Basura acumulada al Sur de Valencia, en la vía a El Paíto. Foto Dayrí Blanco

Dayrí Blanco

Edwin Prieto
Stefanny Fiffe 

En las comunidades de Valencia, en el estado Carabobo, estaban acostumbrados -hasta hace poco más de un año- a que los camiones de aseo urbano pasaran tres días a la semana por todas las calles. Ahora, no hay día fijo y las unidades solo transitan por la avenida principal, pese a que este es el municipio que más residuos produce en la entidad, con un promedio de 1.500 toneladas al día.

Cada vez son menos los camiones para la recolección de desechos. La escasez de combustible ha sido determinante para que en el barrio El Impacto, y todos los que están alrededor, el servicio sea irregular e intermitente. “Ahora pasan sin horario fijo por la calle principal, entonces se deben dejar las bolsas ahí y, por lo general, pasa toda la mañana o la tarde llena de desperdicios, moscas y mal olor”, dijo Ángel Moreno, habitante de El Impacto.

Esto ocurre en la vía El Paíto, muy cerca de un mercado popular en el que la mayoría de los vecinos del sur de Valencia hacen sus compras cotidianas de alimentos. Al norte de la ciudad, los vecinos no saben con exactitud qué días pasa el camión. En El Trigal Sur debería ser martes, jueves y sábados, pero hay semanas en las que solo se le ve un día y en horario desconocido.

La tasa de recolección per cápita de residuos y desechos sólidos urbanos en Venezuela era -en 2012- de 1,19 kilogramos por habitante por día, de acuerdo con las últimas cifras disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2009, la tasa era de 1,1 kilogramos por habitante por día. “Se observa que el aumento anual de los residuos y desechos sólidos recolectados diariamente es progresivo, correspondiendo al crecimiento poblacional que presenta el país”, explicaba el INE.

Especialistas han señalado que el aumento de la tasa de recolección está asociado a un aumento de la generación de residuos, un escalón que los instrumentos ambientales piden reducir al máximo a través de un consumo responsable. 

La tasa de recolección de Venezuela supera con creces la tasa de generación de los países vecinos Brasil (0,86 kg/hab/día) y Colombia (0,70 kg/hab/día), lo que permite asumir que la producción de residuos y desechos en Venezuela es mayor que en esas naciones, de acuerdo con cifras del informe Perspectiva de la gestión de residuos en América Latina y el Caribe (2018) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. 

Ese mismo informe indica que el servicio municipal directo se encargaba -hace una década- del 59,8% de la recolección de los desechos en Venezuela, que combinado con contratos con asociaciones, cooperativas y gobierno central, cubrían el 100% de la recolección. En este apartado, las cifras son del 2011 y provienen del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 

“La cobertura de recolección en América Latina y el Caribe aumentó en más de 10 puntos porcentuales, al 93,4%. En 6 países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay y Venezuela) se puede decir que la cobertura es prácticamente universal”, señala el Informe de la Evaluación Regional del Manejo de Residuos Sólidos Urbanos en América Latina y el Caribe (2010), publicado por el BID, la Organización Panamericana de la Salud y la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (Aidis). Una década después, la realidad es otra.

En las principales ciudades de Venezuela, las montañas de desechos cubren islas, calles transitadas y terrenos baldíos. Allí permanecen días y semanas, como constató un monitoreo realizado para este reportaje durante 15 días en siete ciudades. En ese periodo y en una urbanización seleccionada para el estudio en cada ciudad, la recolección de desechos se realizó sin horario fijo de una a tres veces a la semana en ciudades como Caracas, apenas una vez en Ciudad Guayana y ninguna en Maracaibo.

En la mayoría de las ciudades, las unidades de recolección son contadas. En un contexto de crítico suministro de combustible, los vehículos permanecen parados, mientras los cerros de residuos crecen. 

90 vertederos improvisados en Maracaibo

En Maracaibo, el mal manejo de los desechos sólidos está en el ranking de los principales problemas ambientales. Entre 2.500 y 3.000 toneladas de desechos se generan al día en la capital del estado Zulia, de acuerdo con reportes oficiales y datos de organizaciones ambientalistas, lo que convierte a la capital zuliana en una de las que produce mayor cantidad de basura en el país. 

En todas sus parroquias proliferan vertederos improvisados, 90 de acuerdo con activistas ambientales. Los más grandes están ubicados en el Malecón en el centro de Maracaibo, autopista Circunvalación 2 y 3, calles de la urbanización San Jacinto, Barrio Panamericano, El Muro y en la calle detrás del Centro de Participación Ciudadana en la parroquia Francisco Eugenio Bustamante, vía que permanece intransitable por los cúmulos de desechos.

