la habilidad que tiene el ser humano para que extraviado en sus laberintos morales, pueda entrañar toda una suerte de calamidades peor que las infringidas por cualquier guerra o calamidad natural.

Las desviaciones en el ejercicio que generan una suma inmensa de dolor, que quebrantan la confianza y laceran eso que se denomina capital social, la confianza en el otro, su reconocimiento y posterior respeto, ese que trasciende a la persona, y por ende proporcionar un equilibrio debe ser el objetivo entre gobernante y gobernado.

Asumiendo así la máxima del bienestar bolivariano, que es tomada de los aportes del utilitarista Jeremías Bentham: “El buen gobierno es aquel que provee de mayor suma de bienestar a la sociedad”, justamente es sobre este aspecto en el cual queremos pivotar este llamado a la conciencia civil y ciudadana de todo el Estado. Esta es nuestra angustia existencial diaria, la que nos lleva de ser pacientes a convertirnos en agentes de la defensa del legítimo derecho. Es en esa angustia sustentada en el asalto perpetrado de manera continua a nuestra dignidad, que nos permitimos en nuestra condición de ciudadanos libres, de acuerdo a lo así consagrado por nuestra casi extinta Constitución en su Artículo 2, sobre los valores de nuestro también casi eufemístico Estado, sustentar este reclamo, haciendo énfasis en la responsabilidad social y en general la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

Por medio de esta yuxtaposición de roles con el mal, persigue usted pues agobiar aún más la ya tormentosa y precaria vida del carabobeño. No son banalidades sus posturas, no son nimias ni infantiles estas excentricidades, aparte financiadas por fondos muy opacos, para ser públicos y que enfrente de la elemental falencia de recursos y de servicios públicos, estamos como ciudadanos obligados a exigirle la inmediata rendición de los fondos que sustentan sus gustos peculiares. Hastiados estamos de que usted nos humille indicándonos que su origen es el de una familia acaudalada, no en balde usted con su proceder demuestra que hay gente tan pobre que lo único que tiene es dinero. Su personalidad, sus posturas y su bochornosa manera de ejercer el poder son un oxímoron contra los preceptos del socialismo, que estoy seguro usted desprecia pero de los cuales se lucra, para seguir alimentando una personalidad ególatra y narcisista.

Finalmente, Gobernador, más allá de los temas religiosos, la bondad y el bien, por ende el bienestar, son un anhelo de todas las religiones. No nos preocupa en lo absoluto que haya usted llegado al desaguisado y demencial extremo de colocar una estructura con un vampiro en el cerro de El Trigal en cuya cima se yergue sobre la ciudad la cruz de Cristo para indicarle a cristianos y católicos los tiempos de adviento. Los símbolos no solo en nuestro Estado, sino en el paíshan sido deconstruidos por la posverdad del chavismo. Por tanto la cruz de Carabobo, como la del Cerro Ávila, fueron encendidas durante la convalecencia y penosa enfermedad de Hugo Chávez, quien en vida no lo ungió a usted para el ejercicio del poder quizás por reconocer los recelos e intrigas que en dicho ejercicio le impedirían controlarle una vez ejerciera el cargo de gobernador.




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