reinaldo del prette
Monseñor Reinaldo Del Prette, arzobispo de Valencia. / Foto cortesía

Alegre, de voz fuerte, pero muy cordial con todo el que se le acercaba, carismático, un hombre de fe, y gran devoto de Nuestra Señora del Socorro. Así era su excelentísimo monseñor Reinaldo Del Prette Lissot, III arzobispo de Valencia, quien este lunes a sus 70 años, partió al encuentro con Dios.

La noticia del fallecimiento de este ilustre prelado de la iglesia católica causó una gran tristeza entre la feligresía carabobeña, que seguía orando por su pronta recuperación. Se sabía que estaba delicado de salud, debido al cáncer pulmonar que se le había detectado, pero permanecía latente la esperanza de que sobreviviera, más no fue así. Son los designios de Dios.

La cordialidad que caracterizaba a monseñor Del Prette hizo que tuviera muchos amigos en todos los estratos sociales. Por eso, desde que se conoció su enfermedad en cualquier acto público y en las iglesias se apartaban unos minutos para pedir a nuestro Señor por su salud.

Monseñor Del Prette era una persona muy cordial. Foto archivo El Carabobeño.

Su amor por la Virgen del Socorro

Monseñor Del Prette era un ferviente admirador de Nuestra Señora del Socorro, y así lo puso en evidencia durante su carrera sacerdotal y hasta el momento de finalizar su vida. Esperó que terminara la última celebración en honor a la virgen, el domingo 20 con la Misa Rociera, para partir al reino de Dios. Tal vez no quería opacar esta celebración.

En el año 2010, en ocasión de la celebración del centenario de la coronación canónica de la virgen, el papa Benedicto XVI le otorgó la Rosa de Oro a la sagrada imagen. Monseñor Del Prette convocó una rueda de prensa para hacer el anuncio y se le apreciaba feliz.

De hecho comentó a los periodistas presentes con una amplia sonrisa: “No vayan a poner esto porque algunos se van a poner bravos, pero de todas las vírgenes, la de nosotros es la más bonita, verdad?”.

Foto archivo El Carabobeño

Monseñor Del Prette disfrutaba de presidir la misa concelebrada en honor a la Patrona de Valencia, al igual que el recorrido en procesión que se hace posteriormente. Se extendía en sus homilías llenas de reflexión y hasta de comentarios jocosos.

Durante su participación en las procesiones conversaba con todo aquel que se le acercaba, se tomaba fotos y hasta un abrazo les daba. No faltaba quien le jugara una broma por ser fanático de Los Tiburones de La Guaira y siempre respondía con una sonrisa.

La última iglesia que consagró monseñor fue la de Santa Inés, ubicada en la parroquia Rafael Urdaneta.

Y la última vez que se le vio en público fue en la misa por el Centenario de la Diócesis de Valencia, la cual concelebró junto al cardenal Baltazar Porras en la catedral. Allí pronunció la homilía sentado, y antes de finalizar se le aguaron los ojos, cuando agradeció a la feligresía por sus oraciones a su favor.

Monseñor Del Prette (Foto cortesía Jacinto Oliveros).

Luego estuvo en el Teatro Municipal de Valencia para acompañar al cardenal a pronunciar su discurso de orden en la sesión especial que organizó la Academia de la Historia del Estado Carabobo por la efemérides celebrada.

VIDA SACERDOTAL

Monseñor Reinaldo del Prette nació en Valencia, el 17 de febrero de 1952. Era hijo del matrimonio conformado por Jesús Gaspar del Prette y Mercedes Lissot de Del Prette.

Monseñor Del Prette junto a su madre, Mercedes Lissot, durante una ceremonia en 1994. Foto archivo El Carabobeño

Estudió primaria en el Colegio La Salle de Valencia, y la secundaria en el Seminario Nuestra Señora del Socorro y en el Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima en Caracas, donde obtuvo el título de bachiller en humanidades.

Estudió filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello y teología en el Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima.

El 21 de abril de 1986 en una ceremonia con monseñor Henríquez. Foto archivo de El Carabobeño

Su ordenación sacerdotal se cumplió el 14 de agosto de 1976, por parte de monseñor Luis Eduardo Henriquez, quinto obispo de Valencia. Es decir tenía 46 años de religioso.

Monseñor Henríquez hizo las gestiones necesarias para enviarlo a Roma a estudiar derecho canónico, y allí obtuvo la licenciatura en la Pontificia Universidad Gregoriana.

 

Su ordenación como arzobispo auxiliar de Valencia se concretó el 6 de febrero de 1994. Fue una ceremonia que presidió monseñor Jorge Urosa Savino, acompañado por los monseñores Alfredo Rodríguez Figueroa y Nelson Martínez Rust.

El 5 de febrero de 1994 fue ordenado como arzobispo auxiliar de Valencia por monseñor Jorge Urosa Savino. Foto archivo de El Carabobeño

El periodista Ildemaro Alguíndigue narró en su libro Personajes de la Historia Cotidiana de Valencia, que monseñor Lebrun estaba convencido de la fe cristiana de la familia Del Prette, pues fue la propia Mercedes Lissot de Del Prette, quien para complacer a su hijo Reinaldo, se presentó a la casa del obispo para solicitarle que lo admitiera en el seminario.

Para ese entonces estudiaba en La Salle donde le decían “El curita”.

Del Prette declaró a Alguíndigue poco después de haber sido designado obispo auxiliar de Valencia, en el año 94. Allí sostuvo entre otras cosas que el problema de deterioro moral de la sociedad ha sido la desintegración familiar, que trae como consecuencia la no transmisión de valores humanos y cristianos.

Entre los cargos ocupados figuran rector del Seminario Nuestra Señora del Socorro, capellán militar, párroco de Naguanagua, vicario general de la Arquidiócesis de Valencia, obispo coadjuntor de la Diócesis de Maracay, administrador apostólico de San Carlos.

Ceremonia de ordenación de monseñor Del Prette como arzobispo auxiliar de Valencia. Foto archivo El Carabobeño

El 10 de abril de 2007 fue designado arzobispo de Valencia por el papa Benedicto XVI y el 16 de junio de ese año, tomó posesión del cargo en ceremonia solemne realizada en la catedral de Valencia.

La muerte de monseñor

En un mensaje dirigido a la feligresía mediante videos, el arzobispo expresó que nadie sabe cuánto tiempo de vida Dios le dará. «No se puede convertir la vida en un atesorar de bienes, riquezas, poder y placer, porque de eso, con la muerte no queda nada. Por eso, al polvo hemos de volver. El polvo no es la nada, porque San Pablo dice que mientras nuestra morada terrenal se deshace, vamos construyendo una sólida mansión en el cielo, no construida por mano de hombre. Esa es la gloria que nos espera”.

En ese video apuntó que nos debemos presentar ante Dios, presentando solo el bien que hayamos hecho y con nuestra vida de amor y de solidaridad hacia el prójimo y el necesitado. «Esa es una demostración de que nos hemos hecho hijos de Dios».

 




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