La urbanización San Miguel, al oeste de Maracaibo, es una de las más afectadas por la irregular recolección y la acumulación a gran escala de desechos sólidos. 

Todos Ahora monitoreó, para este trabajo, la acumulación y recolección de desechos durante más de 15 días. En ese periodo, los residuos no fueron recogidos en ningún momento por el Instituto Municipal del Aseo Urbano, dependiente de la Alcaldía de Maracaibo y responsable de la gestión del servicio de aseo urbano, rural y domiciliario, de acuerdo con el artículo 9 de la Ley de Gestión Integral de la Basura. 

“A veces tenemos que barrer las calles con palmeras o turnarnos las escobas para poder culminar el trabajo”, dijo un trabajador | Fotos Stefanny Fiffe

La basura fue acumulada en un vertedero improvisado en una calle cercana a la urbanización, porque empezaba a generar malos olores, moscas y gusanos. Los propios habitantes de San Miguel deben encargarse del traslado de los desechos, mientras que otra cantidad es sacada del área por los llamados “burreros”, que se encargan de la recolección a cambio de un pago en productos alimenticios. 

Ana Fernández, afectada por las irregularidades en la recolección, cuenta que su mamá de 91 años de edad se deprime porque no puede sentarse al frente de la casa por los malos olores y el revoloteo de moscas por la basura.  

La falta de camiones de recolección agudiza el proceso desde hace varios años. Exconcejales de Maracaibo han denunciado que el exalcalde Gian Carlo DiMartino vendió las unidades recolectoras y dejó al municipio sin vehículos para el aseo urbano. La denuncia fue introducida en el Ministerio Público, pero las investigaciones no avanzaron.

El Censo 2011 del INE precisa que hace una década había 6,9 millones de viviendas ocupadas en el país, de las cuales al menos 5 millones contaban con servicio de recolección municipal. Para el resto, la quema o la disposición de la basura en terrenos baldíos o cuerpos de agua eran las alternativas. Estas “formas” fueron monitoreadas por el órgano estatal. 

Ese año, los dos estados con la recolección más alta (cercana al 90%) eran Miranda y Nueva Esparta, mientras que Amazonas tenía la peor recolección. En este estado, al sur de Venezuela, en al menos 3 de cada 10 viviendas encuestadas quemaban la basura para deshacerse de ella. Esta misma proporción se repetía en Apure, entidad que encabeza la lista de los estados que botaban los desechos en ríos, caños, quebradas o lagunas, junto a Delta Amacuro y Amazonas.

Diseño: Roberth Delgado

Los recolectores, la otra cara

La caótica recolección de desechos urbanos tiene otra cara: la de los trabajadores, que ganan un sueldo equivalente a tres dólares, un “miserable salario” que para ellos no justifica el trabajo que deben realizar y que cubre apenas 0,9% del costo de la canasta alimentaria que, de acuerdo con el Cendas, se ubicó en $312,99 en julio. 

“No se trata solo de recoger la basura y limpiar las calles, hay muchos factores que afectan a la ciudad”, dijo un trabajador de Supra Caracas, la estatal dependiente de la Alcaldía de Caracas, que prefirió no ser identificado. 

Quienes limpian las calles de la ciudad no cuentan con los implementos y equipamiento necesario para trabajar de manera segura. En la empresa no se cumplen las medidas de bioseguridad, pese a la pandemia de la COVID-19 y el riesgo al que se exponen a diario. “No recuerdo cuándo fue la última vez que me dieron unos guantes en la empresa, yo debo traer guantes y tapabocas de mi casa”, agregó. 

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) establece que los trabajadores de residuos sólidos, incluidos los recicladores, deben contar con equipos de protección personal (EPP) apropiados para proteger la piel expuesta (heridas) y las membranas mucosas (ojos, nariz, boca). El equipamiento básico consta de ropa de trabajo pesado (pantalón, camisa o overol), guantes a prueba de pinchazos, botas de seguridad y protección para la cara y los ojos: gafas o una careta y mascarilla.

 

               Infografía: Roberth Delgado

Además de la higiene personal, la OPS destaca que los vehículos recolectores deben ser lavados diariamente con agua y jabón y descartar el lixiviado que trae el camión directamente en el alcantarillado. En tiempos de COVID-19, las medidas de protección deben reforzarse, pero en Venezuela esto no se cumple.

