El parque Rafael Urdaneta, en Valencia, sería ejemplo para otros municipios, pero de eso solo quedaron las palabras. Ahora es un lugar en ruinas, un botadero de basuras, guarida de delincuentes y fuente de contaminación para comunidades de Parque Valencia, pues en uno de los laterales se formó una cascada de aguas negras que mantiene un desagradable olor en la comunidad.

El proyecto del parque lo impulsó el exalcalde Francisco “Paco” Cabrera y lo retomó Edgardo Parra. Algunas bases donde iría el alumbrado quedaron a media, al igual que la caminería. La desidia gubernamental acabó con el patrimonio de los vecinos de La Isabelica y Parque Valencia. Nunca más lo incluyeron entre los planes de mejoras ni por que el actual alcalde Alejandro Marvez visitara el lugar hace un par de años.

Basura por montón, maleza seca, el parque de plástico roto, bancos despegados, una casa en ruinas, aguas negras, incluso, un carro quemado, que habría sido robado, forman parte del parque que, vecinos como Ramón Gómez, intentan mejorar sembrando Araguaney y Trinitarias.

“Ha habido mucho descuido por parte de los organismos gubernamentales. La administración actual ha hecho muy poco por el parque. De hecho, el carro que dejaron desvalijado hace tres años no ha sido retirado, a pesar que el alcalde Marvez haya ordenado que se lo llevaran, pero no hicieron nada”, contó el vecino.

En un lateral, justo donde Ramón ha sembrado varios árboles, cae una pequeña cascada de aguas residuales que viene de los sectores 3 de Mayo y 13 de La Isabelica y que mantiene contaminada la canal que colinda con Parque Valencia. Sin embargo, la gobernación se comprometió con solventar el bote de aguas que también tiene a varias familias enfermas.

Dorys es otra vecina. Vive justo al frente del parque. Todos los días lo camina, pero antes de las 6 de la tarde regresa a su casa porque al caer la noche la oscuridad es la aliada de los delincuentes que se esconden en la vieja estructura de la casa del consejo comunal, a la que le desvalijaron el techo, para cometer sus fechorías.

 

Sin embargo, la conciencia vecinal también es protagonista. Algunos llevan bolsas de basura y las arrojan dentro del parque, que se ha convertido en un vertedero al que van personas en situación a calle a buscar comida o plástico.

Las calles aledañas también están sin alumbrado público y con botes de cloacas, por esa razón los vecinos de ambas comunidades mantienen vivas la esperanzas que el alcalde Marvez visite -nuevamente- el lugar, pero que esta vez sí le “metan la mano”.

 




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