Más de mes y medio después de que se declarase el conflicto armado interno contra el crimen organizado en Ecuador, los militares afirman tener el control de las cárceles, que arrebataron a las bandas criminales.
Las prisiones se han vuelto uno de los focos de las operaciones de las fuerzas estatales para golpear a las bandas del crimen organizado. Hay continuos operativos para requisar todas las armas y objetos prohibidos que tenían dentro de las prisiones estos grupos de la delincuencia organizada, catalogados ahora por el Gobierno como terroristas.
Fruto de esos operativos se han decomisado grandes arsenales de armas. Se trata de fusiles, pistolas, granadas y chalecos antibalas, así como miles de balas e importantes cantidades de droga.
En algunos casos han tenido que romper paredes o falsos techos para encontrar los escondites donde estas bandas criminales guardaban su armamento. También disponían de conexiones a internet y otros lujos que los policías y militares han retirado.
La intención de las Fuerzas Armadas es quedarse dentro de las prisiones el tiempo que sea necesario. El jefe del Comando Conjunto, Jaime Vela, recordó que estos espacios fueron durante años bases del crimen organizado y zonas de conflicto entre bandas que se disputaban el control de las cárceles.
El objetivo es que las bandas criminales, dedicadas principalmente al narcotráfico, no vuelvan a adueñarse de los centros penitenciarios. Las rivalidades entre ellas han registrado desde 2020 una serie de masacres carcelarias en las que han sido asesinados más de 450 presos.
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