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Solo uno pasos tuvo que dar Magaly Castillo desde la entrada de la tienda para darse cuenta que este año no podrá cambiar la decoración navideña de su casa. Su mirada se paseó lentamente por las exhibiciones, vio algunos adornos justo del color que quería, algunos anaqueles vacíos, y poca disponibilidad y variedad. También vio precios. Eso fue suficiente para que se diera media vuelta y se fuera. No compró nada. Ella no es parte del 1,30% de la población que puede pagar por lo que se oferta en el mercado esta temporada.

Lo poco que hay en los establecimientos corresponde a unas cuantas importaciones que se lograron hacer a tasa libre, como una decisión personal de algunos comerciantes que decidieron invertir. Fue un esfuerzo que hasta ahora no ha dado frutos. Luis Aranguren está en esa lista tras haber destinado sus utilidades de las ventas deprimidas de los primeros 10 meses del año en la compra en el exterior de luces, arbolitos y guirnaldas. Fue su última apuesta para recuperar el negocio. Hasta ahora no ha ganado el juego.

A él se le ve preocupado. Cada vez más. Se sienta tras el mostrador principal y apenas observa que se acerca un potencial cliente lo saluda con afecto, le pregunta qué busca y si no lo tiene le ofrece otra opción. Hace de todo para lograr vender algo. No siempre tiene suerte. “Todos le huyen a los precios”. Desde Fedecámaras Carabobo atribuyen esta situación a que 98,7% de la población no tiene el poder adquisitivo para las tradicionales compras de la fecha.

2012 está marcado en el histórico de Damiano Del Vescovo, presidente de la organización gremial en la región, como la última Navidad opulenta. A partir de la siguiente las restricciones se volvieron progresivamente más severas. Con el bloqueo al acceso a las divisas los anaqueles se mostraron con menos variedad y precios más altos. Este año quienes se arriesgaron la están pasando mal, y podría ser peor con el reciente anuncio del ministro de Industria y Comercio, Carlos Faría, que exige a los establecimientos a vender a precio regulado. “Muchos de los que aún pensaban en traer algo se echarán para atrás”.

Foto Sául Zerpa
Foto Saúl Zerpa

1,9% DE CONTENEDORES DE 2015

El 2 de noviembre el Gobierno hizo un anuncio como típicamente lo hace. El libreto se siguió: se dieron cifras generales que denotan una buena noticia y se dejaron de un lado los detalles de fondo y forma que dejan clara la realidad. Fue en el puerto de La Guaira. Ahí se organizaron de manera muy visual 700 contenedores y parte de sus contenidos -juguetes en su mayoría- para decirle al país que los anaqueles se llenarían para la temporada navideña.

Pero los números son claros. Esa cantidad de contenedores es lo único que ha llegado durante el mes a los muelles de Vargas. El año pasado, aún con una caída calculada en 40% de las importaciones, en el lugar se registraba la recepción de 400 contenedores diarios. Lo que significa que los 700 arribados se traducen en apenas 1,9% de los recibidos en 2015.

Solo cuatro firmas privadas han recibido un solo contenedor de juguetes plásticos

A Puerto Cabello también llegaron juguetes. 764 toneladas (TN) repartidas en 139 contenedores se contaron el 4 de noviembre al ser descargados del buque San Alessio, según publicó la edición 14.897 de la revista digital Informes de la Cámara de Comercio. Todos a nombre de la Corporación Venezolana de Comercio (Corpovex). Solo cuatro firmas privadas han recibido un solo contenedor de juguetes plásticos, 2,88% de lo que el Gobierno ha traído por costas carabobeñas.

Los negocios hechos directamente por el Ejecutivo se realizan a tasa preferencial o protegida de 10 bolívares por dólar. El sector privado no tiene nada que ver en ese tipo de importaciones ni ninguna otra que goce del beneficio del sistema Dipro. Para ellos está el limitado Dicom que cotiza en promedio en 660 bolívares, o el libre, que aunque sea ilegal es el que mayor oferta tiene.

En la suma, entre lo que algunos particulares han logrado importar y lo que el Ejecutivo ha traído a los puertos se ha comprado 40% menos de los artículos navideños de la temporada pasada que también registró una caída en los inventarios de 30%, de acuerdo a los cálculos de Fedecámaras. La carencia en esta oportunidad es cercana a 90%.

Foto Sául Zerpa
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AGUINALDOS PARA COMIDA

Cuando Magaly Castillo entró a la tienda a la que siempre va en esta época lo hizo enfocada en sus prioridades. Ya tenía en su cuenta nómina lo correspondiente a los aguinaldos que le pagan en la empresa de uniformes para la que trabaja. Sus planes iniciales eran comprar algunos adornos, cambiar las viejas luces del arbolito y hacer las hallacas y el dulce de lechosa de siempre. Bastaron unas sumas para darse cuenta que nada de eso era posible.

Hay deudas acumuladas que debe pagar. Todas fueron asumidas para poder comprar comida durante el año. Ella no tiene tiempo para hacer las colas determinadas por la escasez que ha intentado con fracaso ser resuelta con el terminal de su cédula de identidad. Así que ha tenido que desembolsillar hasta el triple para que sus hijos puedan comer. Pero su sueldo no da para eso.

Incluso las grandes tiendas por departamentos que solían llenar de punta a punta sus instalaciones con brillo y bambalinas, esta vez han reorientado sus objetivos con la oferta de alimentos como un hecho inédito. Eso deja en evidencia que el patrón de consumo de los venezolanos cambió. La crisis así lo impuso. Por eso las utilidades de Castillo este año no son para la Navidad sino para pagar deudas e invertir el resto en más comida. Esa es la prioridad. Lo es para ella y para el resto excluido del 1,3% que de manera restringida aún podrá pagar para mantener las tradiciones, o parte de ellas.

Foto Saúl Zerpa
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