“A veces tenemos que barrer las calles con palmeras o turnarnos las escobas para poder culminar el trabajo. Los compañeros que manejan los camiones también se ven afectados porque no cuentan con implementos”, explicó el trabajador. 

“Muchos están todo el día montados en un camión para recoger la basura de los diferentes container de la ciudad, pero si no son consecuentes es porque no tienen guantes, botas de seguridad y tapabocas o simplemente porque los camiones no tienen gasolina para trasladarse”, dijo. 

Cuando desean reunirse con las autoridades para expresar sus quejas, temen ser víctimas de despido o perder beneficios como la bolsa de comida, que han tenido hasta dos meses sin recibir. “Muchos de los que estamos aquí somos personas de bajos recursos y no podemos darnos el lujo de dejar el trabajo a menos que ya tengamos algo seguro. Es preferible callar y seguir percibiendo el sueldo, pero esto no sucedía en gobernaciones anteriores. Tengo 10 años trabajando en este sector y nunca nos habíamos visto tan afectados como ahora”, relató. 

Facturación sin resultados visibles

Carlos Julio Rojas, coordinador del Frente en Defensa del norte de Caracas, explicó que la única instalación de acopio del municipio Libertador en Caracas es la planta de transferencia Las Mayas, en la parroquia Coche. “No tenemos una cifra total de las toneladas de basura que entran, pero los trabajadores están en condiciones inhumanas, ya que hace mucho tiempo no reciben nuevos equipos”.

Los vecinos de esta zona se quejan a diario por los olores fétidos que se generan en la planta. 

“No hay ninguna política a pesar de que pagamos impuestos dolarizados por el relleno sanitario que es el de Cotécnica que pertenece a La Bonanza que es el más grande de la Gran Caracas, ya que recibe basura de los municipios Libertador, Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre. En este lugar podemos ver a niños y personas que viven en el procesamiento de la basura buscando escombros y otros objetos”, explicó. 

La violencia por el control del relleno es otro mal que reviven con frecuencia. El episodio más reciente fue la mañana del lunes 23 de agosto con el asesinato de cuatro trabajadores del lugar. En noviembre de 2019, 11 cadáveres con tiros en la cabeza fueron hallados en el relleno. Eran transportistas que fueron interceptados en la carretera para robarlos. Sus cuerpos estaban calcinados. 

Acumulación de basura en la avenida Bolívar. Foto Dayrí Blanco

Los cobros de la empresa han sido denunciados como irregulares. La empresa tiene tarifas dolarizadas que, en 2020, rondaban entre $5 y $10 mensuales por la recolección de los desechos, denunció Rojas. “Muchos vecinos protestan porque no están de acuerdo con pagar”. 

El informe Perspectiva de la gestión de residuos en América Latina y el Caribe (2018) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indica que el monto de facturación a usuarios residenciales en Venezuela ronda 1,34 dólares al mes, esto en los casos en que la recolección la realiza la municipalidad. La cifra es la menor de los 14 países de América Latina y El Caribe consultados. En Colombia, el cobro mensual promedia $ 5,74.

El estudio señala que en la región prevalecen esquemas de gestión financieramente insostenibles, pues son cubiertos directamente por las municipalidades y, en muchos casos, no se recuperan los costos y no se ejecutan las inversiones necesarias para mejorar la calidad, continuidad y cobertura del servicio. 

Explican que usualmente se desconocen los costos directos e indirectos de la gestión de residuos y no existe un claro conocimiento de los costos financieros y económicos asociados a la gestión de los residuos, y esto dificulta la sostenibilidad de los esquemas implementados. “No existe una clara conciencia general de que el costo económico de los impactos negativos sobre la salud pública, el ambiente y el desarrollo económico de la falta de gestión adecuada a los residuos (costo de la inacción) es mayor al costo financiero de un adecuado sistema de gestión”.

“Hace falta una inversión importante y se necesita involucrar a los privados. Fospuca trabaja con una empresa privada y se encarga de Chacao, Baruta y El Hatillo, pero Caracas es más grande y se necesita una empresa eficiente para que esta problemática pueda cesar”, puntualizó el dirigente político Jesús Armas, quien estima que a La Bonanza llegan alrededor de 2.400 toneladas diarias de desechos sólidos, tras un proceso precario de recolección, pues funcionan solo tres de los 12 compactadores adquiridos en la última inversión municipal.




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