Popular viene de pueblo, en su acepción de raíces y destino compartidos, de base solidaria pero abierta. Pueblo es una categoría viva, dinámica y con futuro, dispuesto a incorporar al diferente. Lo popular une en la diversidad. En nuestra pluralidad somos, como el admirado grupo musical “Un solo pueblo”. Y la democracia es el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

Así como estoy decididamente por lo popular, tengo mucha prevención ante lo populista. El populismo es otra cosa. Casi podríamos decir que todo lo contrario. Radicalmente, porque en su raíz divide. Excluye a voluntad e interesadamente a una parte del pueblo. Que ya lo ha dicho Francisco en encíclica varias veces comentada, los populismos cerrados “desfiguran la palabra pueblo puesto que en realidad no hablan de un verdadero pueblo.

El populismo disfraza de corazón la manipulación. De suyo, no es de izquierda ni de derecha. Por eso me parece más apropiado hablar de populismos. Son más medios que fines, destrezas y tácticas que ideas y compromisos. Más emociones que razones. Claro, existen nexos sociales profundos nada despreciables y a veces ignorados o insuficientemente valorados, como privaciones y desconfianzas que el populismo no busca resolver. Al contrario, los mantiene y estimula para poder explotarlos en su beneficio. En el fondo, aunque se apropie de él para “expresarlo”, menosprecia al pueblo tanto como los presuntos aristocratismos y como éstos, degenera en oligarquías.

Su rebelión contra la democracia liberal, cuyos límites exigen replanteos renovadores, se relaciona con lo que hace veintitantos siglos Aristóteles llamó demagogia. La elección en la profundamente dividida sociedad norteamericana, nos pone ante un caso emblemático que es menester reconocer.

Personalismo, cultivo de pasiones populares, menosprecio por las reglas y las instituciones, antipolítica de amigo-enemigo, deslegitimación del contrario al que se excluye de la “patria”, irrespeto personal al adversario. Aunque no les guste reconocerlo, antropológicamente, tienen muchos más puntos en común Podemos y Vox en España, el Frente Nacional francés, Syriza en Grecia, Alternativa para Alemania, los pro-Brexit, el trumpismo, del Trabalhismo a Bolsonaro en Brasil.

Motes como “la casta” ¿No son pariente de las “cúpulas podridas”? Crooked “torcida o bribona” Hillary o sleeppy “soñoliento” Joe ¿No nos recuerdan demasiado a “frijolito”, “el filósofo del Zulia” o “el majunche”?




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