(Foto AFP)

Mientras el exilio en Miami festeja con champaña la muerte de Fidel Castro en las calles, disidentes en Cuba se abstuvieron de protestar. Encerrados en sus casas, esperan más represión.

Ninguno salió a la calle o festejó para no desentonar con el duelo nacional de nueve días, pero en privado se alegraron por la muerte del líder cubano el viernes a los 90 años.

Y «no nos alegramos de la muerte de un hombre, de un ser humano, lo que sí nos alegramos es de la muerte de los dictadores», matiza Berta Soler (53 años), líder de las Damas de Blanco.

Durante 48 años en el gobierno, Fidel trató a los disidentes con mano de hierro. Solo en 2003 ordenó la detención de 75 de ellos que fueron condenados a largas penas de prisión.

Sus esposas y madres formaron entonces el grupo Damas de Blanco para exigir su liberación, que finalmente obtuvieron gracias a la mediación de la Iglesia católica ante Raúl Castro, quien sustituyó en el poder a su hermano enfermo en 2006.

La organización cuenta con unas 150 activistas a nivel nacional, y mantienen sus marchas dominicales en rechazo al gobierno socialista. Cuando no las detienen por varias horas, la seguridad del Estado les impide salir de sus viviendas, según sus denuncias.

Pero «hemos acordado hoy domingo no salir a las calles, no porque estemos de luto, que es duelo nacional, es por respeto a todos los que sienten a Fidel», dijo Soler.

La activista estaba en Miami la noche del viernes cuando se conoció la noticia. Al día siguiente llegó a una Cuba sin Fidel y en duelo.

«Sí nos alegramos de la muerte de una persona que le ha causado tanto daño y dolor al pueblo cubano», confiesa su esposo, Angel Moya (52), quien cumplió casi 8 años de prisión.

El mismo temor

Marta Beatriz Roque (71) fue la única mujer del grupo de los 75. La exprisionera también se abstuvo de festejar.

«Para nada me alegro de la muerte de nadie, aunque sea la muerte del diablo», señala durante una entrevista con la AFP en su vivienda de La Habana.

Tanto ella como Soler justifican el júbilo de Miami. «La gente que está en Miami es gente que está muy dolida, porque el régimen trajo como consecuencia la destrucción de la familia», dice Roque.

José Daniel Ferrer, otros de los 75, dirige en Santiago de Cuba la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), la otra organización visible de la minúscula disidencia cubana. También él decidió suspender sus acciones de protesta.

«No nos alegramos y vamos a estar tranquilos, aunque él sea el principal responsable de la miseria y la falta de derechos políticos», dijo vía telefónica.

Además de abstenerse de celebrar públicamente, la dividida oposición coincide en un temor: una ola de amedrentamiento ahora que Fidel no está y su hermano Raúl necesita afianzarse de cara a su relevo en el gobierno en 2018.

La represión «va a continuar, va a ser peor, se va a recrudecer, puesto que el apoyo de Raúl Castro era Fidel», dice Soler.

De su lado, Roque cree que incluso antes de que Fidel muriera ya Raúl había apretado las tuercas. «La represión al pueblo es grandísima», pues  las personas tienen muchas limitaciones y prohibiciones».

Ferrer coincide: «de inmediato espero mas represión».

La esperanza Trump

Un sector de la disidencia cubana no esconce su resentimiento con el saliente mandatario estadounidense Barack Obama por el restablecimiento de relaciones con Cuba.

Soler le reprocha específicamente haber ignorado la represión y «empoderar al régimen cubano» y no a la sociedad civil, como prometió.

Washington fue el respaldo de la oposición interna cubana desde 1959, y Miami el refugio de millón y medio de cubano que emigraron. El gobierno cubano los acusa de «mercenarios» y de recibir financiamiento de Estados Unidos.

Pero con Donald Trump a las puertas de la Casa Blanca la oposición espera un nuevo impulso.

«Estamos esperanzados con esta nueva administración de los Estados Unidos, en que por lo menos el gobierno cubanos sea condenado con energía; sea condenado con firmeza por las violaciones reiteradas de los derechos humanos», dice Moya.

El sábado Trump llamó al fallecido líder de la Revolución cubana un «dictador brutal».

Roque, sin embargo, no cree que «Trump sea una persona interesada en la política en Cuba». En su opinión, el futuro presidente adoptará la línea del Partido Republicano, diferente a la de Obama, pero atemperada al gobierno.




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